Lorena, una zorrita caliente

Lorena, una zorrita caliente

Fantasia Porno

Habían llegado las vacaciones y, después de todo un año trabajando para una nueva empresa, me propusieron ir a un curso especializado de formación. A pesar de tener que asistir durante mis deseadas vacaciones, me pareció interesante y productivo, así que decidí asistir. Por lo menos, la empresa me pagaba el hospedaje y las pensiones en Barcelona. Fui con dos compañeros de trabajo con los que no tenía ninguna especial relación. Uno era el típico padre de familia en sus 50 y el otro era uno de esos de los que no te sorprendería leer que es un maníaco depresivo que acabó siendo un asesino, en el periódico de la mañana. Pero no tenía opción, así que me lo tomé con resignación.

Los primeros dos días fueron de presentaciones y charlas bastante aburridas. Así que, cansado de una rutina tediosa, les propuse a mis compañeros salir un poco a los lugares más interesantes de la ciudad, con el plan de desconectarnos un poco y pasarlo bien. Acabamos en el barrio de marcha del momento, donde se mezclaban las más distintas razas urbanas, como en cualquier ciudad moderna.

Entramos en un lugar donde el ambiente era aceptable: lleno pero sin llegar a agobiar, música bailable y animada, y gente de un amplio rango de edad, lo cual hacía del lugar un sitio cómodo para cualquier persona.

Nos sentamos a tomar unas copas. Era el momento de hacer un reconocimiento más exhaustivo de la gente. Mi mirada vagó por el local deteniéndose en los grupos de amigos, la pista de baile, las mesas… Para mi desilusión, no había mucho donde elegir. Las chicas jóvenes que se veían bien (los caramelitos) estaban todas acompañadas y las que estaban solas no eran de las que a uno le atraen a primera vista. Entonces me fijé en una mesa en la que no había reparado. En uno de los rincones, había dos chicas de aproximadamente mi misma edad. Charlaban animadas. Entonces, una de ellas recibió una llamada al móvil y se excusó, saliendo del local y dejando sola a la otra. La chica que se quedó sola prometía. Rubia con el pelo cortado en melenita y cara atractiva. Pero lo mejor era su cuerpo. A pesar de no tener un "cuerpo 10" el suyo era un físico voluptuoso. Unas piernas bien hechas, un culito deseable y, por último sus tetas. Eran grandes y se adivinaban bien tersas. Así que decidí que tenía que "ver" eso más de cerca.

Me acerqué a la mesa aprovechando que mis compañeros la habían abandonado momentáneamente.

Perdona –le dije- pero no he podido evitar ver que te han dejado sola y como yo estoy en la misma situación –mentí- pensé que…

Anda, siéntate –me dijo sin dejarme terminar y mientras me daba un repaso visual descaradamente. Me llamo Lorena, ¿y tú?

Raúl –respondí escuetamente.

Acto seguido me dio dos besos, aunque he de decir que no eran… dos besos convencionales. Lorena se aseguró de que sus labios quedaban pegados a cada una de mis mejillas esos segundos extra que te hacen pensar. Y dadas las circunstancias (y, seguramente, las ganas de estar con una mujer que tenía) lo que pensé es que Lorena iba de caza esa noche. La idea me animó.

Conversamos por unos minutos, bebimos y cada vez la distancia entre nosotros se iba haciendo más y más corta. Pequeños movimientos nos iban acercando y también las miradas se hacían más atrevidas. Ella llevaba un top azul celeste sin tirantes que, desde mi posición, dejaba ver la mitad superior de sus senos que, como había supuesto, eran firmes y parecían tener una piel suave y lisa. Conforme fue avanzando la noche, me di cuenta de que me obsesionaba más y más por esos senos perfectos. Eran como un imán para mi mirada y mis deseos. En una de las ocasiones y a pesar de tener una conversación fluida, me quedé ensimismado mirándolos. Lorena se quedó callada, observándome. Después sonrió y me dijo:

¿Algún problema, nene?

Ah! No… perdona… Es que estaba pensando y…

Sí, claro, daría cualquier cosa por saber qué pensabas- dijo, atrevida

¿Cualquier cosa?- le pregunté a mi vez, tentándola.

Cualquiera, cielo.

¿Crees que te asuste si te soy sincero?

Asustarme… ¿yo? Para nada –dijo, dándome paso.

Me acerqué a su oído y le susurré:

Intentaba imaginar lo preciosas que son esas tetas tuyas al natural y lo que te gusta que te hagan en ellas – Me atreví a confesar.

Mejor que decírtelo, nene, te lo demuestro. ¿Qué te parece? ¿Quieres venir a mi casa o eres de los que hablan pero no actúan?

