María Estuardo

María Estuardo


TESTAMENTO DE MARÍA ESTUARDO

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TESTAMENTO DE MARÍA ESTUARDO

7 y 8 de febrero, st.v. (17 y 18 de febrero de 1587, st.n.)

 

Copia del testamento y de un memorando de la difunta reina María Estuardo, reina de Escocia y reina viuda de Francia, copia hecha a partir del original del citado testamento y el citado memorando, todo escrito y firmado de puño y letra de la reina la víspera y el mismo día de su muerte, que fue el 8 de febrero de 1587.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Yo, María, por la gracia de Dios reina de Escocia y reina viuda de Francia, hallándome a punto de morir y ante la imposibilidad de hacer testamento, pongo por escrito estos artículos, que considero que poseen, y es mi voluntad que así sea, el mismo valor que si hubieran sido establecidos en debida forma.

Declarando que muero en la fe católica, apostólica y romana, primero, quiero que se celebre un servicio completo por mi alma en la iglesia de Saint-Denis, en Francia, y otro en Saint-Pierre de Reims, donde estarán todos mis servidores del modo en que les sea ordenado por aquellos a quienes doy instrucciones y nombro a tal efecto.

También, que se instituya la celebración de un servicio religioso anual a perpetuidad para rezar por mi alma, en el lugar y del modo que se considere más conveniente.

Con este fin, quiero que mis casas de Fontainebleau sean vendidas, esperando que, además, el rey me ayude como le requiero en mi memorando.

Quiero que mis tierras de Trespagny queden en poder de mi primo de Guisa, para una de sus hijas en el caso de que llegue a casarse. En estas propiedades, renunciaré a la mitad de las rentas que se me deben, o una parte, con la condición de que la otra sea distribuida por ejecutores testamentarios en limosnas perpetuas.

Para dar mejor cumplimiento a estas disposiciones, los documentos necesarios serán facilitados.

Quiero también que el dinero que se obtenga de mi pleito con Secondat sea distribuido como sigue:

Primero, para el pago de mis deudas y mandas especificadas más adelante que aún estén pendientes de pago. En primer lugar, dos mil escudos a Curle que quiero que le sean retribuidos sin objeción ninguna, puesto que corresponden a la dote, sobre la cual ni Nau ni ningún otro tiene derecho alguno, siendo falso cualquier documento que pudiera presentar, puesto que el dinero era mío y no prestado; yo no hice sino mostrárselo y después lo retiré, y más tarde se me sustrajo junto con el resto en Chartley. Este dinero se lo doy, en cumplimiento de la promesa hecha, si es que puede recuperarlo, en pago de los cuatro mil francos prometidos a mi muerte, mil como dote para una hermana y el resto para sus gastos en prisión tal como me fue solicitado. En cuanto a la asignación a Nau de una suma equivalente, no hay obligación ninguna: de hecho, siempre fue mi intención que se pagara en último lugar, y además sólo en el caso de que él pueda probar no haber violado la condición que le impuse acerca de la utilización de dicho dinero, poniendo a mis servidores por testigos.

En cuanto a los mil doscientos escudos que él pidió prestados en mi nombre y para mi uso personal, hasta seiscientos escudos a Beauregard, y trescientos a Gervais, y el resto no sé a quién, debe restituirlos él de su propio dinero y yo quedar exenta de ello. Esa asignación debe quedar cancelada, puesto que yo no he recibido nada, pues la totalidad está en sus arcas, a menos que no lo haya restituido ya. En ese caso, es preciso que esa parte me sea devuelta, puesto que nada he recibido, y si no ha sido restituida, debe correr a su cargo; y además quiero que Pasquier dé cuenta del dinero que ha gastado y recibido, por orden de Nau, de manos de los sirvientes del señor de Châteauneuf, el embajador de Francia.

Quiero, además, que mis cuentas sean hechas públicas y que se retribuya a mi tesorero; y quiero que los salarios y las compensaciones de mis servidores, tanto del pasado año como del presente, sean pagados antes que nada, salvo las pensiones de Nau y Curle, mientras no se haga cuentas con ellos y se sepa lo que merecen de mí en esa materia, a no ser que la esposa de Curle se encuentre en situación precaria, o él sea maltratado por mi causa; y en lo que respecta a los salarios de Nau, lo mismo.

Quiero que los dos mil cuatrocientos francos que he legado a Jane Kennedy le sean pagados en moneda, como se estipuló en la primera donación; al hacer esto la pensión de Willie Douglas me corresponderá, y yo se la dono a Fontenay por sus servicios prestados y gastos no recompensados.

Quiero que sean devueltos los cuatro mil escudos de ese banquero cuyo nombre he olvidado; pero el obispo de Glasgow lo recordará, y si la asignación primera fuera insuficiente, quiero que se le entregue una con los primeros ingresos procedentes de Secondat.

