Los grandes personajes de la Historia

Los grandes personajes de la Historia


12: Ricardo Corazón de León » Una muerte inesperada

Página 79 de 268

Una muerte inesperada

La noticia de la libertad de Ricardo y de su regreso a Inglaterra produjo pánico entre los seguidores de Juan, que temían una inminente y cruenta venganza del rey. Sin embargo, dando muestras de un espíritu de reconciliación similar al que mostró con los partidarios de su padre tras acceder al trono, perdonó a su hermano menor y a sus seguidores. Ordenó medidas que reafirmasen su poder, como la celebración de una segunda coronación, esta vez en la catedral de Winchester, y se preparó para encarar el principal peligro que amenazaba a su reino. El apoyo de Felipe Augusto a Juan en su rebelión había tenido un precio, la ocupación de varios de los territorios franceses de Ricardo. Como éste no estaba dispuesto a admitir ninguna situación diferente a la de su partida, en el mes de mayo de 1194, apenas dos meses después de haber regresado a Inglaterra, embarcó para combatir a los franceses en el continente. Comenzó entonces una guerra con Francia que se prolongó por cinco años y que tendría como escenario fundamental Normandía. Como señala el profesor Gillingham, «lo que más molestaba a Felipe Augusto es que el río Sena que une París con el mar pasaba por Normandía. Lo que quería realmente era apoderarse del valle del Sena y apoderarse de Normandía, quería la ciudad de Ruán». Para cortar el avance de Felipe hacia el canal de la Mancha, Ricardo ordenó construir la gran fortaleza Château Gaillard, que cumplió su cometido a la perfección.

Pudo negociar con Felipe un armisticio de un año que aprovecharía para marchar hacia Aquitania. Las razones de este viaje han sido discutidas. Según el profesor Gillingham, «de acuerdo con una versión Ricardo fue hacia el sur porque había tenido noticia de un tesoro que había sido descubierto en tierras de un caballero de Limousin. De acuerdo con otra versión tuvo que viajar al sur porque debía hacer frente a una revuelta del vizconde de Limoges y el conde de Angulema. No sería extraño que ésa fuese la razón auténtica, precisamente contra ellos habían tenido que luchar los duques de Aquitania en el pasado para retener el control del gobierno. Felipe Augusto, como enemigo suyo que era, había conspirado contra la casa de los Angevinos, tratando de que el vizconde de Limoges y el conde de Angulema quebrantasen su obediencia hacia el duque de Aquitania y se pasaran a su lado». Allí encontraría inesperadamente la muerte. Al llegar a Aquitania, en marzo de 1199, puso sitio al castillo de Châlus. Inspeccionando las defensas de la fortaleza se expuso al campo de tiro de un ballestero que no desaprovechó la oportunidad y le hirió en un hombro. Los médicos sólo pudieron sacarle la flecha a costa de gangrenar la herida. El 6 de abril moría y su cuerpo era trasladado a Fontevraud para reunirse con su padre en su última morada.

Ricardo no dejó descendencia legítima, por lo que la corona pasó a su hermano Juan, que reinaría hasta 1216 con el nombre de Juan I de Inglaterra. En opinión del profesor Gillingham, «como Ricardo no había tenido ningún heredero le sucedió el traidor de su hermano, lo cual iba a costarle muy caro al reino. El magnífico edificio que Ricardo había tratado de construir, esa gran estructura política en la que había trabajado tanto se derrumbó enseguida en manos de Juan, en quien nadie confiaba». En sus primeros cinco años de reinado perdió frente a Felipe Augusto buena parte de los territorios continentales de los Plantagenet. Algunos autores señalan este hecho como el origen de su sobrenombre: Juan «sin Tierra». En ese mismo período de tiempo, según el mismo Gillingham, su hermano «se convirtió muy pronto en un personaje de leyenda, aunque se puede decir que casi lo fue en vida, pero desde luego entró en ella después de su muerte. Se le consideró modelo de reyes, sabio, prudente, generoso, todo lo que se podía esperar de un rey y desde luego de un heroico guerrero».

Considerando su trayectoria, tanto desde su nacimiento como la que se ciñe a sus años de reinado, la figura de Ricardo Corazón de León emerge como la de un hombre que atendió a los intereses dinásticos de su familia, manteniendo su imperio territorial; siguió su sentido del deber, acudiendo a una Cruzada de la que fue el alma y el brazo ejecutor, y encaró la adversidad intentando sacar lo mejor de sí mismo, como cuando componía versos durante su cautiverio, una imagen que es al tiempo la más triste y la más emocionante de alguien que también fue capaz de cometer grandes crueldades en la guerra. Esto unido a su increíble peripecia por gran parte del mundo conocido en la Europa medieval, explica por qué desde el momento de su muerte alimentó la imaginación popular y el mundo literario culto de la caballería. Capaz de concitar la admiración tanto del campesino como del poeta, del guerrero y del clérigo, reunió la esencia de todo lo que se consideraba deseable, noble y virtuoso en un hombre de su época. Ricardo Corazón de León fue, más que ningún otro, el rey caballero.

Ir a la siguiente página

Report Page