Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«CON LA VISTA LOS DRIBLAMOS»

Página 39 de 107

«CON LA VISTA LOS DRIBLAMOS»

En Nueva York terminó la gira que el Madrid realizó en el verano de 1959, donde jugó dos partidos ante una selección formada por jugadores austriacos y estadounidenses. Minutos antes del primer encuentro, Manolín Bueno le comentó a Di Stéfano: «Has visto, Alfredo, la cara de enemigos que tienen los austriacos y los norteamericanos». «Sí, sí, claro que me he fijado, pero vos no te preocupés porque a estos tipos con la vista los driblamos».

El Madrid ganó los dos partidos, por 6-2 y 8-0 respectivamente. Tras finalizar el segundo encuentro, Di Stéfano se acercó a Bueno y le dijo: «¡Che!, querido, ¿viste cómo llevaba razón? Algunos se quedaron bizcos y otros ciegos».

«¿TENGO YO CARA DE APARCACOCHES?»

Hacía algo más de un año que había debutado en el Real Madrid y Raúl González comenzaba a subir los peldaños de la popularidad. Un buen día, tras almorzar con el campeón mundial de rally Carlos Sainz, el jugador madridista comprobó que a veces de nada vale ser famoso.

En aquella ocasión, Raúl vestía un pantalón vaquero de color granate, una camiseta y un anorak beige. Estaba en la acera, cerca del restaurante donde había comido con Sainz, esperando un taxi. Sin mediar palabra se le acercó una pareja que no podía ocultar su madurez y el hombre, mientras la señora presenciaba la escena, le dijo: «Por favor, ¿me puede traer el coche? Es un Mercedes modelo 320, de color negro». Raúl, con gesto serio, no le dejó terminar: «Pero ¿se ha fijado usted bien? ¿O es que tengo yo cara de aparcacoches?».

«SI NO TE IMPORTA, POR LAS NOCHES COMPARTIMOS LA BOINA»

Manolín Bueno, al que se apodó como «el eterno suplente» en las doce temporadas que perteneció al Real Madrid, recordó lo que le ocurrió con su compañero Luis del Sol, que jugó en el equipo blanco dos temporadas.

«Yo dormía con una boina, porque tenía el cabello muy de punta. Como no conseguía dominarlo, pensé que durmiendo con la boina bien ajustada llegaría a domar el pelo. Lo curioso de la dichosa gorra es que la tuve que alternar con mi gran amigo Luis del Sol, con quien compartía habitación en los viajes y en las concentraciones.

»El primer día que coincidimos en una concentración se quedó perplejo al ver que, antes de acostarme, me calaba la boina hasta las cejas. Me miró como si fuera un extraterrestre y le expliqué el motivo de utilizar dicha prenda. A los pocos segundos el sorprendido fui yo cuando Luis me dijo: "Si no te importa, Manolo, por las noches compartimos la gorra. Como ves, tengo el cabello tan de punta que parece un cepillo de raíces". A partir de aquella noche nos la intercambiábamos. Unos días dormía él con la boina y otras era yo el afortunado».

«ME CONOCEN HASTA POR EL TRASERO, COMO A QUEVEDO»

Un día cualquiera del mes de mayo de 2010 cientos de voluntarios iban de un lado a otro por las instalaciones del estadio Bernabéu.Trabajaban con motivo de que no se escapara detalle alguno de la final de la Champions League, en la que el Inter de Milán se adjudicó el título.

Alfredo di Stéfano, sentado y apoyada su mano derecha en un bastón, conversaba con tres ex jugadores en la sede de la Asociación de Veteranos del Madrid. Entraron tres voluntarios a la Asociación y uno de ellos se acercó a Alfredo di Stéfano. El joven se quedó junto a la silla, casi pegado a la espalda del hispanoargentino, y dijo: «Don Alfredo, ¿me puedo hacer una foto con usted?». «Sí, querido, pero no pretenderás que me levante».

El voluntario posó, puso las manos sobre los hombros de Di Stéfano, y sin que éste ni aquél se vieran las caras, uno de sus acompañantes captó la instantánea. Al despedirse los tres voluntarios y salir de la Asociación, Di Stéfano exclamó: «¡Me conocen hasta por el trasero, como a Quevedo!».

Ir a la siguiente página

Report Page