Los grandes personajes de la Historia

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15: Cristóbal Colón » Los últimos años del almirante del mar océano

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Los últimos años del almirante del mar océano

Pese a las quejas que llegaban ya a la Península de la mala administración y los desmanes por parte de Colón y su familia en los territorios descubiertos, los reyes acogieron al almirante con generosidad, confirmándole sus privilegios y honores. La primavera siguiente tomaron las primeras disposiciones para un tercer viaje que, sin embargo, se retrasó más de un año en su ejecución. La nueva expedición estuvo compuesta por ocho navíos y salió de Sanlúcar de Barrameda el 30 de mayo de 1498. Durante el viaje Colón sufrió un primer ataque de gota, la enfermedad que tanto le haría padecer en años sucesivos. El punto de llegada fue distinto respecto a los viajes anteriores. Los barcos llegaron a la isla de Trinidad y exploraron la desembocadura del Orinoco, en la actual Venezuela. El inmenso río y el paisaje, fauna y flora que contempló en sus orillas le causaron una gran impresión, por lo que no dudó en situar allí el Paraíso terrenal. Decidió entonces dirigirse a La Española, donde el destacamento español había cambiado de ubicación. Siguiendo las órdenes de Bartolomé Colón se habían trasladado a una población de nueva creación, Santo Domingo; por entonces los colonos se hallaban divididos entre partidarios y detractores de los Colón. La llegada del almirante tendría que haber servido para apaciguar los ánimos, pero no fue posible y las divisiones se acentuaron. El 21 de mayo los Reyes Católicos firmaron el nombramiento de Francisco de Bobadilla como sucesor de Colón al frente de la administración española en los territorios recién descubiertos. Era un golpe en toda regla a la acción de Colón justo en el momento en que anunciaba a los reyes el hallazgo de Tierra Firme al sur. El 23 de agosto hacía su entrada Bobadilla en Santo Domingo y, pese a su indulgencia inicial, no pudo reprimir las críticas de los partidarios de Colón, por lo que ordenó la prisión de los hermanos Colón y su posterior regreso a España. El profesor Simcox describe así el retorno de Colón a Europa: «Fue enviado de vuelta como un caído en desgracia. Una vez que estuvo a bordo del barco camino de España, el capitán le ofreció quitarle las cadenas ya que allí no hacían falta. Colón se negó, las llevó como un símbolo casi de martirio, como algo que dramatizaba su caso».

De regreso en España fue presentado ante los reyes el 16 de diciembre de 1500, y rápidamente fue liberado. Además, los monarcas quisieron restituirle algunos derechos económicos. Permaneció durante largos meses junto a la corte en Granada, esperando recibir un trato favorable para su caso. Por fin los reyes decidieron organizar un cuarto viaje comandado por Colón, aunque él se sentía viejo y desbordado por el encargo, cuyo objetivo era hallar el camino directo de las fuentes de las especias y descubrir si existía algún estrecho que permitiese facilitar la exploración. Colón aceptó a disgusto, aunque aquello encajase con la composición de lugar que se había hecho sobre los territorios descubiertos. En opinión de Robert Fuson, «en su mente veía Sudamérica como un continente, sin duda, pero como una parte meridional de Asia. Centroamérica sería la península Malaya, y si podía rodearla llegaría hasta el océano Índico». Un estrecho en Centroamérica facilitaría enormemente la labor y permitiría a Castilla una ventaja indudable en la navegación hacia Extremo Oriente. Zarpó de Cádiz el 11 de mayo de 1502 con cuatro navíos y una tripulación de ciento cincuenta hombres. Llegó al otro lado del Atlántico el 15 de junio, y enseguida se centró en su tarea de explorar la costa continental, pero fue un completo desastre. Como señala el profesor Fuson, «el intento de navegar a tierra firme fue un fracaso, no logró instalar el primer asentamiento, tuvo problemas con los indios, tuvo problemas con las tormentas, los barcos se estaban pudriendo… tuvo toda clase de problemas». No obstante, dos episodios demostraron que todavía tenía talento de navegante y alma de aventurero. A su llegada a La Española, antes de partir hacia Centroamérica, fue capaz de predecir que se avecinaba un huracán y aconsejó que no saliese la flota que escoltaría al ya ex gobernador Bobadilla a España. Su consejo fue ignorado, con el resultado de más de quinientos tripulantes muertos y toda la flota perdida. Por otra parte, y ya de regreso a La Española desde Tierra Firme, sus naves encallaron en Jamaica debido a su mal estado. Allí tuvo que esperar más de un año a que enviasen un barco de rescate, durante el cual tuvo todo tipo de problemas con los indígenas. Parece que la predicción de un eclipse lunar sirvió a Colón para amedrentar a los nativos y mantener el nivel de tensión con ellos en niveles aceptables. Por fin puso tasa a tantos sinsabores. El 12 de septiembre de 1504 abandonaba Santo Domingo rumbo a España, y ya no volvería a ver nunca más el Nuevo Mundo que había descubierto.

Llegó a Sanlúcar de Barrameda el 12 de septiembre e intentó desde entonces servirse de las influencias para conseguir que la corte le reconociese los derechos que seguía reclamando sobre sus descubrimientos. Pero para entonces ya estaba muy enfermo y decepcionado. Como recuerda Geoffrey Simcox, «en sus últimos años, Colón estaba amargado, desilusionado, decepcionado. Sentía que la corona española no le había tratado como se merecía». El 20 de mayo de 1506, a los cincuenta y cinco años de edad, fallecía en Valladolid el que fue muy probablemente el mejor marino de la Historia, el almirante del mar océano. En sus escritos dejó constancia de que se sentía poseedor de una misión divina que le había movido a realizar la navegación hacia Occidente. En opinión de Robert Fuson, Colón «estaba obsesionado y se creía que era la Divina Providencia la que actuaba y la que le había escogido. Se veía como un instrumento de Dios, actuando bajo la corona española para desempeñar su misión».

Nunca llegó a ser consciente de que había revelado al mundo un tesoro fabuloso, todo un continente lleno de secretos por descubrir. Poco después de su muerte, la generación de navegantes que tomó el relevo demostraría la verdadera dimensión de lo que se había encontrado y entonces, como había sucedido en el siglo anterior, la forma de entender el mundo y las gentes que en él habitaban cambió definitivamente ante una nueva realidad que demostraba a Europa, Asia y África que no estaban solas en el planeta. Gracias a Cristóbal Colón el mundo fue desde entonces un poco más pequeño y la humanidad, un poco más grande.

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