Los diez mil francos que el embajador recibió para mí, quiero que se repartan entre mis servidores que ahora se marchan, a saber:

Primero, dos mil francos a mi médico;

dos mil a Elizabeth Curle;

dos mil francos a Sébastien Paiges;

dos mil a Marie Paiges, mi ahijada;

a Beauregard, mil francos;

mil a Gorjon;

mil a Gervais.

Además, del resto del dinero de mi renta y el de Secondat y de todos mis ingresos ocasionales, quiero que se destinen cinco mil francos a obras de beneficencia en favor de los niños de Reims.

A mis escolares, dos mil francos.

A los cuatro mendigos, la suma que mis ejecutores testamentarios consideren necesaria, según los medios de que dispongan.

Quinientos francos a los hospitales.

Al cocinero mayor Martin, lego mil francos.

Mil francos a Annibal, y lo encomiendo a mi primo de Guisa, su padrino, para que lo tome a su servicio por el resto de su vida.

Dejo quinientos francos a Nicolas, y quinientos francos más para sus hijas, cuando las case.

Dejo quinientos francos a Robin Hamilton, y ruego a mi hijo que lo tome a su servicio, y en su defecto al señor de Glasgow, o al obispo de Ross.

Dejo a Didier su cargo, con la aprobación del rey.

Lego quinientos francos a Jean Lauder, y ruego a mis primos de Guisa o del Maine que lo tomen a su servicio, y a los señores de Glasgow y de Ross que se ocupen de velar por él. Quiero que a su padre se le pague su salario, y le dejo quinientos francos.

Quiero que se le paguen mil francos a Gorjon por el dinero y otras cosas que me ha proporcionado para cubrir mis necesidades.

Quiero que, si Bourgoin realiza el viaje en cumplimiento de la promesa que hizo por mí a san Nicolás, se le entreguen quinientos francos para este fin.

Dejo, conforme a mis escasos recursos, seis mil francos al obispo de Glasgow y tres mil al de Ross.

Dejo el legado de los ingresos ocasionales y los beneficios señoriales reservados a mi ahijado, hijo del señor del Ruysseau.

Lego trescientos francos a Laurenz.

Además, trescientos francos a Suzanne.

Y dejo diez mil francos para repartir entre los cuatro que respondieron por mí ante el procurador Varmy.

Quiero que el dinero procedente de los muebles que he ordenado que se vendan en Londres se emplee en sufragar el viaje de mis servidores a Francia.

Dejo mi carruaje para transportar a mis damas de compañía, y los caballos para venderlos o hacer lo que a ellas más les convenga.

Hay unos cien escudos que se le deben a Bourgoin por los salarios de los años pasados y quiero que le sean pagados.

Dejo dos mil francos a Melvil, mi mayordomo.

Nombro como principal ejecutor de mis voluntades a mi primo el duque de Guisa.

Después de él, al arzobispo de Glasgow, el obispo de Ross y el señor del Ruysseau, su canciller.

Dispongo que De Préau disfrute sin problemas de sus dos prebendas.

Encomiendo a Marie Paiges, mi ahijada, a mi prima la señora de Guisa, a quien ruego la tome a su servicio, y a mi tía de Saint-Pierre le ruego que se ocupe de colocar a Mowbray en un buen puesto o se la quede a su servicio, por la gloria de Dios.

 

Escrito en el día de hoy, 7 de febrero de 1587.

Firmado: MARÍA, reina.

MEMORANDO, O ÚLTIMA PETICIÓN QUE HAGO AL REY

 

De que ordene pagarme tanto lo que me debe de mis pensiones como el dinero anticipado en Escocia por la difunta reina, mi madre, para el servicio del rey, mi suegro, en esas tierras; como mínimo, lo suficiente para que se instituya la celebración de un servicio religioso anual por mi alma, y para que las limosnas y pequeñas donaciones prometidas por mí sean dispensadas.

Además, que le plazca dejarme el beneficio de mi pensión de viuda un año después de mi muerte, para recompensar a mis servidores.

Además, si le place, que les conserve a éstos sus salarios y pensiones de por vida, tal como se hizo con los oficiales de la reina Leonor.

Además, le suplico que tome a mi médico a su servicio, tal como prometió, y lo considere mi recomendado.

Además, que mi director espiritual recupere su posición y, en consideración a mí, se le provea de un pequeño beneficio que le permita rezar a Dios por mi alma el resto de su vida.

Además, que Didier, un antiguo gentilhombre encargado de servir la mesa del rey al que recompensé con un cargo, pueda seguir disfrutando de él de por vida, dada su avanzada edad.

 

Escrito la mañana de mi muerte,

miércoles 8 de febrero de 1587.

Firmado: María, reina.

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