Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«MÁS NERVIOSOS NOS PONEN LAS VICETIPLES»

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«MÁS NERVIOSOS NOS PONEN LAS VICETIPLES»

A principios del siglo xx las críticas, algunas despiadadas, llovían sobre aquellos hombres que se habían convertido en pioneros del incipiente fútbol español. Las censuras, u otras noticias vinculadas a aquel deporte que aún estaba en pañales, solían publicarse en los medios de comunicación de la época.

En el primer campo oficial que tuvo el Madrid Football Club, ubicado en la antigua Avenida de la Plaza de Toros, donde en la actualidad se encuentra el Palacio de los Deportes de Madrid, la mayoría de los transeúntes ponían el grito en el cielo al ver a aquellos caballeros en calzón y camiseta.

En uno de los partidos que servían de entrenamiento a los pioneros madridistas, contemplados sólo por unos cuantos curiosos, uno de los espectadores defendía la práctica del ball, mientras otro que había a su lado no paraba de censurar la ligera ropa que vestían aquellos precursores futbolistas. El aficionado censor, dirigiéndose al defensor del fútbol, le dijo: «Ni el señor Cayetano, que lleva calzoncillos de cintas, ni la señora Eulogia, con enaguas alrnidonás, comprenden cómo los guindillas [guardias] del señor alcalde, don Alberto Aguilera, no detienen a esos señoritos que, en paños menores, dan tan malos ejemplos a la ciudadanía». Su interlocutor le respondió: «A las que habría que detener es a las vicetiples, que con sus movimientos del cuerpo y enseñándonos sus lindas piernas nos ponen más nerviosos que los señoritos a los que usted se refiere».

«MISTER, ME DUELE EL TRADUCTOR»

José Macanás llegó al Real Madrid en 1972 procedente del Murcia. En uno de los primeros partidos con el equipo blanco, cuando estaba realizando el calentamiento, se fue hacia el entrenador, Miguel Muñoz, y le dijo: «Misten, no puedo seguir calentando porque me duele mucho el traductor». «Pero, hombre -contestó Muñoz-, ¡qué dice usted! El dolor será en el abductor. En el club, que yo sepa, aún no traducimos idiomas». El jugador no se quedó conforme con la explicación del técnico e insistió: «Que no, inister, que no. Es el traductor el que me molesta mucho». Muñoz le miró de soslayo, sonrió, y le dijo: «Váyase al vestuario y póngase en manos de Luis Velerda». El técnico se refería al masajista del primer equipo y que fue quien nos refirió esta anécdota.

«Tras examinarle -comentó Velerda-, le dije: "Pepe, lo que a usted le duele es un músculo que se llama abductor. Apréndaselo bien porque como vuelva a decir `traductor' por `abductor' será el hazmerreír de la plantilla"».

«NO SE DEBE JUZGAR CON LIGEREZA PORQUE LOS JUGADORES DIGAN PALABROTAS»

A primeros de diciembre de 1903 se destacó en el Heraldo del Sport que las porterías tuvieran sus correspondientes redes. El Madrid, en este sentido, también fue pionero. A los que criticaban los recién llegados partidos de fútbol, sobre todo los numerosos aficionados taurinos, les llamaba la atención la novedad de la redes en los respectivos marcos. Un periodista de la citada publicación informó al respecto con esta escueta nota:

Constituye, sí, curiosidad agridulce que la novedad de los partidos sean las hermosas redes que cubren las porterías. Así y todo, el público las pisotea y avanza más de lo ordinario hacia el campo, dando prueba de una falta de educación muy censurable. Y no se debe juzgar a la colectividad con ligereza porque los jugadores pronuncien palabrotas en medio del partido.

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