Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


SIN DUCHARSE POR FALTA DE AGUA

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SIN DUCHARSE POR FALTA DE AGUA

Aunque al Real Madrid le suelen recibir en todos los campos con todos los honores, a veces hay imponderables que provocan situaciones a las que no están nada acostumbrados los jugadores blancos. Como ocurrió el 24 de enero de 1988, cuando los futbolistas del Madrid tuvieron que abandonar las instalaciones del estadio de Zorrilla, tras jugar ante el Valladolid, sin poder ducharse por falta de agua. Según algunas versiones no hubo justificación para ello.Y aunque se trata de una anécdota sin ninguna importancia, algo más relevante fue el hecho de que, gracias a la visita del equipo blanco, en ese partido elValladolid superara por primera vez la cifra de 50 millones de pesetas en la recaudación total del encuentro.

«SI ME DICE ALGO LO CRUCIFICO»

Manuel Bueno, sevillano de nacimiento y gaditano de adopción, conocido cariñosamente como «Manolín», nos recordó lo que le pasó en un encuentro amistoso jugado en terreno madridista:

«El club organizó dos partidos entre la Juventus y el Madrid. Creo que fue por el traspaso de Del Sol al equipo italiano. El primero lo jugamos en Italia y el segundo en el Bernabéu. El de casa se tuvo que resolver por penaltis. Llega el momento de lanzarlos y Santamaría me dice: "Manolín, tira tú el primero". Entonces le respondí: "Pero, Pepe, ¿cómo voy yo a lanzar el primero estando Di Stéfano, Puskas…?". Logró convencerme y me fui hacia el punto de penalti. No sé si me resbalé, pero lo cierto es que mandé el balón al banderín de córner. ¿Qué si me dijo algo Santamaría? Si viene a decirme algo lo crucifico».

EL FICHAJE DE ZAMORA: 150.000 PESETAS POR EL TRASPASO, 50.000 DE FICHA Y 3.000 PESETAS MENSUALES

La mediocre campaña que hizo el Real Madrid en la temporada 1929-1930 encendió las alarmas del club. El presidente, Luis de Usera, hizo importantes fichajes, pero el que provocó mayor impacto en el fútbol nacional fue el de Ricardo Zamora, considerado por entonces el mejor guardameta del mundo.

Concluidas las negociaciones entre Pablo Hernández Coronado y Daniel Cañellas, secretarios respectivamente del Madrid y del Español, Ricardo Zamora llegó a Madrid acompañado de Rosario, su mujer. En el hotel madrileño donde se hospedaron el guardameta se comprometió con el Madrid en presencia de Hernández Coronado, Cañellas y Manuel Domingo Rienzi, prestigioso periodista de la época. Cuando todos los presentes se dieron un apretón de manos, Daniel Cañellas dijo: «Es la ficha más cara que quizá se registre en el fútbol español». ¡Si Cañellas levantara la cabeza! El Madrid pagó al Español 150.000 pesetas por el traspaso, mientras Zamora percibiría 50.000 anuales en concepto de ficha y 3.000 de sueldo al mes.

La incorporación de Ricardo Zamora al Madrid generó tal entusiasmo que alrededor de 5.000 personas solicitaron inscribirse como socios. Además, las obras que se hicieron en el Viejo Chamartín con el fin de albergar a los nuevos asociados se aprovecharon para ampliar las medidas al terreno de juego, lo que suponía jugar un fútbol más abierto y ofensivo. En el club se frotaban las manos por la inyección económica que había supuesto contratar a Ricardo Zamora. ¡Qué tiempos, Miquelarena!

TEMOR AL DEBUT, PROTEGIDO POR LA GUARDIA CIVIL Y GRAVE LESIÓN

Días antes del debut con el Real Madrid, Zamora aseguraba: «A pesar de todo, tengo miedo a mi presentación. Me parece que voy a actuar por primera vez en mi vida. He oído a cantantes, actores y autores que tienen un miedo horrible a trabajar y a estrenar en Madrid. No porque el público sea malo, sino porque es demasiado inteligente y, como sabe, exige».

En la otoñal tarde del 5 de octubre de 1930 Zamora se estrenaba como guardameta del Madrid en la cuarta del Campeonato Regional. ElViejo Chamartín vibró con el triunfo madridista (3-2) ante el Racing matritense y Zamora recibió una larga y calurosa ovación. Siete días después la visita del Athletic Club de Madrid provocó una inusitada demanda de entradas. Hubo aficionados que se sentaron junto a las vallas que delimitaban el campo de Chamartín. El primer tiempo acabó con un solitario gol del rojiblanco Losada. Al iniciarse la segunda parte Zamora tuvo que ser protegido por la Guardia Civil. Un grupo de entusiastas aficionados saltaron al campo cuando, camino de la portería, intentaban abrazarle.

