Los grandes personajes de la Historia

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21: Miguel de Cervantes » El soldado escritor

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El soldado escritor

Ninguna obra literaria escrita en español ha alcanzado una difusión y un reconocimiento comparables con el Quijote de Miguel de Cervantes. Traducido a todas las lenguas y editado sin interrupción desde que viese por primera vez la luz en 1605, el libro cuyo prólogo recogía el deseo frustrado de su autor de que «como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse», no sólo lo sería en efecto, sino que además le consagraría como el más destacado escritor en nuestra lengua y padre de la novela moderna. El Quijote es una novela de novelas, repleta de episodios tan variados como divertidos, sorprendentes y sutiles, pero es también en sus muchos pasajes reflejo de la vida de su autor: aventurero en Italia, soldado en Lepanto, cautivo en Argel, preso en España, económicamente desdichado, familiarmente desbordado y conocedor por todo ello de los más diversos tipos humanos. En la azarosa vida de Cervantes está la clave de la rebosante humanidad de sus personajes, de su verosimilitud y cercanía, aun cuando han pasado más de tres siglos desde que su pluma les diese vida. Y es que, si no fuese porque para hacerle justicia debería escribirla su propio protagonista, la vida de Cervantes bien podría ser un relato de la mejor literatura.

El día 9 de octubre de 1547, el segundo de los hijos varones de Rodrigo Cervantes y Leonor de Cortinas era bautizado en la parroquia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares. Su nombre, Miguel, hace suponer que posiblemente naciese diez días antes, el 29 de septiembre, festividad del santo homónimo, aunque no consta por ningún documento la fecha exacta de su llegada al mundo. Rodrigo Cervantes era a su vez hijo de uno de los personajes notables de la Alcalá de la época, Juan de Cervantes, abogado de profesión y familiar de la Inquisición que llegaría a disfrutar de una posición económicamente desahogada, pero cuya fortuna no compartiría Rodrigo. Éste, sordo desde la infancia, ejercía como cirujano, es decir, el oficio entonces más bajo de la escala médica cuya escasa consideración social lo asimilaba prácticamente con un artesano. La ausencia habitual de su padre, que residió durante muchos años en Córdoba antes de regresar a la ciudad complutense, y su desinterés por la suerte de su esposa e hijos hizo que Rodrigo, lejos de compartir su cómoda situación, se viese abocado a una estrechez que no mejoraría cuando a la responsabilidad de mantener a su madre se sumase la de hacer lo propio con su mujer e hijos. Miguel de Cervantes tenía tres hermanos mayores —Andrés, Andrea y Luisa— y después de él le seguirían otros dos menores —Rodrigo y Magdalena—, por lo que nada tiene de extraño que con tantas cargas familiares y tras un incidente con uno de sus pacientes que vino a perjudicar su reputación como cirujano, Rodrigo decidiese ir con su familia (excepto Magdalena, que aún no había nacido) a buscar mejor fortuna fuera de Alcalá.

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