Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«¡QUE LOS CHICOS NO PASEN HAMBRE!»

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«¡QUE LOS CHICOS NO PASEN HAMBRE!»

La cantera del Madrid tiene cientos de historias. Una de ellas, la preocupación de Santiago Bernabéu por la mayoría de aquellos chavales que, salvo raras excepciones, crecían sin una alimentación adecuada debido a los escasos recursos económicos de sus padres. Situaciones que vivió muy de cerca José Alberto García y de la que nos refiere la siguiente:

«Al principio, en los años sesenta e incluso en los setenta, pasamos bastantes vicisitudes en la antigua Ciudad Deportiva. Los balones, por ejemplo, eran un tesoro. Como no había suficientes, los que utilizábamos en las categorías inferiores habían pasado por el primer equipo, el Plus Ultra, el de Tercera División, los equipos juveniles… Cuando llegaban a los alevines, infantiles, cadetes… estaban casi destrozados, pero pensábamos que al jugar con ellos los chavales se curtían más.

»Don Santiago era un enamorado de la cantera. Cuando iba a la Ciudad Deportiva a los partidos del Castilla se pasaba por todos los campos para ver en acción a los equipos de las categorías inferiores. Si veía a alguien en el terreno de juego vestido de calle, un entrenador, un delegado, un jugador que atravesaba el campo antes de comenzar el encuentro, se ponía enfermo. "¡En el campo hay que estar con ropa deportiva!", exclamaba. Al mismo tiempo, a los empleados del Departamento de Fútbol no paraba de repetirnos:" ¡Que los chicos no pasen hambre!".

»Durante cuatro o cinco años cerca de treinta jugadores se desplazaban al pueblo gallego de Cedeira, donde acompañados de un entrenador -la mayoría de las veces era Basilio Pozo-, no sólo se alimentaban al máximo, sino que correteaban por el monte y adquirían fortaleza fisica. Juan Leonardo, uno de los camareros del restaurante donde almorzaban y cenaban los jugadores, nos llamaba de vez en cuando y nos decía: "Estaos tranquilos que los chicos están cogiendo peso".

»También recuerdo que la víspera de los desplazamientos con los juveniles le decíamos al encargado del material, Rafael Martín, que se fuera a comprar veintidós lonchas de jamón y el mismo número de barras de pan. El día del viaje, por la mañana, preparábamos los bocadillos -las lonchas de jamón tenían el grosor de un dedo- y los llevábamos al autocar. Hacíamos un alto en el camino y… ¡con qué apetito se comían los jugadores el bocadillo! Si sobraba alguno se repartía entre los más comilones o, por qué no decirlo, se lo dábamos a aquellos chavales que peor lo pasaban en sus casas por la situación económica de sus familias».

«¡MÁS DE UN MES TARDABAN EN DARNOS LOS PASAPORTES!»

Eran años en los que para cruzar las fronteras españolas, por tierra, mar o aire, había que armarse de paciencia. La burocracia era tan lenta y minuciosa que a la hora de hacerse el pasaporte reinaban la incertidumbre y el suspense en los trámites requeridos. Una labor que José Alberto García realizó en diversas ocasiones cuando el Madrid tenía que viajar a Europa o a otro continente, y de la cual no se olvida:

«Conseguir los pasaportes de los jugadores era toda una odisea. Primero fui yo el que llevaba a cabo esta labor y después Jesús García. Entre mes y mes y medio tardaban en dárnoslos. Hubo viajes en los que recibíamos el salvoconducto la víspera o la misma mañana del desplazamiento.

»Había que presentar el permiso militar, antecedentes penales, rellenar una serie de impresos con sus respectivas pólizas, llevarlos a la Secretaría General del Movimiento y a la Dirección General de Seguridad y, por último, que diera el visto bueno al visado el consulado del país donde íbamos a jugar. Cierto es que, a pesar de la inquietud que en ocasiones nos embargaba al ver que se acercaba el día de viajar y no teníamos los pasaportes, nunca se lo negaron a ningún jugador. Eso sí: cuando teníamos que visitar los países del este de Europa, por ejemplo la antigua URSS, había que hacer escala en el país que tuviera consulado soviético, porque en España no existía, para que nos dieran el visado. La mayoría de las veces lo hacíamos en París».

LA PRIMERA FINAL DE COPA MADRID-BARCA RODEADA DE TENSIÓN POLÍTICA

El 21 de junio de 1936, en el campo valenciano de Mestalla, el Madrid y el Barcelona se enfrentaron por primera vez en una final de la Copa de España. Trofeo que a partir de 1931 pasó a denominarse Copa de la República Española.

