Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


LA QUINTA DEL BUITRE

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LA QUINTA DEL BUITRE

El 14 de noviembre de 1983, un artículo publicado en El País por el periodista julio César Iglesias bautizó a una generación de jóvenes estrellas del Real Madrid como «Quinta del Buitre», un nombre que alcanzó dimensión universal. En buena lógica, Iglesias no debía de ser consciente aquel día de que el término que él acuñó acabaría figurando en todos los libros de historia del fútbol, pero caló tan hondo y con tal fuerza que ya es la definición obligada de aquel grupo de jugadores que triunfó de forma rotunda en el Madrid. «Aquel reportaje fue el acta de nacimiento de la mejor generación española», escribió tiempo después Santiago Segurola, actual adjunto al director de Marca.

Los componentes de aquella quinta eran Butragueño -que capitaneaba el quinteto y aportaba su apodo-, Míchel, Martín Vázquez, Sanchís y Pardeza. Todos ellos jugaban en el Castilla, donde se proclamaron campeones de Segunda División y acabaron acaparando todos los focos en el primer equipo. El primero en subir fue Pardeza, que paradójicamente también fue el primero en salir del Madrid. El actual director deportivo del club merengue fue catapultado al Madrid «A» una temporada antes que el Buitre, Sanchís y Martín Vázquez. En la campaña siguiente se incorporaría Míchel, quien estuvo «a un paso de fichar por el Málaga», como confiesa él mismo, pero que acabó completando el elenco virtuoso de aquellos irrepetibles canteranos en el primer equipo.

LA QUINTA DE LOS MACHOS

Menos prosaico y con menos carga de literatura que el anterior fue el «bautizo» que Hugo Sánchez hizo de su propia generación de compañeros. Poco después de que el apelativo «Quinta del Buitre» hiciera furor entre medios de comunicación y aficionados, el delantero mexicano del Real Madrid también decidió crear un nombre que definiera a aquel equipo blanco de finales de la década de 1980. El «manito» comenzó a emplear el nombre de «Quinta de los Machos», lo que todo el mundo interpretó como un canto a la testosterona, al orgullo y al espíritu indomable del Real Madrid, que en aquella época sumó cinco títulos de Liga. Sin embargo, tan alejada de la realidad fue esa interpretación como sencilla fue la elección del nombre. Hugo Sánchez acabó explicando que se le ocurrió llamar así a su quinta porque al llegar a España escuchaba constantemente a todo el mundo: «¿Cómo estás, macho?», «¿Qué pasa, macho?». Según declara el propio jugador, «Me hizo mucha gracia y por eso decidí bautizar a esa quinta de jugadores con ese nombre».

«PARA LLEVAR EL ESCUDO, PRIMERO HAY QUE SUDAR LA CAMISETA»

El continente africano fue el punto de partida de la pretemporada del Madrid en agosto de 1962. El primer partido lo jugó en Accra (Ghana) contra el Black-Star. En este partido debutaba Amancio con el equipo madridista. Antes del encuentro, en el calentamiento previo, Amancio comprobó que todos sus compañeros llevaban el escudo del Madrid en la camiseta menos él. Al darse cuenta clamó: «¡Pues empezamos bien! ¡No entiendo por qué mi camiseta no tiene el escudo como la de los demás!». Di Stéfano, que estaba cerca de él y escuchó sus quejas, le dijo: «No olvides, gallego, que para llevar el escudo, primero hay que sudar la camiseta».

«¡QUÉ HACÉS, PIBE! ¡EL RECOGEPELOTAS NO JUEGA!»

El jugador gallego volvió a ser protagonista en la visita a Casablanca, donde el Madrid participó en el primer trofeo MohamedV. En el partido que estrenaba el torneo, un atractivo Real Madrid-Inter de Milán, los nervios traicionaron a Amancio. Bajó al centro del campo y al ver junto a una de las bandas a un joven vestido de blanco le pasó el balón, sin percatarse de que era uno de los recogepelotas.

Di Stéfano se fue hacia Amancio como una flecha y algo alterado le dijo: «¡Qué hacés, pibe! ¡El recogepelotas no juega!». Mientras Amancio le miraba estupefacto, Di Stéfano añadió: «¡No vuelvas a bajar al medio campo que esta zona no es para ti! ¡Quédate arriba y a ver si la enchufas en el portal de los italianos!».

«LO PEOR, TÍO, ES QUE LOS GRANOS SE HINCHAN»

En la misma gira a Enrique Pérez Díaz, «Pachín», le tuvieron que poner una inyección al pensar los médicos que se había intoxicado con algún alimento o que había contraído alguna infección en la visita a Ghana. A los pocos minutos de ser inyectado un salpullido rojizo comenzó a brotarle por todo el cuerpo. Pachín, asustado, le preguntó al practicante: «¿Por qué me salen estos granos y me pican tanto?». «Porque es usted alérgico a este medicamento», le respondió el enfermero. Se le acercó un compañero y, al verle tan compungido, le dijo: «¿Qué te pasa, Enrique?». «Pues que estoy… Estoy acongojado», contestó. A lo que el otro repuso: «Será acojonado». Y Pachín dijo: «Será acojonado, pero lo peor, colega, es que los granos se hinchan».

«¿QUÉ CASETE NOS TOCARÁ HOY: EL 12, EL 13…?»

El montenegrino Miljan Miljanic reemplazó en 1974 a Miguel Muñoz, que llevaba en el cargo de entrenador cerca de catorce años. El cambio de técnico fue tan novedoso, por los sistemas de preparación, que a más de un jugador del Madrid los amigos le decían: «Nunca te he visto correr tanto».

Las sesiones de entrenamientos, tanto fisicas como técnicas, rompieron los moldes de las habituales en el fútbol español. Miljanic lo tenía todo esquematizado: «Usted no pase de aquí», «Usted muévase sólo por el centro del campo», «Usted cierre», «Usted abra el juego por las bandas».

A los pocos días de llevar a la práctica esas sesiones de trabajo, las bromas surgieron en el vestuario. Manolo Velázquez dio fe de ello: «Los jugadores, a medida que se acercaba el entrenamiento, nos llevábamos la mano a la frente como si estuviéramos pensando y nos preguntábamos: "¿Qué casete nos tocará hoy: el 12, el 13…?"».

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