La conversación había subido de tono a ritmo desenfrenado. Apuesto a que ella estaba tan caliente como yo. Entonces acarició mi nuca con su mano y tirando de mi cabeza hacia la suya, fundió su boca con la mía en un beso húmedo y profundo. Yo busqué inmediatamente su lengua con la mía. Las dos se encontraron dentro de su boca y jugaron, se lamieron, se abrazaron… ajenos ya al mundo que nos rodeaba, nos dedicábamos a devorarnos uno al otro. Discretamente bajo la mesa, su mano voló a mi entrepierna y, sintiendo mi erección, note cómo sonreía sin dejar de comerme la boca. Finalmente nos separamos.

¿Bueno qué, vamos?- me preguntó.

Vamos, contesté escuetamente.

Salimos del lugar cogidos por la cintura, como dos adolescentes en celo. Subimos a un Ford Focus negro y condujo por las calles de la ciudad con habilidad, hasta llegar a su casa. Subimos al séptimo piso y entramos. Todo esto sin mediar palabra, seguramente porque lo único que podía salir de nuestras bocas en esos momentos eran cosas calientes y desesperadas.

Lorena dejó las llaves en la entrada, me tomó de la mano y me llevó a la sala. Me empujó, haciéndome caer de espaldas en un sillón cómodo y moderno y encendió una tenue lamparita en una de las esquinas de la sala.

¿Querías saber como son estas al natural?- Preguntó mientras empezó a amasarse las tetas sobre el top- Entonces… mira y disfruta, nene.

Sólo con la visión de Lorena contoneándose para mí mientras recorría su propio cuerpo con sus manos, me provocó de nuevo una salvaje erección. Se acercaba y se separaba del sillón, como queriéndome tentar. Primero se giró, dándome la espalda y comenzó a bajarse la falda. Aparecieron sus nalgas bajo una pequeña braguita blanca. Moviendo sus caderas, terminó de quitarse la falda, apartándola a un lado. Siguió bailando de espaldas. Giró su cabeza y me miró. Dándose cuenta de mi excitación, me dijo:

Cielo, si necesitas tocarte, hazlo. Lo tomaré como un cumplido.

Así que sin decir nada más comencé a tocarme sobre la ropa. Mi sexo estaba ya duro e hinchado. Ella se viró de nuevo y, esta vez de frente, siguió con sus sensuales movimientos. Llevó sus manos a tus pechos de nuevo y comenzó a subirse el top. Primero me dejó ver la redondez de sus senos, aun medio cubiertos por la ropa. Para mi asombro, no llevaba sujetador, lo que indicaba que lo suyos eran unos pechos duros y bien puestos. Jugó con ellos, acariciándolos por la parte inferior. Mi mano seguía acariciándome, sin querer ser muy enfática todavía. Después termino de sacar el top por su cabeza. Los senos que se mostraron ante mi eran… perfectos. No podría encontrar otra palabra para describirlos. De buen tamaño sin ser exagerados, redondos, tersos… Lorena tenía unos pezones pequeños y rosados y se adivinaban duros, seguramente porque ella debía estar tan excitada como yo. Empezó a amasarlos, acariciarlos… Se pellizcaba los pezones y tiraba de ellos, los retorcía con cuidado, levantándolos de modo que sujetaba el peso de sus senos con ellos. Realmente me estaba poniendo cachondo, sobretodo porque Lorena me miraba fijamente, excitada, mientras hacía todo esto. La cara de ella también expresaba cada vez más excitación. Comenzó a simular con sus manos que tenia mi sexo entre sus tetas, pasando una de sus manos entre sus pechos, mientras sujetaba ambos con la otra mano por debajo. Mi sexo se hinchaba más y más bajo mis pantalones, así que decidí deshacerme de ellos. Los despasé y me saqué los pantalones y los boxers. Mi sexo saltó disparado, mirando al techo.

Mmmm… Así es que me gustan a mí- dijo Lorena- gorditas y de capullo grande.

¿Ah sí?- le dije- esta noche es toda tuya bebé. No te cortes.

Tranquilo- replicó- no lo haré.

Acto seguido se acerco y empezó a acariciar la punta de mi sexo con uno de sus pezones. Después con el otro. Mi mano seguía sujetando mi sexo por la base, haciéndole la faena más fácil.

¿Te gustan mis tetas entonces?- dijo.

Son divinas, nena.

Espero que tu tampoco te cortes, me fascina que me las coman y me hagan de todo en ellas.

Me parece genial- le dije.

