Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«HABÍA QUE DESPERTARLE A TROMPETAZOS»

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«HABÍA QUE DESPERTARLE A TROMPETAZOS»

En 1973, año en el que Günter Netzer fichó por el Real Madrid, se extrañó de cómo transcurrían las concentraciones, tanto si el partido era dentro como fuera de casa. En las comidas los jugadores tenían que cumplir la norma del club: sólo podían beber agua y una copa de vino. Luego, tras almorzar, era obligatorio irse a descansar hasta la hora de la merienda. Al comprobar Netzer que era ineludible cumplir esa norma, en una de sus primeras concentraciones el alemán puso el grito en el cielo: «¡En Alemania ni comía con vino ni me iba a descansar! ¡Yo quiero comer con Coca-Cola!».

LuisVelerda, que fue quien nos narró esta historieta, además de ser el fisioterapeuta del equipo se encargaba de pasar por las habitaciones para ir despertando a los jugadores después del obligado descanso. Las quejas de Netzer llegaron a oídos de Miguel Muñoz y, ni corto ni perezoso, le dijo aVelerda: «No se preocupe, Luis, ya verá cómo el alemán, sin tardar mucho, cambia su actitud como de la noche al día».

El vaticinio del entrenador se cumplió en la cuarta concentración del equipo. Günter Netzer no sólo se conformaba con la copa de vino que le servían, sino que se tomaba la de los compañeros que le acompañaban en la mesa y que sólo bebían agua. En cuanto al descanso, la clásica siesta española, llegó a ser tan sagrada para el jugador germano que LuisVelerda se las veía y deseaba para despertar al alemán. «Tenía un sueño tan profundo que sólo me faltaba ir a la habitación con una trompeta y despertarle a trompetazos. ¡Menudo cambio dio el señor Netzer, tanto con el vino como con el descanso! El pronóstico del mister fue certero».

EL BALÓN ENTRÓ POR UNA VENTANA DEL MONASTERIO Y DAÑÓ A UNA SEÑORITA

En agosto de 1903, con motivo de unos festejos en San Lorenzo del Escorial, se concertó un partido de fútbol entre el Madrid y el Moncloa. Durante el encuentro, que tuvo como escenario la amplia explanada de losetas de piedra del monasterio, se produjo un episodio que quedó reseñado con esta información:

Como incidente sin consecuencias debemos consignar que, en la primera parte del partido, por la fuerza que el señor Navarro, del Moncloa, imprimió al balón, éste entró por una de las ventanas más altas del monasterio, rompiendo los cristales y dando a una señorita que desde aquel lugar presenciaba el partido.

«PERDONA, QUIQUE; QUERÍA SABER CÓMO ME FUNCIONABA LA BIELA»

El estadio Santiago Bernabéu (15-5-1981) fue escenario del homenaje que recibió José Martínez, Pirri, que el año anterior se había machado al Puebla mexicano tras pertenecer al Madrid durante dieciséis temporadas y ser internacional en cuarenta y una ocasiones. Este fue el motivo de que se organizara un partido en honor de Pirri, disputado entre un combinado de la selección española y el Real Madrid. En aquel encuentro reaparecía el madridista Gregorio Benito, que había estado cerca de cinco meses inactivo después de haber sido operado de una grave lesión en la rodilla derecha.

A los cinco minutos de juego, Benito le hizo una entrada tan fuerte y aparatosa a Enrique Morán que el asturiano rodó con gestos de dolor por el césped. Tras levantarse, Morán se fue como una flecha hacia Benito y le dijo: «Joder, Goyo, no entres con tan mala leche. Ten en cuenta que es un partido-homenaje a un antiguo compañero tuyo y de todos los internacionales. El encuentro, por tanto, debe ser de guante blanco». Benito sonrió, se encogió de hombros y le dio esta explicación: «Perdona, Quique; quería saber cómo me funcionaba la biela». «¿Qué me quieres decir con eso de la biela?», le preguntó Morán. Ésta fue la respuesta de Benito: «Sencillamente, chato, que quería saber si me funcionaba bien la rodilla después de la lesión. ¿De acuerdo, colega?».

