Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«¿PAPÁ, TÚ ERES FAMOSO?»

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«¿PAPÁ, TÚ ERES FAMOSO?»

La fama es un traje que los jugadores del Real Madrid lucen de por vida. En función de sus méritos futbolísticos, los jugadores del club blanco disfrutan de diversos grados de popularidad. Copio es lógico, cuanta más calidad, cuanta más historia hayan dejado escrita en el Santiago Bernabéu, más fama. Es el caso de Emilio Butragueño, un jugador que durante las once temporadas que defendió la camiseta blanca (1984-1995) puso una y otra vez en pie a la afición madridista con sus regates eléctricos y sus bellos goles. Esa aclamación constante hacia el «Buitre» perdura en el tiempo, ya que su juego ha dejado una imagen imborrable en el imaginario del madridismo.

Mucho tiempo después de retirarse Butragueño paseaba por una céntrica calle de Madrid junto a sus hijos, aún pequeños. A cada paso los viandantes se daban la vuelta para mirarle. «Mira, es Butragueño». Una y otra vez. El hijo del Buitre, sorprendido ante la cantidad de gente que reconocía a su padre, con candor infantil y el desconocimiento de quien no vivió in sito los partidos gloriosos de su padre, decidió pararse en medio de la calle y le preguntó con inocencia: «¿Papá, tú eres famoso?».

«EL MADRID TIENE UN DON SOBRENATURAL PARA GANAR»

Sin duda uno de los futbolistas más elegantes de los que ha disfrutado el Santiago Bernabéu en su historia reciente es Michael Laudrup. Aunque procedía del Barcelona, el centrocampista danés se ganó un hueco para siempre en el corazón del madri dismo. Para la historia han quedado sus antológicos pases mirando al tendido. Y también una frase con la que definió la idiosincrasia del Real Madrid. «El Madrid tiene un don sobrenatural para ganar. No sé explicarlo, pero es así».

CAMUFLADO DENTRO DE UNA CAJA

Esa misma fama de la que se habla en el texto anterior a veces se convierte en algo abrumador para los futbolistas del Real Madrid, que apenas pueden dar un paso por la calle o cenar tranquilamente en un restaurante sin que les asalten multitud de fans ansiosos de conseguir un autógrafo o una fotografía con el ídolo al que siguen con devoción domingo a domingo. Los jugadores aprenden a vivir con ello y procuran que les limite lo menos posible en sus quehaceres diarios.

Cierta noche de Carnaval Iker Casillas cenaba en un céntrico restaurante con un grupo de amigos. En la calle el ambiente festivo era formidable. Al portero del Madrid le entraron unas enormes ganas de compartir esa alegría que reinaba en el ambiente. Le apetecía recorrer las calles como uno más en medio de aquella algarabía de personas disfrutando de la fecha festiva. Sin embargo, sabía que su condición de famoso le haría casi imposible dar un paso sin que la multitud le abordase una y otra vez. Ni corto ni perezoso, Iker pidió una caja de cartón, le hizo tres agujeros para poder ver y respirar, y se la colocó en la cabeza a modo de rudimentario pero eficaz disfraz. De esta forma pudo recorrer las calles y participar de la fiesta sin que nadie le reconociera.

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