Mújica. Una biografía inspiradora

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PRIMERA PARTE » Una hoja de ruta sin odios

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Una hoja de ruta sin odios

El 15 de marzo de 1985 salieron de la cárcel los nueve rehenes tupamaros entre los que se encontraba Pepe Mujica. Miles de personas se habían acercado a la cárcel para recibirlos. Existía gran expectativa por escuchar las declaraciones de estos presos que estuvieron incomunicados durante más de una década.

Uno de los desafíos más importantes que tenía la transición a la democracia uruguaya eran las heridas abiertas en el pasado. Muchos temían que volvieran los fantasmas de la violencia y el odio e hicieran imposible el funcionamiento de las débiles instituciones democráticas. La respuesta la tuvieron dos días después que los dirigentes tupamaros salieran de la cárcel y hablaran en un acto multitudinario en el Platense Patín Club. Mejor dicho, habló Pepe Mujica y fue el primer discurso improvisado que dio en la democracia.

Rodeado de sus compañeros de cárcel, avejentados, flacos y rapados se dirigió en un expectante silencio con voz pausada a la multitud. Muchos de los párrafos que pronunció este día se transformaron en la hoja de ruta que siguieron los tupamaros en los años siguientes. El discurso estuvo dirigido especialmente a la juventud y el mensaje definió una hoja de ruta que los tupamaros cumplirían en los próximos años. Algunos párrafos significativos de este discurso fueron los siguientes:

«Elegimos ciertos principios que hay que recordarlos: somos primero, tupamaros, elegimos un sistema de direcciones colectivas, y cada día más la complejidad de los fenómenos sociales y políticos va determinando que las dirigencias sean equipos, y que un equipo de dirigentes será bueno en la medida que sea capaz de generar otros mejores. Aprendimos en la orfandad de los calabozos, en todos estos años, con qué poco se puede ser feliz, y si con eso no lo lográs, no lo lográs con nada. Aprendimos también sin libros, un modo de mirar un tanto panteísta: nos gustaban las arañas, nos gustaban las hormigas, porque eran la única cosa viva que teníamos en la soledad de nuestros calabozos. Somos de la naturaleza y con ella estamos.

Vamos a salir en la medida que nos den las fuerzas, a caminar por la calle, a tomar un poco de mate con los muchachos por las esquinas, a conversar con la gente de las fábricas con el mismo espíritu con que fuimos, allá por el 66, a reclutar el primer grupo de estudiantes que debajo de sus portafolios, de sus reglas, llevaban un puñadito de sueños.

Se cuenta, en nuestra cultura no escrita, que los muchachos preguntaron qué línea teníamos para el movimiento estudiantil. Nosotros contestamos: no tenemos línea, ustedes tienen que generar la línea. Tenemos claro que la etapa que se viene tiene sus inmensas posibilidades, sus tremendos interrogantes. Hay una generación fundamental, la que se está procesando, que trae un bache: muchos años de oscuridad, mucho fervor. Solo una actitud democrática permitirá una maduración política masiva de esa inmensa potencialidad, hay que ser democráticos.

Es la hora de tener claro que ante el dilema centralismo o democracia, hay que inclinarse por más democracia. Por eso, porque ya aprendimos, porque ya tenemos claro esto, porque estamos viejos, porque tenemos conciencia lúcida de que pronto tenemos que marcharnos por el camino de la naturaleza, por todo eso estamos convencidos de que vamos a ser la fuerza política que englobe la juventud, la cosa esencial de la juventud del país.

Estamos y estaremos con todos aquellos que luchen por un paso de progreso, y si a veces no podemos llegar a más, será porque medimos objetivamente que las condiciones no dan más, pero no vamos a mentir, ni ayer ni hoy, reformistas.

Yo llamo a los compañeros primero a responsabilidad. Segundo recalco no odio. Tercero, otra diferencia que me permite la libertad ideológica de ser Tupamaro, para aquellos que dicen que no tenemos ideología: yo puedo decir, y nadie me va a dar un tirón de orejas, que no creo en ninguna forma de justicia humana. Toda forma de justicia, en mi filosofía casera, es una transacción con la necesidad de venganza.

Por eso no creo mucho en una justicia que se promete. Y no me gusta sacar gajos del árbol caído, muchos nos caranchearon, muchos nos insultaron en estos años, no vamos a responder por eso. Estaremos, sí, pero no en el campo de la filosofía diletante de café, de la cual abjuramos hace muchos años, el tupamarismo se generó como una reacción al mero diletantismo. Y es por ello que vamos a estar en guardia junto a ustedes, y con ustedes, y con todo el pueblo. Pero no con un hacha en la mano, vengadores, de ninguna manera, nosotros estamos para tratar de hacer y de construir con ustedes.

Las circunstancias lo dirán. Muchas gracias, compañeros.»

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