Los grandes personajes de la Historia

Los grandes personajes de la Historia


24: George Washington » El soldado de la libertad

Página 149 de 268

El soldado de la libertad

Pocos personajes hay a lo largo de la Historia de los que pueda afirmarse que en el momento de su muerte despertaron el apoyo y la admiración unánimes del público. Si a esto sumamos que dichos sentimientos se han prolongado a lo largo de las décadas y los siglos, la lista de candidatos se reduce drásticamente. Uno de esos pocos casos es el del primer presidente de la república federal de los Estados Unidos de América, George Washington (1732-1799). ¿Cuáles son las razones de dicho beneplácito? ¿Cómo el hijo del propietario de una mediana plantación de la colonia británica de Virginia llegó a convertirse en una de las primeras figuras políticas de finales del siglo XVIII y en el padre de la primera democracia contemporánea? Ésta es su historia.

A mediados del siglo XVIII Virginia era un lugar tranquilo para vivir, o al menos lo parecía. Se trataba de uno de los territorios británicos de Norteamérica eminentemente rurales, volcado en la agricultura de exportación, en la que una amplia clase de terratenientes y labradores de diversa fortuna cimentaba su subsistencia en la plantación de productos que agentes británicos llevaban a Londres, desde donde se redistribuían al resto de Europa. La mano de obra esclava era la usada generalmente en las colonias del Sur y cimentaba la prosperidad y el bienestar colectivo de los amos blancos. Éstos se sentían orgullosos de la situación que se habían labrado y de ser súbditos de Su Majestad Británica.

Sin embargo este bienestar no gozaba de una consistencia sólida. La presencia británica en esas tierras apenas contaba con un siglo de vida y varios factores externos ponían en peligro la tranquilidad de los plantadores. Por una parte, las tribus indígenas no habían sido controladas del todo, y menos si tenemos en cuenta que los colonos virginianos veían en las tierras del valle del río Ohio la más prometedora posibilidad de prosperidad económica para el futuro. Por otro lado, la presencia de otras potencias europeas en América del Norte —Francia (en Canadá y Luisiana, al norte y al oeste) y España (en Florida, al sur)— representaba otra amenaza, ya que tenían unos intereses territoriales y económicos que chocaban frontalmente con los de Gran Bretaña y sus ciudadanos de ultramar.

Ir a la siguiente página

Report Page