Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«DEJADME A MÍ, QUE SOY UN DON JUAN»

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«DEJADME A MÍ, QUE SOY UN DON JUAN»

Antes de concluir la temporada 1963-1964 el Madrid viajó a Francia para jugar dos partidos amistosos: uno contra el Rouen y otro frente al Lyonnais. Tras uno de los encuentros, al regresar al hotel, un grupo de jugadores subió a la planta donde tenían las habitaciones y, por el pasillo, se cruzaron con una impresionante señorita.Tras mirarla de arriba abajo y exclamar al unísono «¡Vaya hembra!», vieron cómo se adentraba en una de las habitaciones.

Uno de los jugadores que precisamente no era de los más lanzados, según la versión de más de un compañero, afirmó: «Dejadme a mí.Ya sabéis que no presumo de nada, pero en estos casos soy un Don Juan». Llamó a un camarero, le pidió un cigarrillo y fue hacia la habitación donde había entrado la dama. Golpeó la puerta con los nudillos y en un francés macarrónico sus compañeros le oyeron decir: «Buenas noches, señorita. Tiene usted unos ojos que echan lumbre. ¿Me puede dar fuego?». El Don Juan recibió tal portazo como respuesta que no le estampó el cigarro en la cara de milagro. Las carcajadas de los que contemplaron la escena se oyeron hasta el vestíbulo del hotel.

«¡PERICO, ¿QUIERES SACAR YA LA TORTILLA?!»

En la época más gloriosa del Real Madrid, entre la segunda mitad de los años cincuenta y primera de los sesenta del siglo pasado, el popular barman Perico Chicote era asiduo en los viajes del equipo blanco en la Copa de Europa. No sólo llegó a familiarizarse con los jugadores y el pequeño grupo tradicional de aficionados que también viajaban, sino que Chicote se convirtió en el camarero de la expedición.

En su equipaje de mano, entre otras viandas, Chicote llevaba unas tortillas de patatas que se hicieron populares en los desplazamientos por elViejo Continente. Cuando el avión apenas llevaba una hora por los aires, más de un jugador levantaba la voz y decía: «¡Perico, ¿quieres sacar ya la tortilla?!». Chicote, sin más dilación, cumplía la petición, mientras por el pasillo del avión iba voceando: «¡Al rico bocadillo de tortilla, oiga! ¡Al rico bocadillo!».

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