Mújica. Una biografía inspiradora

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PRIMERA PARTE » Al estribo de Brasil

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Al estribo de Brasil

La política internacional ha sido uno de los puntos fuertes de la gestión de Mujica. Este éxito tiene mucho que ver con la proyección de su propia figura, que ha concitado interés y admiración en todo el mundo. Sin embargo los asuntos internacionales no aparecían entre las prioridades de su gobierno con excepción del conflicto con la Argentina por la instalación de una planta procesadora de celulosa en la fronteriza ciudad uruguaya de Fray Bentos.

Los lineamientos de la política exterior, conducida por un diplomático de carrera, se centraban en el respeto a los derechos humanos, la autodeterminación, la no ingerencia en los asuntos internos de otros estados, el respeto al medio ambiente y la integración.

En su discurso de asunción Mujica había anunciado que la prioridad era el Mercosur. En su «Ay Mercosur» dejó entrever las frustraciones de un país pequeño ante una institución regional controlada por los dos vecinos más poderosos. Alejado de los protocolos o la «parafernalia» de un acto oficial se había mostrado más descarnado y práctico en entrevistas donde manifestaba que el Mercosur «no sirve para un carajo», y que lo que se tiene que hacer es «negociar con Estados Unidos, con Irán, con Libia y con el que se ponga».

Como ministro de Ganadería ya se había manifestado contra cualquier tabú que limitara la posibilidad de comerciar con quien más conviniera. Decía que en lugar de embajadas, que no servían para nada, esos edificios serían más útiles como «parrilladas uruguayas» en las que el mundo conociera las maravillas de la carne uruguaya. Para atraer inversiones externas, otro tema en el que había que evitar los tabúes, era necesario dar un mensaje muy claro al mundo de que en Uruguay se garantizaba la seguridad jurídica de las inversiones.

«Mi país es pequeño y está en una esquina importante. Si es por el mercado, van a otros que son más grandes, entonces nosotros tenemos que jugar la carta de la seriedad, de la seguridad, porque en el mundo no solo se busca ganancia, se busca también seguridad.» (2013)

El realismo de su política exterior se evidencia en la relación fluida y cordial con Estados Unidos. A pesar de que siempre ha afirmado que «lo mejor que ha hecho Estados Unidos en América Latina es cuando no se ha metido», ha recibido elogios de los máximos mandatarios desde Bush padre hasta Obama. En 2013 sorprendió al mundo con el anuncio de negociaciones para recibir a los presos islamistas que tiene Estados Unidos en Guantánamo.

«Si [los prisioneros] quieren hacer nido y trabajar en el país, que se queden en el país. Vienen como refugiados y el Uruguay les da un lugar si quieren traer a la familia y todo lo demás.» (2013)

Su relación personal y las coincidencias ideológicas con diferentes presidentes latinoamericanos, lo convirtieron en el interlocutor privilegiado de estas relaciones. Él se ocuparía del barrio, América Latina, «y del resto te ocupas tú», le dijo a su ministro de Exteriores. Y el preferido del barrio fue Brasil, no solo por la simpatía y afinidad con Lula, sino también porque reconocía de forma pragmática que Brasil era el líder regional y una potencia en ascenso a nivel mundial.

En 2011, utilizó una de sus metáforas para señalar que «Uruguay debe subirse al estribo de Brasil y dejarse liderar por los brasileños». Algunos han criticado este seguidismo a Brasil que deja sin capacidad de maniobra a un país que nunca ha tenido una política internacional sólida. Un ejemplo de este «seguidismo» fue la inclusión de Venezuela al Mercosur.

La solicitud de Venezuela para ingresar al Mercosur estuvo mucho tiempo bloqueada por el Parlamento paraguayo, que no autorizaba este ingreso. Cuando este Parlamento destituyó de forma polémica al presidente Fernando Lugo, el Mercosur suspendió la participación del Paraguay como miembro del mismo. Brasil aprovechó ese momento para promover el ingreso de Venezuela.

Esta medida era resistida por la cancillería uruguaya y contaba con el apoyo del presidente porque cuestionaba los fundamentos jurídicos de esta decisión. Mujica cambió de opinión en una reunión personal con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el Mercosur abrió la puerta a Venezuela. Cuando los periodistas lo inquirieron por este cambio de posición, Mujica respondió con una frase típica del realismo político que despertaría polémica en el futuro:

«A veces los argumentos políticos están por encima de los jurídicos.»

Esta disposición a ser funcional a las estrategias de Brasil no restaba importancia a las relaciones con el vecino del otro lado del Río de la Plata. La historia de estado tapón entre dos gigantes o, como lo definía el diplomático inglés John Ponsonby, «un algodón entre dos cristales», ha sido decisiva en el oscilante equilibrio de sus relaciones entre Brasil y Argentina.

En términos de Mujica la relación se explicaba de esta manera: «Para conseguir algo de Argentina hay que recostarse un poco en Brasil, es como la vieja ley del péndulo.»

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