Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


ARBELOA, UN AÑO SIN BEBER COCA-COLA

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ARBELOA, UN AÑO SIN BEBER COCA-COLA

Tras conseguir un gran sueño, muchas personas lo agradecen cumpliendo una promesa previa. El madridista Álvaro Arbeloa estaba «obligado» a ello después de haberse proclamado campeón del mundo en Sudáfrica. Lo curioso del asunto fue la promesa ofrendada por el futbolista, atípica y muy alejada de retos más tradicionales como hacer el Camino de Santiago, dar las gracias a alguna Virgen o santo, volver a Johannesburgo, raparse el pelo… Arbeloa prometió ¡estar un año sin beber Coca-Cola! El defensa, que confesó entre bromas estar enganchado a dicha bebida, cumplió con lo prometido. La ocasión lo merecía.

«¿SIEMPRE ENTRENAS ASÍ O SÓLO CUANDO ODIAS A TU ENTRENADOR?»

El chileno Iván Zamorano ha sido uno de los delanteros más carismáticos de la etapa reciente del Real Madrid. Muy querido por el público, Zamorano se ganó al Bernabéu con sus goles y con su entrega absoluta en cada partido. Buena muestra de esa entrega es una anécdota que él mismo cuenta y que aconteció durante un entrenamiento, en la época en que Valdano era entrenador del equipo. Al partidillo que se estaba disputando sobre el césped de la Ciudad Deportiva entre los jugadores de la primera plantilla se incorporó Valdano. En un lance normal, Zamorano y el técnico pugnaron por un balón. El ímpetu que el delantero chileno ponía en cada jugada provocó que arrollase a Valdano y le hiciese caer con estrépito sobre el terreno de juego. El técnico argentino, con su fino sentido del humor, le espetó: «¿Siempre entrenas así o sólo cuando odias a tu entrenador?».

RAÚL, PITCHER DE LOS CUBS DE CHICAGO

Los futbolistas suelen ser grandes amantes del resto de deportes y no es infrecuente verlos practicar alguna otra modalidad deportiva. Pero nunca se había visto una imagen tan insólita como la de un jugador del Real Madrid practicando una actividad como el béisbol, un deporte que en nuestro país no goza de una popularidad multitudinaria.

El conjunto blanco realizó en 2005 una gira por Estados Unidos que comenzó en Chicago. Una de las actividades previstas antes de enfrentarse al Chivas de México fue una visita al mítico estadio de los Cubs de Chicago, un histórico equipo de béisbol que ese día contó con un pitcher de excepción: Raúl González Blanco. El «7» madridista se caló la gorra típica, la chaquetilla blanca con finísimas rayas azules del equipo estadounidense y probó con un lanzamiento desde la posición de pitcher a un bateador profesional. La ovación que se llevó Raúl por parte de los jugadores locales fue prueba inconfundible de que no lo hizo nada mal.

«CÚBRASE EL ESCOTE O LA TENDRÉ QUE DENUNCIAR»

Sonia Weinberg, la que fuera esposa de Héctor Rial durante cuarenta años, nos abrió las puertas de su casa en el otoño de 2009. Llegó a España junto a su marido en 1954, año en el que Rial emigró de su Argentina natal para fichar por el Real Madrid. Durante siete temporadas el genial interior argentino dejó la imborrable huella de su calidad técnica y sus medidos pases, que ayudaron a convertir a Gento en un extremo izquierdo universal. Al recordar su llegada a Madrid, Sonia nos confesó:

«Veníamos de Uruguay, donde mi marido había jugado en el Nacional de Montevideo, y a los pocos días de vivir en Madrid me quedé impresionada. Llegábamos de un país en el que había libertad de prensa, además de estar legalizado el divorcio y el aborto libre, y nos encontramos en otro, España, en el había una gran pobreza. Entre otras cosas veía por las calles de la capital la cara de resignación de los madrileños. Una época, la década de los cincuenta, de tanto recelo y censura que yo misma pude comprobarlo un día que me daba un paseo por la GranVía madrileña.

»Recuerdo que llevaba un traje escotado. Se me acercó un guardia y me llamó la atención. "¿Se cree usted que está en una piscina?".Yo le contesté: "A una piscina se va en traje de baño". Y él me respondió: "Haga usted el favor de cubrirse ese escote o la tendré que denunciar". Me quedé tan sorprendida e incluso algo asustada que preferí no responderle».

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