Mújica. Una biografía inspiradora

Mújica. Una biografía inspiradora


PRIMERA PARTE » Las cosas domésticas

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Las cosas domésticas

Después de tocar el cielo con las manos el día en que asumió el cargo, empezarían, como él mismo afirmó, los «días cansinos del trabajo, el camino del Purgatorio». Aunque fue el primer presidente de la democracia sin un título universitario, su larga trayectoria como dirigente político y sus años de experiencia como legislador y ministro eran un aval más que suficiente para que no se dudara de sus aptitudes. Sin embargo muchos lo ponían en duda.

Ernesto Agazzi, ex tupamaro y militante del MPP, que lo conocía bien de la época en que fue su subsecretario en el Ministerio de Ganadería, se pronunció en el 2008 con un juicio lapidario sobre su ex jefe: «Yo creo que Mujica puede ayudar a ganar las elecciones pero no creo que sea su especialidad, ni su formación la de dirigir la gestión del estado. Su fortaleza no es organizar la gestión, sino entender y llegar a los corazones de la gente. No sé qué papel cumplirá en el próximo gobierno, pero será importante porque es generador de ideas y constructor. Así como es absolutamente anarquista, contrario a las fórmulas preconcebidas, también construye alternativas que nadie vio, es creativo y capaz de llegar al corazón.» La oposición había utilizado estos y otros argumentos mucho más crueles, hasta poniendo en duda sus facultades mentales como cuando se divulgó el libro Pepe Coloquios.

Sin embargo, nadie ponía en cuestión su temple de animal político para sortear las maquinaciones del poder o su gran capacidad de comunicación, que es un requisito imprescindible para ejercer un cargo tan expuesto públicamente. Pero, aunque las predicciones de Agazzi no se cumplieran, resultaba difícil encajar un perfil «absolutamente anarquista» ejerciendo un cargo de máxima concentración del poder. En este sentido Mujica nunca ha ocultado su incomodidad ante el sistema presidencialista que hace culto de la decisión y se ha mostrado partidario de los modelos parlamentarios más favorables a los consensos y a la negociación.

Para algunos analistas este perfil libertario, unido a una personalidad desordenada, conciliadora y propensa a la improvisación, ha provocado marchas y contramarchas en la toma de decisiones que han desgastado al gobierno. «Así como te digo una cosa te digo la otra» es la frase manida con que califican su gestión los sectores más críticos. El «masomenismo» y el activismo, propio de los tupamaros, han impregnado una gestión caracterizada por instalar cada día un nuevo tema en la agenda.

«Yo siempre digo que no he conocido una persona tan desordenada como Pepe.» (Lucía Topolansky, 2010)

Pero este problema no puede atribuirse solo a la personalidad del líder, ya que el gobierno nació con tensiones internas motivadas por los acuerdos preelectorales. Aunque ganó por mayoría y no necesitaba pactos con otros partidos para gobernar, estaba obligado a pactar con las diferentes facciones del Frente Amplio. Entre estas destacaba el Frente Líber Seregni, liderado por Astori, que apadrinó el poderoso Ministerio de Economía y Finanzas. La preocupación de Mujica no era solo no controlar esta área sino que Economía terminara controlando su gobierno.

De todos modos el pragmatismo de Mujica, su voluntad negociadora, «negociar, negociar y negociar, hasta que resulte insoportable», y su visión estratégica de los problemas han compensado estos déficits, como lo demuestran los logros de su gestión. En todo caso, el fracaso con que Mujica entona su mea culpa por no haber cumplido algunos objetivos estratégicos debe matizarse con la dificultad intrínseca de estos asuntos.

«Mi modelo es Lula, porque usa esa metodología de ubicar en el centro la negociación política permanente [...]. Yo siempre voy a preferir negociar a llevarme el mundo por delante.» (2009)

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