Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«NO LO MEREZCO, PERO LO TRINCO»

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«NO LO MEREZCO, PERO LO TRINCO»

En el mes de febrero de 2008 el Real Madrid organizó un merecidísimo homenaje mundial a su presidente de honor, Alfredo di Stéfano. El jugador que había contribuido decisivamente a disparar la proyección universal del equipo blanco asistió emocionado al tributo. Tras descubrir una estatua con su figura en Valdebebas, La Saeta recibió el premio Presidente UEFA de manos de Michel Platini. Di Stéfano agradeció la distinción con unas palabras en las que mostró su agradecimiento al fútbol por todo lo que le había dado. Aunque para la poste ridad dejó una frase genial, producto de su ironía más fina, cuando tras recoger el premio dijo: «No lo merezco, pero lo trinco». La carcajada fue atronadora. Como la posterior ovación de todo el auditorio, que contaba con la presencia de Joseph Blatter, presidente de la FIFA.

EL ENTRENAMIENTO DE MARQUITOS CON UNA PELOTA DE TRAPO

Al poco de aterrizar en el Real Madrid, procedente del Racing de Santander, Marquitos se encontró con una instrucción muy poco usual que le dio su entrenador, Miguel Muñoz: «Llévese esta pelotita de trapo a la pensión y practique con ella», le dijo el mítico técnico. Muñoz, conocedor de la enorme capacidad que el cántabro acumulaba en sus botas, quería que se esforzase en perfeccionar su técnica. El truco de la pelotita debió de dar resultado, puesto que diez temporadas después Marquitos se despedía del Madrid con cinco Copas de Europa, seis Ligas, una Copa Intercontinental y una Copa de España.

BECKHAM, EL MANIÁTICO

Dentro del torbellino mediático que provocó el fichaje de David Beckham por el Real Madrid, una de las cosas que más sorprendió fue la confesión del futbolista inglés de su trastorno obsesivo-compulsivo. En una entrevista concedida al diario británico The Independent, Beckham explicó que era un maniático del orden y de la simetría. «Sufro un desorden que me obliga a poner los objetos en línea recta o por pares. Así, meto en el refrigerador los botes de Pepsi de dos en dos, y si alguno queda suelto, lo guardo en cualquier armario. Además, cuando entro en la habitación de un hotel, antes de relajarme tengo que hacer desaparecer todos los papeles y libros y meterlos en un cajón. Todo tiene que estar perfecto».

Lo que no llegó a confirmar eran esas informaciones que decían que llevaba trajes blancos para que hicieran juego con sus muebles, que compraba cada dos semanas cuarenta pares de calzoncillos iguales y que insistía en ordenar sus camisas por colores. El futbolista inglés, que también confesó ser adicto a los tatuajes, en parte por cierto masoquismo, explica que ha intentado superar este tipo de trastorno del comportamiento, pero que no ha tenido éxito, por lo que continúa esclavizado con sus irrefrenables manías.

«¡CHE! PARA PISTAS EL AEROPUERTO DE BARAJAS»

A las siete de la tarde del 20 de julio de 1982, bajo un sol de justicia,Alfredo di Stéfano dirigía su primera sesión de trabajo como entrenador del Madrid. Mientras en las gradas del estadio Bernabéu miles de aficionados soportaban la calurosa tarde antes de iniciar el entrenamiento, Di Stéfano ofrecía una rueda de prensa rodeado de cerca de una veintena de periodistas.

Uno de los informadores, con seriedad y como si midiera las palabras, le preguntó al técnico: «Don Alfredo, ¿me puede dar las pistas del sistema que va a emplear el equipo esta temporada?». Di Stéfano, tras unos breves segundos, respondió: «¡Che! Para pistas el aeropuerto de Barajas».

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