Me levante y, tomándola por los hombros, le clavé la lengua en su boca. Su respiración se entrecortaba, excitada y caliente. Después deslicé mi lengua por su barbilla, su cuello y bajé hasta sus tetas. Primero lamí sus pezones, apenas acariciándolos con la punta húmeda de mi lengua. Después los mordisqueé alternativamente uno y otro. Ella jadeaba, dándome su aprobación. Tomé sus tetas en mis manos. Eran realmente duras, tersas, de una redondez perfecta. Eran divinas. Sobándolas con mis manos, que intentaban abarcarlas sin conseguirlo, se las empecé a comer. Succionaba, chupaba, lamía… Todo parecía gustarle y excitarle más y más. Succionaba sus pezones y los metía en mi boca, donde los lamía con mi lengua traviesa. Me separé un momento y esta vez fui yo quien la empujó al sillón. Nos quitamos sendas camisetas, quedándonos desnudos. Me incliné sobre ella y seguí dedicándome a sus pechos, pero dejando que mi sexo hinchado reposara sobre su sexo, que noté caliente y húmedo.

Así, así, no pares, me encanta- jadeaba mientras me animaba- Cómetelas cielo, mis tetas son tuyas, devóralas, mámamelas rico.

Mmmmmmfff- era lo máximo que alcanzaba yo a decir.

Empecé a mover mis caderas, haciendo que mi sexo resbalara entre los labios de su coñito abierto y mojado. La excitación de ambos creció aún más y ella me acompañó moviendo también sus caderas. Me separé de nuevo y subí al sillón, poniéndome a horcajadas. Ella se deslizó hacia abajo un poco y yo conseguí alojar mi sexo entre sus tetas de espectáculo.

Mmmm, me encanta tener esa polla tan cerca- me dijo.

¿Te gusta mi polla?- le dije.

Se me hace la boca agua, corazón- respondió, expresiva.

Entonces cómetela, ¿si?- le incité.

Se sujetó las tetas para que mi sexo sintiera más la presión y abrió su boca, sacando la lengua, viciosa. Empujé mis caderas, haciendo que mi capullo surgiera por entre encima de sus tetas y alcanzara su boca. La recibió con un lametón y después la metió en su boca.

Te gusta, ¿verdad? Te gusta que te folle las tetas, di- le pregunté.

Sí, fóllamelas, dale duro, no pares- respondió sacándosela de la boca para poder hablar- Y me encanta sentir mi boca llena de polla, llena con tu capullo terso.

Seguí follándole las tetas, cada vez más caliente, más desbocado, mientras ella se las sujetaba y me daba una mamada de las que hacen historia.

Uffff…. Cielo, si sigues así, me correré pronto- le advertí.

Hazlo nene, aún queda mucha noche- contestó- Y cuando lo hagas, quiero que lo hagas en mis tetassss.

Sus palabras fueron la gota que colmó el vaso. Sentí la leche subir a presión llenando el tronco de mi polla. Aceleré el ritmo y, cuando estaba dispuesto a salir de su boca para correrme, para mi sorpresa, me agarró el trasero y me mantuvo dentro de su boca.

Empecé a correrme con chorros abundantes en su boca caliente y viciosa. Ella daba grititos de placer y de sorpresa al ver lo abundante de mi corrida. Después me dejó salir y agarrando mi polla con su mano, me siguió pajeando rápido y fuerte, haciendo que los chorros de semen cayeran sobre sus pechos.

Nos convulsionamos juntos mientras terminaba de correrme y, cuando acabé, me enseñó cómo jugaba con mi leche en su lengua, dejándola después resbalar por su barbilla y su cuello. También acarició sus senos, untándose toda con mi leche.

Sin decirme nada y ronroneando como una verdadera gata en celo, acercó su cara a la mía y me dio un beso húmedo, mezclando los sabores de nuestras bocas, sexos, sudores, etc. Delicioso.

Estoy a mil, nene, ¿no me irás a dejar así, verdad?- me dijo.

Claro que no cielo, dime lo que necesitas.

Hoy soy tu zorrita, corazón… Mete tu lengua sabia en mi coñito y verás. Con este grado de calentura… algo tendrás que hacer.

Hice como me pidió, bajé a su sexo y la lamí. Estaba increíblemente mojada.

Ufff… como estás, bebé- le dije. Me fascina lo caliente que eres.

Entonces, ¿a que esperas para llenarme de polla?

Sin decir más, se volteó y, apoyando sus brazos en los del sillón y, con su s pies apoyados en el suelo, me ofreció su trasero.

Métela desde detrás, tu putita te espera caliente, no aguanto más- me dijo.

Necesitas que te folle, ¿verdad?- pregunté.

Sí, Raúl, fóllame. Fóllame bien duro.

