Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


«LO QUERÍAMOS MACHACAR»

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«LO QUERÍAMOS MACHACAR»

En aquella cuarta final europea Enrique Mateos marcaba el primer gol a los dos minutos de juego. Nueve después el propio Mateos era derribado dentro del área por Jonquet. El alemán Dusch, árbitro del encuentro, pitó el penalti sin vacilar.

Alfredo di Stéfano, en un día que hablamos de aquella final continental, recordó lo que pasó a la hora de lanzar el máximo castigo.

«Cojo la pelota y oigo que me chistan por detrás. Era Mateos, quien no paraba de decirme: "Por favor, Saeta, déjame tirar el penalti, que si lo meto no sólo seré la estrella de la final, sino que al terminar la temporada tengo que renovar el contrato y el club lo tendrá en cuenta". Accedí a la petición, y cuando vimos que Colonna paraba el lanzamiento, todos los compañeros lo queríamos machacar».

«SOIS UNOS TÍOS COJONUDOS»

José Emilio Santamaría, refiriéndose también a aquella final de la IV Copa de Europa, nos reveló lo que aconteció en la caseta:

«Cuando estábamos en el vestuario celebrando el título por todo lo alto, entró Santiago Bernabéu y la algarabía cesó por unos segundos. El presidente, con esa voz sonora que tenía y, como siempre, disimulando la alegría que le embargaba, dijo: "Sois unos tíos cojonudos". Quiero recordar que por la victoria frente al Stade de Reims nos dieron a cada jugador 35.000 o 40.000 pesetas».

«LA SAETA»

El primer día de octubre de 2007 la Terminal número 1 del aeropuerto de Barajas acogía un acto novedoso: la puesta de largo del avión oficial de un club de fútbol. El Real Madrid presentaba ese día «La Saeta». No se trataba de ningún fichaje estrella que compartiese apodo con Di Stéfano, sino de la nueva joya de la coro na: un MD-83 de la compañía Swiftair bautizado así en honor del mítico futbolista. El conjunto blanco entraba así en el selectísimo grupo de clubes que disponían de su propio avión privado para los desplazamientos. La aeronave, decorada dentro y fuera con los símbolos del Real Madrid, contaba con su propia tripulación y había reducido el número de asientos de los 179 de serie a 139 para que el pasaje disfrutase de mayor comodidad (la distancia entre asientos se ampliaba así de 73 a 92 centímetros).

Al acto de presentación, presidido por Ramón Calderón, acudieron los capitanes de las plantillas de fútbol y baloncesto. El propio Di Stéfano, presidente de honor del club, descorrió una cortinilla bajo la ventanilla del piloto, a modo de bautizo oficial, tras la que apareció rotulado el nombre del avión: ‹La Saeta». El estreno oficial se produjo al día siguiente, con el trayecto Madrid-Roma, a donde hubo de volar el equipo blanco para disputar un partido de Champions frente al Lazio.

LA NOCHE QUE SE CAYÓ LA PORTERÍA DEL BERNABÉU

El 1 de abril de 1998 el Real Madrid se enfrentaba en el Santiago Bernabéu al vigente campeón de Europa, el Borussia Dortmund, en busca de un puesto en las semifinales de la Copa de Europa. Los blancos estaban imparables en el camino hacia el título, que a la postre lograría esa misma temporada, treinta y dos años después de la última vez. La afición madridista, consciente de la importancia de aquel partido ante el conjunto alemán, llenó el Bernabéu a reventar. El ambiente era el propio de las más grandes ocasiones, el de las denominadas «noches mágicas».

En los prolegómenos del partido, en el excitadísimo fondo sur, numerosos aficionados se subieron a una valla protectora para exteriorizar su apoyo al equipo. Mientras tanto, los dos equipos formaban protocolariamente en el centro del campo. La valla no aguantó el peso y cedió, con tan mala fortuna que en su caída se llevó por delante los dos postes que sujetaban la portería y ésta se desplomó sobre el césped. Lo nunca visto. Una sensación de estupor recorrió el coliseo blanco. La portería, que databa del Mundial de 1982, tumbada en el suelo provocó una reunión de urgencia entre el árbitro holandés, Van der Ende, y los responsables del conjunto blanco. En ese momento lo que no debía haber pasado de simple anécdota se convirtió en una auténtica odisea: ¡en el Santiago Bernabéu no había portería de repuesto! El equipo alemán sugirió al árbitro la posibilidad de suspender el partido, pero el colegiado aguardó con paciencia ante la promesa de los blancos: «Ahora mismo traemos una portería».