«¡DÉLES DURO, FÉLIX, QUE SOY DE PINTO Y ANTIBARCELONISTA!»

El madrileño Félix Quesada perteneció al Madrid entre 1922 y 1936, y se convirtió en el jugador más idolatrado de la tercera década del siglo xx. Potencia, capacidad de sacrificio y fuerte carácter eran las virtudes sobre las que Quesada construyó su carrera deportiva.

Según su viuda, María Rodríguez Agudo, que llegó a ser la socia femenina número 1 del club, su marido era el punto de mira de las aficiones rivales por sus zancadillas y las duras entradas que hacía a los rivales: «En un partido en Barcelona -comentó doña María-jugó con tanto ímpetu que cada dos por tres cometía una falta. No sólo el público se puso contra él, sino también los agentes de la Policía y la Guardia Civil que había en el antiguo campo de Les Corts. En el descanso, camino de los vestuarios, un guardia civil se fue hacia mi esposo. Cuando Félix creía que le iba a llamar la atención e incluso a zarandearle, el agente le dijo: "Muy bien, Félix. Siga así y déles duro, que soy de Pinto y antibarcelonista"».

«COMO SOY MÁS GENEROSO QUE USTED, LE DEVUELVO DOS BASTONES»

En otra ocasión, en la que el defensa madridista también se significó por sus continuas faltas, tuvo un problema con un aficionado. Doña María Rodríguez así lo relató: «Además de no parar de insultarle, un espectador le tiró un bastón cuyo puño era de plata. Félix se quedó con la cara del aficionado y al terminar el encuentro, tras coger el bastón, que había dejado en el banquillo, lo partió en dos. Se acercó al aficionado que se lo había tirado y le dijo: "Para que vea que soy más educado y generoso que usted, no le voy a insultar, pero le devuelvo dos bastones en vez de uno"».

«ADEMÁS DE GAFE ES USTED UN PERFECTO GILIPOLLAS»

En la campaña 1980-1981 el Real Madrid y la Real Sociedad eran los dos candidatos al título de Liga. En la antepenúltima jor nada el equipo blanco se enfrentaba al Atlético de Madrid en Chamartín y el donostiarra al Español en el campo de Atocha. El delegado de campo del Real Madrid, julio Casabella, fue testigo de lo que ocurrió entre el técnico del Madrid y un espectador. Un simpático episodio que, según Casabella, así se desarrolló:

«El Madrid sufría para intentar superar al equipo rojiblanco. Nuestro entrenador, Boskov, era un manojo de nervios. Salía del banquillo y no paraba de dar órdenes a los jugadores. De pronto, un espectador detrás de nuestro banquillo, con un transistor pegado a la oreja, gritó: "¡Mister, mister, que la Real va perdiendo por 1-0 en su casa! ¡Hala, Madrid! ¡Hala, Madrid!". Al oírlo, Boskov enronquecía gritando a los jugadores: "¡Vamos, Uli, vamos, que la Real va perdiendo! ¡Camacho, Santillana… que la Real va perdiendo en su campo!".

»"Miré el marcador simultáneo -continúa Casabella- y comprobé que era la Real la que ganaba al Español por 1-0. Se lo comenté a Boskov, giró la cabeza hacia la grada, se fijó en el aficionado que había gritado que el Español había marcado y, casi en un perfecto castellano, le dijo de sopetón: "Además de gafe es usted un perfecto gilipollas"».

