Mújica. Una biografía inspiradora

Mújica. Una biografía inspiradora


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«No se achiquen, compañeros, quiéranse mucho... pero no tanto para perdonarse las cagadas.»

Mujica alentaba de esta manera, según recogía El País (Uruguay) en 2010, a los trabajadores que gestionaban una fábrica en un mercado competitivo, pautado por los costes y falto de piedad.

Errar es humano, pero también lo es aceptar los fallos cometidos y buscarles soluciones.

Reconocer los errores no es fácil, especialmente cuando se tiene que dar explicaciones frente a un gran número de personas, como les puede suceder a políticos y empresarios. Sin embargo, aceptar los fallos cometidos no solo es bueno para la salud mental y física, sino que es inherente al ser humano desde la infancia. Un estudio realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y publicado en 2011 asegura que los bebés a partir de 16 meses son ya conscientes de sus equivocaciones. La directora del estudio, Laura Schulz, estudió las reacciones de un grupo de bebés de 16 meses ante juguetes que no funcionaban.

De ello se deducía que las personas, incluso desde pequeñas, son capaces de detectar los fallos e identificar la causa por la que las cosas no funcionan o no se desarrollan como deberían. Además, puesto que la respuesta del niño cambiaba a medida que evolucionaba el experimento, se desprendía también que los bebés son capaces de analizar las trabas que se presentan en cada momento para actuar en consecuencia.

De ello se desprende por tanto que el ser humano tiene la habilidad de reconocer los errores desde la infancia. Si por ejemplo, al intentar encender un aparato, este no funciona, la reacción automática es detectar los posibles errores cometidos como comprobar si está conectado a la corriente.

Por tanto la capacidad de detectar y reconocer los errores está fuertemente circunscrita a la naturaleza humana, y tan solo los sentimientos hacen que este reconocimiento no sea verbalizado. Sin embargo, el estudio aún dio otro resultado, uno que puede ser retomado en la etapa adulta para sobreponerse a las «cagadas». Porque tras observar sus reacciones, las investigadoras observaban que los bebés, al darse cuenta de los errores, deciden pedir ayuda o volver a intentarlo.

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