La ciudad del Turia, como la mayoría de las ciudades españolas, hervía de pasión política. El día del encuentro por la mañana se celebró un mitin del Frente Popular. En el guardameta madridista, Ricardo Zamora, se centraron todos los ataques, librándose del impacto de una botella que le lanzaron. Representantes del Partido Comunista también daban sus consignas por las calles valencianas. Apenas un mes después comenzaba la Guerra Civil que ensangrentó a España.

El encuentro, ante cerca de 30.000 espectadores, no tuvo la brillantez que se esperaba a pesar del rancio abolengo de los dos contendientes. A los veinte minutos, tras los tantos de Eugenio y Lecue, el Madrid empezó a acariciar el título, aunque antes del descanso Escolá acortó distancias. El madridista Souto, lesionado en un choque con Raich, jugó todo el segundo tiempo como extremo izquierdo.

Después de la tregua, el equipo blanco replegó sus líneas y el azulgrana comenzó a dominar el partido con más corazón que cabeza. La última media hora transcurrió sacando la casta los dos equipos y con graves incidentes en las gradas. Escolá, tras una preciosa jugada entre Ventolrá y Raich, tuvo en sus pies el gol del empate, pero Zamora hizo la que quizás fuera la mejor parada de su vida. En una prodigiosa estirada desvió el balón que iba camino de alojarse en la red.

El mítico guardameta, al que compañeros y aficionados llevaron a hombros al finalizar el encuentro, había evitado la prórroga con su soberbia parada. Zamora, en medio de una calurosa ovación y como capitán del Madrid, recibió el trofeo. Veinticuatro horas después, en un artículo publicado en el desparecido diario Ya, Ricardo Zamora se despedía de la afición y de su trayectoria futbolística. Ostalé arbitró el partido con estas formaciones:

Madrid: Zamora; Ciriaco, Quincoces; Pedro Regueiro, Bonet, Souto; Eugenio, Luis Regueiro, Sañudo, Lecue y Emilín.

Barcelona: Iborra; Arezo, Bayo; Argemí, Franco, Balmanya; Ventolrá, Raich, Escolá, Fernández y Munlloc.

EL BANQUETE EN HONOR DE LOS CAMPEONES COSTÓ 10 PESETAS

El club, tras proclamarse el Madrid campeón de Copa en Mestalla, imprimió unas invitaciones en las que figuraba el escudo sin corona y con este texto:

Banquete en popular honor de los campeones de España de 1936.

Organizado por el Madrid C. E

Se celebrará en el campo de Chamartín, el sábado día 27 del actual, a las dos y media de la tarde, servido por la Casa Molinero.

Junio 1936.

Menú: entremeses variados, arroz a la valenciana, medallones de merluza dos salsas, ternera a la jardinera, helado «Madrid E C», pasteles, frutas, café, licores, vino tinto.

Precio: 10 pesetas.

«SI TUVIERA LA CABEZA IGUAL QUE LA TÉCNICA SERÍA UN CRACK MUNDIAL»

El doctor Basilio Moreno, eminente endocrino español, fue colaborador del Real Madrid como asesor de endocrinología y nutrición de la cantera madridista y del primer equipo de fútbol y baloncesto. En la temporada 1996-1997 el club le encomendó ser el asesor de Fabio Capello en nutrición y composición corporal, lo que suponía que cada cierto tiempo los hombres de Capello pasaran rigurosos exámenes de esta especialidad. A mediados de mayo de 2011, el doctor Moreno nos contó esta curiosidad:

«Raúl era el primero en llegar a los entrenamientos y el último en salir del vestuario. Había días en que a las nueve de la mañana, cuando llegaba junto a mi equipo médico, ya estaba correteando o haciendo ejercicios por la antigua Ciudad Deportiva. También recuerdo que el perímetro del muslo de Roberto Carlos era impresionante.

»En una de aquellas jornadas, bromeando, Capello me dijo: "Hasta ahora, y mire que llevo años en el fútbol, nunca había visto a un jugador con la técnica de Guti. Domina el balón con gran maestría y sus pases son prodigiosos, pero tiene la cabeza llena de pájaros. Si Guti tuviera la cabeza igual que la técnica sería un crack mundial"».