Y yo, que soy muy cumplidor. Agarré mi polla, que no había perdido erección y la llevé a la entrada de su coñito. La encaje un poco y agarré sus caderas. Después comencé a empujar y mi polla entró despacio pero sin pausa. Poco a poco. Centímetro a centímetro.

Ella emitió un gemido largo y grave mientras sentía cómo mi sexo hinchado la llenaba por completo. Por fin llegué al fondo.

Sííííííííííí….- dijo- Así me gusta--- Mmmmmm… Lléname. Entra a fondo. Me gusta sentir cómo tus huevos chocan contra mi trasero…

Ya veo que te gusta- le aclaré- eres toda una zorrita caliente, y me encanta.

Comencé a acelerar el ritmo, culeando detrás de aquella mujer que no demostraba ninguna vergüenza al expresar su excitación, deseo y lujuria. Salvajes, follamos como gatos en celo, yo dándole rico desde atrás y ella acompañando mi ritmo, haciendo ondular su espalda, perfectamente al unísono. Pasé mis manos adelante, alcanzando aquellas tetas perfectas y, agarrándolas con mis manos bombeé rápido y fuerte.

Mmmm… Sigue nene, sigue asíiiimmmmmm… me tienes a punto de caramelo- dijo ella.

¿Te gusta cómo chapotea mi polla en tu coñito, Lorena?- Ella estaba totalmente mojada, chorreante, sus flujos resbalando por sus muslos sudados y ardientes.

Sííííí… Es el mejor polvo que he echado en mucho tiempo. Eres un campeón, dame duro, dame, dame más- decía ella, llevada por el placer.

¿Te vas correr? Creo que estás al límite, como yo- quise saber.

Es-toy-a-pun-to….- dijo entrecortada.- Sobame las tetas así, así mismo, mi macho, mientras me follas duro, quiero corrermeeeeeeee. Folla a tu zorrita.

Siiiiii, eres una zorrita divina….

Embestí como loco, agitando todo su cuerpo, como si fuera la último que hacía en mi vida. Nos empezamos a correr casi a la par. Sentí cómo todo su cuerpo temblaba al mismo tiempo que el mío se tensaba en el preludio del orgasmo. Empezó a convulsionarse mientras jadeaba en un clímax total mientras sentía la mi leche subir por el tronco de mi sexo y acto seguido empecé a disparar chorros de semen ardiente dentro de su conchita empapada. Al sentir mis primeras eyaculaciones, Lorena gritó de placer.

Sííííí… Lléname toda de tu leche… Dame mááááássssssssss…….- no podía dejar de hablarme sucio, estaba como poseída.

Ahhhhjjj…- me corría dentro sin poder parar de desbordarme.

Sacudimos nuestros cuerpos salvajemente, frenéticos, en una corrida conjunta que nos llevó a otra dimensión.

Cuando, poco a poco fue pasando la tensión del orgasmo, nos derrumbamos juntos, desnudos, calientes, sudorosos. Olíamos a sexo bruto y puro, saliva, jugos, sudor… Era delicioso.

No recuerdo cuánto tiempo yacimos así, enredados, compartiendo el dulce placer que se siente después de echar un polvo de aquellas dimensiones. Al rato, nos besamos dulce, lenta y profundamente.

Bueno cielo- me dijo- será cuestión de darse una duchita, ¿no?

Mmmmm….- asentí- claro que sí. Queda mucha noche por delante.

Tras la ducha, me retiré, pues tenía que acudir temprano al día siguiente a continuar con el curso de la empresa.

Mañana después de comer, vuelvo a casa- le informé- aquí tienes mi tarjeta… Tal vez quieras que nos veamos si pasas un día por mi ciudad.

Claro que sí cariño- contestó Lorena- dalo por hecho. Pero espera un momento…

Recogió sus braguitas del rincón donde las había lanzado hacía unas horas y se fue a su habitación. Al cabo de un momento regresó con ellas en la mano y, enseñándomelas, me mostró su número de teléfono escrito con rotulador permanente en ellas. Las olió, poniendo intencionadamente cara de lujuria y me las ofreció.

Esto es para que me recuerdas y no perdamos el contacto…- me dijo, besándome en la mejilla, justo al borde de la comisura de mis labios.

Evidentemente, sabes cómo hacer que uno no se olvide de ti, cielo- contesté.

El curso terminó y volví a mi ciudad, al trabajo y a la rutina. Lorena hizo que el viaje en Barcelona valiera mucho la pena. Un día, recibí un e-mail cuyo título era "Tu zorrita caliente echa de menos tu rica polla". Al instante supe que era de ella y esas nueve palabras causaron el mismo efecto que tenerla enfrente (o sea, una terrible erección).

A partir de entonces, seguimos una relación a distancia llena de morbo y visitas esporádicas.


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