«JOSÉ: ERES MÁS PESADO QUE UNA VACA EN BRAZOS»

José Antonio Camacho jugó en el Real Madrid durante dieciséis temporadas. Marcador implacable por su rapidez, luchador incansable y con gran sentido de la anticipación, llegó a convertirse en el líder de la plantilla por su acusado carácter ganador. Carlos Alonso González, Santillana, compañero de Camacho en el Madrid y en la selección española, nos refirió lo que ocurría en las concentraciones:

«Como sabíamos lo que iba a hacer, todos estábamos preparados a la hora en que solía visitarnos, ya fuera después de comer o de cenar. Camacho iba habitación por habitación y nos daba una incansable charla. Si nos veía leyendo un libro o viendo la televisión perdía los papeles, en el buen sentido de la palabra, y nos decía: "¡¿Queréis centraros en el partido?! Después de jugar os leéis El Quijote o veis la tele hasta que os hartéis".

»Cuando entraba a mi habitación se sentaba encima de la cama y me soltaba su habitual arenga: "Charly, ten en cuenta que mañana jugamos. Deja de leer o ver las chorradas de la tele. Tenemos que estar concentrados al máximo. Tú, Charly, al que te marque te lo meriendas, porque a tu lado es una mierda. Tienes, por lo menos, que meter 2 goles.Ya verás cómo al rival de mañana nos lo cepillamos".

»En similares términos se expresaba con todos los compañeros. Al terminar la perorata, un día, le dije: "Sí, José, sí, llevas razón en todo. Estate tranquilo que no te vamos a fallar, pero eres más pesado que una vaca en brazos"».

«YO CREO, PEPE, QUE DEBERÍAS DEDICARTE AL BOXEO»

José Luis Peinado, al que el periodista José María Ruiz, «Chema», bautizó como «Pepe el Goles», llegó a reconocer que por las noches no sólo padecía pesadillas, sino que incluso se levantaba de la cama como un sonámbulo. Esas circunstancias le crearon más de un problema con el compañero que compartía habitación con él en las concentraciones.

«Lo peor de todo -subrayó José Luis- era cuando soñaba que me estaba pegando con alguien. Además de dar puñetazos a la almohada, me levantaba y golpeaba algunos de los utensilios que había en la habitación. Una de las noches que compartí habitación con Amancio tuve una de esas pesadillas. Cuando fuimos a desayunar Amancio me comentó: "Macho, vaya noche que me has dado. Pensé que me ibas a dejar K. O.Yo creo, Pepe, que más que al fútbol deberías dedicarte al boxeo"».

«JOSÉ LUIS, TEN PIEDAD, QUE SOY TU AMIGO»

En otra oportunidad, cuenta José Luis Peinado, también puso en apuros a Gregorio Benito, al que sus compañeros cariñosamente llamaban «Goyo».

«Recuerdo que regresábamos a Madrid después de jugar un partido. El viaje lo hicimos por la noche en tren y, por tanto, en coche-cama. En el pequeño departamento íbamos Benito y yo.A media noche me líe a dar puñetazos en el techo, ya que a mí me tocó la litera de arriba, y a todo lo que encontraba alrededor. Goyo se levantó y, agazapado, se arrinconó junto a la puerta del cuarto de baño mientras no paraba de suplicarme: "José Luis, por favor, ten piedad. Te aprecio mucho y me considero un gran amigo tuyo. No te vayas a equivocar y en vez de dar puñetazos a la pared y al techo me los vayas a dar a mí en la cara"».

«TIENE ESTO BEMOLES: ME QUITAN AL VIEJO Y PONEN AL JOVEN»

En agosto de 1966 el Madrid se desplazó a Cádiz para jugar el trofeo Ramón de Carranza. En el primer envite del torneo el equipo blanco se enfrentó al Corinthians brasileño, en cuyas filas jugaba el majestuoso Garrincha, que llegó a ser considerado el mejor extremo derecho del mundo.