«SE DISCUTIÓ AMPLIAMENTE EL NOMBRE DEL CLUB»

Pedro Parages Diego de Madrazo fue una de las personas más influyentes del Madrid Football Club. «Perico», como cariñosamente le llamaban sus numerosos amigos, fue fundador del club, jugador durante siete temporadas y presidente en cuatro etapas diferentes: 1912,1916-1918, 1920-1926 y 1928-1929. Hasta sus últimos días (falleció el 15 de febrero de 1950) se volcó en cuerpo y alma por el Real Madrid.

En un largo escrito de su puño y letra Parages dejó un amplio testimonio de los años prehistóricos del Madrid, que resumimos en estos apartados:

[Para] rememorar aquellos tiempos de fundación y primicias en su desenvolvimiento de mi querido Real Madrid C. E me es necesario dejar bien sentado de antemano que la idea de constituir un club fue fruto de un grupo de muchachos de dieciocho a veintiséis años que a la sazón, por falta de número suficiente para formar un equipo, practicaban este juego en un terreno lindando con el Tiro de Pichón, dentro del Retiro, colocando un portero, dos defensas y, según el número, tres o cuatro delanteros que se pasaban el balón y tiraban a meter goal.

El número de aficionados fue creciendo, unos por ser extranjeros empleados en Madrid, y otros que, estando estudiando en el extranjero, aprovechaban sus vacaciones en Madrid para adherirse, aunque sólo fuera durante los días de asueto. Fueron creándose ambiente y adeptos, llegando el momento en que el número fue suficiente para hacer dos equipos más o menos completos que acudían a la pelea, dirigida siempre por un árbitro o referee de los mismos jugadores.

En el año 1900 los resultados de este tanteo dieron tales ventajas que el número de socios fue creciendo y no hubo más remedio que pensar en constituirse en sociedad. No tan sólo para tener la personalidad debida, sino para también ajustarse a las medidas de seguridad. Concebida así la necesidad de crear un club, fue menester denominarse. Se discutió ampliamente. Hubo quienes, siguiendo la influencia de los nombres extranjeros, querían adaptar un nombre que recordarse algunos de aquellos clubes más en boga -Racing, Starle, Old Bugs, etc.-, pero como forzosamente tenía que tener la aclaración de la ciudad de residencia se fueron suprimiendo todas aquellas denominaciones que, siendo copias y plagios, se relegaron a segundo término, dando mayor importancia nominativamente a la ciudad.

El primer club que se creaba con el nombre de la capital de España, quedando constituido, fue bajo la denominación de Madrid Football Club, incorporando las dos palabras inglesas para aclarar la índole del deporte a practicar. Como toda entidad legalmente constituida, debió elegirse una junta directiva, cuyos cargos recayeron en Juan Padrós, presidente; EnriqueVarela, vicepresidente; Manuel Mendía, secretario; José de Gorostiza, tesorero; y cinco vocales: Antonio G. Neyra, Mario Giralt, Carlos Mertens, Álvaro Spottorno y Arturo Meléndez. Todos ellos, salvo el presidente, jugadores del equipo.

«EL CAMPO ERA DE LA REINA MARÍA CRISTINA Y DE LOS CONDES DE VILLAPADIERNA»

Sobre la cuota que se puso a los socios, el primer terreno de juego y la sede o local del club en la alborada del siglo xx, Pedro Parages decía:

Se estableció una cuota de 2 pesetas mensuales y nos lanzamos al alquiler del primer campo -en la avenida de la Plaza de Toros-, perteneciente una parte a S. M. la reina doña María Cristina y la otra a los condes de Villapadierna, mediante un alquiler de 125 a 150 pesetas anuales.

En un principio la sede del Madrid Football Club fue una taberna de la misma avenida de la Plaza de Toros (La Taurina), lindando con el terreno de juego y cedida a cambio de las consumiciones que cada uno de nuestros socios y jugadores efectuaba, con derecho a podernos vestir y guardar los palos de las porterías.

El número de socios fue en aumento y, habiendo quedado un piso bajo desalquilado de un almacén de construcción a unos 25 metros del campo, la junta directiva tomó el acuerdo de alquilarlo mediante el pago de 30 pesetas al ales. La recaudación mensual en sus comienzos arrojaba unas 60 a 70 pesetas, que había que administrar para pagos de los alquileres, el sereno y gastos de secretaría: impresos, correos, etc. Todo el equipo de vestuario, indumentaria, botas y balones, era a cuenta de los socios jugadores.