Agustín Herrerín, escoltado por dos policías, salió disparado hacia la Ciudad Deportiva. Allí, ayudado por un empleado, subió una portería a un destartalado camión que enfiló de nuevo hacia el Bernabéu. Una hora después del incidente la nueva portería aparecía en el césped recibiendo la misma ovación que se habría llevado el más flamante fichaje del momento. La portería se ancló, el partido se disputó sin problemas, el Madrid ganó 2-0 (goles de Morientes y Karembeu) y dio así un pasito más hacia la séptima Copa de Europa.

«EN PLENA DICTADURA ME ATREVÍA A LEER A ESCRITORES RUSOS»

Manuel Joaquín Fernández, «Pahíño», llegó al Real Madrid procedente del Celta en 1948. Venía avalado por ser un delantero centro que manejaba las dos piernas, con durísimos disparos y dueño de espectaculares remates de cabeza. Era, en una palabra, un sensacional goleador.

A Pahíño, deportiva y personalmente, siempre le agradó pasar inadvertido. Por otro lado, sus convicciones ideológicas le llevaron a una apasionada afición por la literatura de autores vetados, cuando no prohibidos, por el régimen de Franco. En enero de 2010, en una entrevista que nos concedió en una cafetería cercana a su hogar, Pahíño afirmó:

«Cierto es que por aquella época tenía una magnífica colección de escritores rusos que eran para quitarse el sombrero. En plena dictadura franquista, a pesar de que si te pillaban te podían detener, yo me atrevía a comprarlos. En Barcelona, concretamente en Las Ramblas, había muchos quioscos. El dueño de uno de ellos era amigo mío y me los conseguía. Me encantaba leer a Tolstói y Dostoievski, pero también a otros norteamericanos, como Hemingway.

»Recuerdo que en una entrevista que me hicieron en Inglaterra manifesté que me afanaba en la lectura de Tolstói y Dostoievski. Cuando se publicó se armó la marimorena porque los mandamases de España eran los de la camisa azul y el pantalón negro. Los falangistas, vamos».

«SI HUBIERAS JUGADO A MI LADO ACABAMOS CON LOS NÚMEROS DEL MARCADOR»

En la misma charla Manuel Fernández nos confesó: «Se lo digo con mucha modestia, pero habría formado una dupla fabulosa con Alfredo di Stéfano. El Madrid me ofreció renovar por un año, pero yo quería tres. El club se mantuvo en sus trece y contrató a Pérez Payá para sustituirme. Le estoy hablando del año 1953, en el que, desgraciadamente, me tuve que marchar del Real Madrid. Era el año en que Alfredo debutaba con la camiseta blanca. Me fui y fiche por el Deportivo de La Coruña, en el que estuve tres temporadas.

»En mi primera campaña con el Deportivo, 1953-1954, en el partido que jugamos en Riazor contra el Madrid, Di Stéfano me dijo: "Che, querido, lamenté mucho que te marcharas, por que si hubieras jugado a mi lado acabamos con los números del marcador"».

«EL CHE GUEVARA ESTUVO ENTRE EL PÚBLICO VIENDO EL PARTIDO»

Entre los numerosos recuerdos de su vida deportiva Pahíño rememoró otro que vivió en Bogotá:

«En el mes de junio de 1952 el Madrid se desplazó a Sudamérica. Los dos primeros partidos que jugamos fueron contra el Millonarios, en el que estaba Di Stéfano y ya había rumores de que tarde o temprano vendría al Real Madrid. El equipo colombiano nos ganó en las dos confrontaciones. En la segunda me anularon un gol que, desde mi punto de vista, fue legal. Sin embargo, lo más curioso de estos dos partidos fue que el Che Guevara, y está documentado, estuvo entre el público presenciando uno de aquellos encuentros».

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