Manuel Sanchís Martínez se encargó del marcaje del veterano jugador brasileño y pensó que, por la diferencia de edad (él tenía veintiséis años y Garrincha treinta y tres), no tendría problemas para marcarle. Sin embargo, según recuerda Sanchís, el experto brasileño y el compañero que después le reemplazó amargaron la noche al bravo lateral madridista:

«Al cuarto de hora de juego me dije: "Joder con la veteranía de Garrincha! ¡Y decía la prensa que ya estaba mayor!". Me volvía loco para intentar que no se me escapara. Abría los brazos, se me iba por velocidad, me driblaba acariciando la pelota… ¡Vaya primer tiempo que me dio el gachó!

»Tras el descanso, al saber que se quedaba en la caseta, me llevé una alegría tremenda. En su lugar -¡en qué hora!- salió Jairzinho. El "morenito", un joven extremo, me las hizo pasar más canutas que Garrincha. Me superaba por velocidad, me quebraba con sus regates, centraba con facilidad y parecía como si tuviera imantado el balón en los pies. Cogí tal cabreo que pensé: "Tiene esto bemoles: me quitan al viejo y ponen al joven". Cuando terminó el partido salí corriendo para alejarme de Jairzinho».

«¡COMO SIGA ASÍ, ESTE TÍO ME RETIRA DEL FÚTBOL!»

A mediados de mayo de 1968 el Real Madrid y el Manchester libraron una importante batalla en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa de Europa. El equipo inglés se presentaba en el Bernabéu con el solitario gol de ventaja que había logrado en el encuentro de ida.

Minutos antes del partido el entrenador, Miguel Muñoz, habló a solas con Manuel Sanchís Martínez y, entre otras cosas, le dijo: «Usted tiene que marcar a George Best, un chaval de veinte años más bien flacucho, aunque suele ser muy hábil cuando controla el balón. Por ello pienso que por su experiencia no será fácil que se le escape».

Sanchís evocó aquel hecho con este ramillete de frases. «¡Vaya concepto que tenía Muñoz del extremo inglés! De lo que me dijo no dio ni una en el clavo.Y a las pruebas me remito. Nada más comenzar el choque me convierto en la sombra de Best. A los diez minutos de juego ya no sabía lo que hacer para pararle. Si mal no recuerdo hasta me hizo un par de caños. Al terminar el primer tiempo, aunque ganábamos por 3-1, no paraba de darle vueltas a la cabeza: "Como siga así, este tío me retira del fútbol".

»En la segunda parte me acercaba tanto a él que le echaba el aliento, pero Best me daba aún más guerra. En una jugada caímos los dos rodando y nos fuimos contra una de las vallas del campo. Aproveché la jugada para darle tal aviso que lo entendió perfectamente. Se levantó y, tras insultarme en inglés, Best se cambió de banda».

«DON PABLO: LLEVO TODA LA MAÑANA BUSCANDO UN SELLO DE ESPAÑA»

Pablo Hernández Coronado fue jugador, entrenador, directivo, consejero y secretario general del Madrid. En todos los cometidos, incluido el de guardameta, fue una persona emblemática en el club. A los seis años, de la mano de uno de sus primos, Carlos Aparici, que jugó en el equipo blanco entre 1905 y 1908, Hernández Coronado ya era asiduo a los partidos del entonces Madrid Football Club.

En la temporada 1933-1934, de forma provisional, ejerció de técnico en la gira que el Madrid hizo por Alemania y Suecia. En la visita a Hamburgo, tras un paseo por las calles de la localidad portuaria alemana, los jugadores y el técnico regresaron al hotel para almorzar. Don Pablo se percató de que faltaba un jugador. Media hora después el futbolista que se había retrasado entró corriendo al comedor sudoroso y jadeante. «¿Qué le ha pasado?», le preguntó Hernández Coronado. El interrogado, aún con la respiración agitada, le dijo: «Perdone, don Pablo, que haya llegado tarde a la comida. El motivo del retraso ha sido que llevo toda la mañana por Hamburgo buscando un sello de correos de España. Quería mandar una postal a mi madre de esta bonita ciudad».

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