Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«¡SPASIC, QUE ES PARA EL OTRO LADO!»

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«¡SPASIC, QUE ES PARA EL OTRO LADO!»

Pedrag Spasic, un tosco central nacido en la antigua Yugoslavia, se ganó en el Mundial de Italia de 1990 su fichaje por el Real Madrid. Fue tras su implacable marcaje sobre Emilio Butragueño, en el partido de octavos de final de aquel campeonato, cuando Ramón Mendoza decidió aflojarse el bolsillo y desembolsar una abultada cantidad al Partizan de Belgrado para hacerse con los servicios de aquel gigantón balcánico.

Spasic, de carácter mucho más campechano de lo que transmitía su agresiva apariencia física, pasó sin pena ni gloria por el Real Madrid. En realidad con más pena que gloria, sobre todo por un gol que el central anotó en el Camp Nou… en su propia portería. En aquella temporada, 1990-1991, Barca y Madrid mantenían una férrea lucha por el liderato. El clásico de Barcelona iba a ser decisivo en el desenlace liguero, y ambos equipos sabían lo mucho que se jugaban aquella noche. Comenzó adelantándose el Barca por mediación de Laudrup (que tiempo después cogería el Puente Aéreo para vestir la camiseta blanca), pero el Madrid no se vino abajo y Butragueño lograba marcar y establecer un empate que era un magnífico resultado para los blancos. Sin embargo, en la segunda parte un balón colgado sobre el área madridista llegó a la cabeza de Spasic. El yugoslavo estaba en la frontal del área pequeña completamente solo, en franca posición para haber realizado un cómodo despeje, pero puso la testa de tal manera que firmó un rotundo cabezazo sobre su portería. Un gol que a la postre daría el triunfo a los azulgrana por 2-1. Cuando Alfredo di Stéfano le vio cabecear a gol sobre su propia puerta, gritó desolado: «¡Spasic, que es para el otro lado!».

EL ÍMPETU DEL «BAÚLES»

Carlos Alonso, manchego de nacimiento y madrileño de adopción, no sólo conoció los años del fútbol primitivo en la Villa y Corte, sino que fue empleado del Madrid durante casi cincuenta años. Entre los numerosos episodios que vivió en el club dejó varios testimonios. He aquí uno de ellos: «Tuve el orgullo y la satisfacción de ayudar a poner las tablas para vallar el campo de O'Donnell, al que se trasladó el Madrid en 1912. ¡Cómo disfrutábamos con los partidos! A veces las entradas eran tan duras que algunos se pasaban de la raya. Como fue el caso de "el Baúles", que para explicar a un compañero cómo se debía entrar a un contrario le rompió una pierna».

«SI SÉ LA MULTA, ME QUEDO TRES DÍAS MÁS EN LA FERIA»

Rafael Gordillo, ídolo del Betis cuando fichó por el Real Madrid en 1985, pensó que una fugaz escapada a Sevilla pasa ría inadvertida, pero al volver de la Ciudad de la Giralda fue llamado al orden por el gerente del club. El propio Gordillo, con esa gracia andaluza que le caracteriza, recordó el anecdótico hecho:

«Un día, al terminar el entrenamiento, salí disparado hacia el aeropuerto de Barajas. Cogí el primer avión que salía hacia Sevilla y me planté en la Feria de Abril. Regresé al día siguiente y, tras entrenar, el mister, Leo Beenhakker, me dijo que tenía que ir rápidamente a ver a Manuel Fernández Trigo, gerente del club. Ni tiempo me había dado a saludarle cuando con una cara que parecía que le dolía el estómago me dijo: "Sabrá usted que lo que ha hecho. Irse a Sevilla sin el correspondiente permiso del club, le supondrá una multa de 25.000 pesetas". "Es cierto, don Manuel, que ayer me fui a la Feria de Abril, pero hoy he llegado puntualmente a la hora fijada por el mister para entrenar con mis compañeros", le comenté. Como Fernández Trigo no aceptaba mi explicación y seguía insistiendo en que sería castigado económicamente, le dije: "Mire usted, don Manuel, si sé que la multa es de 25.000 pesetas me quedo tres días más en la Feria". Al decírselo me quería matar».

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