Los grandes personajes de la Historia

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13: Marco Polo » La celebridad, después de la muerte

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La celebridad, después de la muerte

Durante los veintinueve años que transcurrieron entre el regreso de Marco Polo, su padre y su tío a Venecia y la muerte de Marco, éste no recibió en ningún momento reconocimiento alguno de sus paisanos. De hecho es muy posible que éstos no creyesen las historias contadas por los viajeros a su regreso, sobre todo cuando con posterioridad no emplearon la valiosa experiencia que habían adquirido en China para mejorar económica y socialmente. Algo parecido pasó con el libro de Marco Polo. Su circulación manuscrita parece haber sido temprana (en francés, latín e italiano) pero pronto se ganó la reputación de relato fabuloso y poco fiable. De hecho, el nombre italiano Il Milione («el millón») procede de las fabulosas sumas de las que en él se hablaba. En palabras de Timothy Severin, «siempre que Marco Polo menciona algo relacionado con China las cantidades son colosales, de modo que se decía: “¡Oh! Este hombre habla constantemente de miles y de millones”. Esa sensación persiste hoy en día». En pocas décadas se llegó a apodar a Marco Polo Messer Milione («micer millón») o sencillamente Marco Milione.

Efectivamente, su narración está adornada con multitud de detalles introducidos para atraer la atención del lector y despertar su fantasía sobre tierras tan lejanas, pero la investigación moderna ha podido verificar la autenticidad de muchos de los datos que se aportan en él. Incluso en cuestiones concretas las aportaciones de Marco Polo son insustituibles, puesto que proporciona visiones que no están contenidas en otros documentos. Como comenta el profesor Rossabi, «las fuentes chinas proporcionan una imagen burocrática de Kubilai kan pero Marco Polo nos da alguna información sobre su persona. Sus observaciones, su inteligencia y, junto con ello, la relevancia de su libro no pueden ser minusvaloradas. Tuvo un gran impacto en el deseo de los europeos de aumentar sus relaciones con Asia oriental y ha permanecido como la primera visión europea sobre esa parte del mundo».

Sin lugar a dudas son estos dos puntos los que concentran la importancia del legado de Marco Polo a la Historia y justifican la celebridad que adquirió, aunque en el inicio tuviese su aportación alguna carga peyorativa. Fue el primer europeo que trató de dar una visión lo más completa posible del mundo chino, haciéndolo de forma respetuosa y sabiendo transmitir la idea de que más allá de Europa existían pueblos desarrollados con reyes civilizados, estados complejos y sistemas culturales refinados. A partir de Marco Polo Europa tuvo la conciencia de que no estaba sola en el mundo. Pero además el libro de Marco Polo fue un estímulo para las generaciones que le siguieron, sobre todo en el siglo posterior. «La contribución de Polo fue la información. Estaba llamado a convertirse en una fuente de maravillas y curiosidades, así que más adelante la gente se sentiría tentada de comprobar si lo que describía existía de verdad. Marco Polo era realmente una mina de información y esa mina sería explotada durante siglos», afirma Timothy Severin.

Cuando portugueses y españoles se lanzaron a la exploración del Atlántico en el siglo XV lo hicieron con el deseo de comprobar lo que había dejado escrito Marco Polo: los portugueses, dando el gran rodeo de la circunnavegación de África para llegar a Extremo Oriente; Colón, navegando hacia el desconocido Occidente pero con el mismo objetivo. Es conocido el hecho de que Cristóbal Colón tuvo un ejemplar de El libro de las maravillas (impreso en Amberes en 1485) que anotó de su puño y letra y que ha llegado hasta nuestros días. Es la prueba más palpable de que el espíritu de Marco Polo se prolongó en los siglos siguientes en varias generaciones de hombres que se embarcaron rumbo a… ¿lo desconocido? No, rumbo a lo que había visto a mediados del siglo XIII un comerciante veneciano.

Y sin embargo el relato del largo viaje de Marco Polo tiene todavía el poder de cautivar la imaginación de quien se acerca a él y de transportarlo al descubrimiento de tierras lejanas, física e imaginariamente. Se ha recogido por escrito una anécdota apócrifa según la cual al correr por Venecia la noticia de que Messer Milione estaba gravemente enfermo y que su muerte era cuestión de días, quizá de horas, unos familiares se acercaron a despedirse de él. En la soledad de su alcoba uno de ellos le preguntó si había mentido en todo lo que había contado y puesto por escrito. Dicen que la respuesta del moribundo fue: «No conté ni la mitad de lo que vi».

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