Mújica. Una biografía inspiradora

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PRIMERA PARTE » Lucía Topolansky, una historia de amor

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Lucía Topolansky, una historia de amor

La historia de la perdurable relación de Mujica con su pareja Lucía Topolansky tiene todos los componentes románticos y de drama de una novela para el gran público. Se conocieron en la clandestinidad cuando ambos estaban prófugos y con pedido de captura por las fuerzas de seguridad. Pepe formaba parte de la dirección de Tupamaros en Montevideo y Lucía, aunque diez años más joven, ya era una guerrillera curtida en mil batallas.

Cuando conoció a Mujica, cuyo nuevo nombre de guerra en ese momento era Ulpiano, estaba buscando refugio luego de una espectacular huida de la cárcel de mujeres. Poco antes había perdido a su novio, Bleko Katrás, otro guerrillero tupamaro asesinado por la policía. Ella recordaba que «no era el primer novio que perdía en aquellas condiciones y en ese entonces yo había visto morir a muchos compañeros».

Estuvieron pocos meses juntos porque el idilio amoroso se interrumpió cuando la policía los volvió a detener. Sin embargo, lograron mantener una insólita relación epistolar durante los casi trece años que estuvieron presos. No era común que los presos pudieran comunicarse con el exterior y mucho menos entre las cárceles. Lo consiguieron gracias a la gestión de sus abogados y al consentimiento de los propios carceleros que se recreaban con el romántico tono que usaba el duro guerrillero. Cuenta la hermana de Lucía, que compartió la celda con ella, que la primera carta de Pepe causó sensación en la cárcel, llena de frases «sentimentalonas, como todas las cosas del Pepe».

«Allá por el año 73 un oficial, que me hostigaba, me decía que había soñado que él vendría dentro de miles de años y yo seguiría estando presa. Entonces le dije: “Mira, ni te preocupes, porque si en doce o trece años no me voy por la puerta grande, me voy a ir por la chica.” Y se dejó de embromar.» (2010)

Pero Lucía no solo ha compartido los temas del corazón. Esta mujer de aspecto agradable y sereno forma parte del círculo más íntimo al que Mujica consulta sus decisiones. Es una dirigente con peso propio, conocida como Tronca por su carácter firme, que ocupa un lugar influyente como senadora nacional en la estructura de poder del Uruguay.

Proviene de una familia acomodada de Montevideo y su segundo apellido, Saavedra, es de la rama del presidente de la primera Junta de Gobierno de Argentina en 1810. Su padre, un ingeniero de ascendencia polaca, enfermó de cáncer cuando ella era una niña. El abuelo materno acudió en ayuda de la viuda que con siete hijos había quedado en una difícil situación económica.

Se educó en colegios religiosos y participó de muy joven en las experiencias de los curas obreros en los barrios más humildes. Ingresó en la Facultad de Arquitectura y a los dos años abandonó los estudios para dedicarse de lleno a la militancia en Tupamaros. Ella y su hermana gemela, María Elia, abandonaron la cómoda vida burguesa por la austera y arriesgada experiencia guerrillera.

Cuenta su hermano que cuando la policía la fue a buscar a su casa nadie podía creer lo que pasaba. Su padre, de pensamiento conservador, nunca asumió que su hija se hubiera hecho guerrillera, y hasta su muerte, mientras Lucía estaba presa, sostuvo que la habían engañado.

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