«CUANDO TUVIMOS DOSCIENTOS SOCIOS FUE TODO UN ACONTECIMIENTO»

En el último párrafo del manuscrito, Parages comentaba:

La realidad es que el fútbol fue tomando auge, aumentando en cada temporada su fecundidad, a la vez que el número de socios se acrecentaba. Cuando tuvimos el número de doscientos fue todo un acontecimiento que se celebró con satisfacción y alegría, permitiéndonos mejorar el vestuario y pensar en la creación de una plaza de conserje.

Nuestro centro de reunión llegó a ser la Maison Dorée, un café de la calle de Alcalá. Era nuestra peña y donde celebrábamos las juntas de la Directiva, a la vista de todos los socios y contertulios, en las que se inmiscuían a veces en las discusiones los camareros, que empezaban a apasionarse y a comprender con más o menos acierto las reglas del juego, empleando palabras importantes del inglés referente a este juego sin saber sus significados, pero sí lo que representaban. De allí salieron el «orsay» (offside, fuera de juego), el «forbard» (forward, delantero), «córner» (esquina), «goal-keeper» (portero), o «chut» (shoot). Palabras que fueron castellanizándose.

VELÁZQUEZ Y CHENDO TRABAJARON EN EL CLUB DE BECARIOS

Los responsables del Departamento de Fútbol seguían muy de cerca los pasos de los jugadores que habían ingresado en la cantera. Sobre todo los que ya habían traspasado el pórtico de la infancia a la adolescencia. Es decir, los juveniles, en edades comprendidas entre los quince y dieciocho años. Si no cursaban estudios, lo mejor era que tuvieran alguna obligación para evitar que por las tardes los ratos de ocio se convirtieran en alguna que otra frivolidad.

Un ejemplo fueron los casos de ManuelVelázquez y Miguel Porlán, «Chendo», cuando estaban en los juveniles. Aunque llevaban una vida acorde con la disciplina y la normativa del club, Miguel Malbo y su equipo,José Luis Ajenjo,José Alberto García y jesús García, tras mantener una reunión, decidieron que por las mañanas hicieran labores de becarios en el Departamento de Fútbol.

El motivo de este quehacer no era otro que, como los entrenamientos eran en sesión vespertina, aVelázquez y Chendo no se les hicieran las mañanas tan largas y ociosas. Los dos jugadores, que luego llegaron al primer equipo madridista, se afanaban en meter cartas en sobres u otros cometidos relacionados con el citado departamento.

EL NOMBRE DE CHAMARTÍN LO PUSIERON LOS AFICIONADOS

A primeros de enero de 1924, comprobando el buen ritmo que llevaba la construcción del campo de Chamartín, se celebró una Junta General en la que se nombró directivo a jesús Aguirre como inspector de las obras; a Santiago Bernabéu organizador de los diversos equipos de la entidad; al conde de Gomar encargado de la sección de laven-tennis; a su hermana Josefina, responsable del deporte femenino; a Rafael Hernández Coronado del atletismo; y a Tomás Lara de la Sección de Natación.

Durante la junta, además de fijar la fecha de inauguración, surgieron algunas discusiones entre los reunidos a la hora de decidir el nombre que debía llevar el nuevo campo. Algunos pretendieron que se denominara Parque de Sports del Real Madrid, pero la mayoría se inclinó por un nombre más sencillo: Campo del Real Madrid Club de Fútbol, que fue el que finalmente se aprobó.

Serían los aficionados los que al haberse levantado el campo en lo que por aquel entonces era el barrio de Chamartín de la Rosa lo llamaran campo de Chamartín. Con esa designación ha pasado a la historia, aunque nunca fue su nombre oficial.

EN 1955 CHAMARTÍN PASÓ A LLAMARSE ESTADIO SANTIAGO BERNABÉU

El 2 de enero de 1955, presidida por Santiago Bernabéu, tuvo lugar una junta General. En el transcurso de la misma el compromisario señor Santos propuso que el campo de Chamartín pasara a denominarse estadio Santiago Bernabéu. La sugerencia del socio madridista se adoptó por aclamación. El presidente, visiblemente emocionado, dio las gracias por este gesto, hizo un balance de los éxitos económicos y deportivos y terminó poniendo el cargo a disposición de la junta, que unánimemente ratificó su confianza en Santiago Bernabéu. Después de recibir una ovación con atronadores aplausos, Bernabéu dijo: «Me parece excesiva, tras la propuesta del señor Santos, que el estadio lleve mi nombre, pero acepto la voluntad de todos ustedes, compromisarios de la sociedad».

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