En el minuto 51, al lanzarse Zamora a los pies del rojiblanco Buiría, cayó lesionado. El guardameta evitó el gol, pero se quedó tendido en el césped con manifiestos gestos de dolor. Tras la primera revisión médica, al día siguiente el doctor Antonio Oller manifestaba: «Ayer, en el vestuario del Madrid, después del reconocimiento que le hice a Zamora, ya pude aclarar que además de la luxación del húmero quizás tuviese fractura en el omoplato. Desgraciadamente la radiografia que acabo de hacerle ha confirmado mis temores. Zamora sufre luxación del húmero y fractura del cuello quirúrgico del húmero izquierdo. Pronóstico funcional grave. Yo pondré de mi parte todo lo que pueda para que el gran guardameta no quede fuera del fútbol español. Si todo responde, es posible que dentro de tres o cuatro meses Zamora estuviera, quizás, en condiciones de jugar».

«PAPÁ, YA ES IMPOSIBLE QUE ME LLAMEN POR MI NOMBRE O POR UNO DE LOS APELLIDOS»

El pasado de Carlos Alonso, Santillana, es rico en experiencias. Un pretérito que comenzó en su infancia, cuando se divertía jugando al fútbol sin pensar que algún día llegaría a ser considerado como «la mejor cabeza de Europa». Carlos nació en Santillana del Mar (Cantabria). En una fría mañana madrileña, saboreando con él un café, revivió los motivos del sobrenombre con el que personal y deportivamente se le conoce: «El apodo de Santillana me lo puso Valentín Cuétara, el entrenador que tuve en los infantiles del Satélite. Este equipo se había creado en Barreda, pueblo al que bajaba a entrenar desde el que yo había nacido. Cómo éramos tantos chavales que soñábamos con ser futbolistas, Cuétara no se acordaba del nombre de todos. Si, por ejemplo, algún día me retrasaba, Cuétara preguntaba: "¿Ha venido el de Santillana?". Así fue cómo, poco a poco, perdí mi nombre de pila, mis dos apellidos y, en definitiva, me di a conocer en el mundo del fútbol. En más de una ocasión se lo decía a mi padre: "Papá, ya es imposible que me llamen por mi nombre o por uno de los apellidos"».

«NOVENTA MINUTI EN EL BERNABÉU SON MOLTO LONGOS»

El estadio de San Siro fue escenario de una de las frases más legendarias en la historia del Real Madrid. Una frase que se convirtió en uno de los pilares básicos de las impresionantes remontadas que protagonizó el conjunto blanco en la década de 1980 y que acuñó el mítico Juanito, uno de los futbolistas más raciales y competitivos que ha defendido la elástica madridista.

El Inter de Milán acababa de ganar por 2-0 el partido de ida de las semifinales de la Copa de la UEFA. Los jugadores del conjunto neroazurro se retiraban hacia los vestuarios, exultantes tras una victoria holgada y que les otorgaba muchas papeletas para plantarse en la final. En ese momento Juanito se acercó al defensa interista Graziano Bini y le advirtió con un italiano muy particular: «Noventa minuti en el Bernabéu son molto longos». Juanito le estaba avisando de la caldera que se iban a encontrar en el coliseo madridista y le recomendaba no vender la piel del oso aún, ya que el partido se les podía hacer muy largo a los interistas cuando el Bernabéu crease la atmósfera mágica de las grandes remontadas. La frase del «7» blanco fue premonitoria. El partido de vuelta resultó ser de nuevo un ejemplo del coraje y la ambición desplegada por el conjunto blanco en pos del éxito. El Madrid acabó dándole la vuelta a la eliminatoria (3-0) y la realidad acabó dándole la razón a Juanito.

CIRIACO, QUINCOCES Y OLIVARES COSTARON 60.000 PESETAS

En 1931 el Madrid realizó tres fichajes, Ciriaco y Quincoces, dos defensas que formarían con Zamora un trío defensivo a nivel mundial. Otro fichaje fue Olivares, el primer máximo goleador del Madrid en la Liga. Los tres, considerados figuras de la época, llegaron al Madrid procedentes del Alavés.

Jacinto Quincoces, que fue jugador, secretario técnico y entrenador del Madrid, desveló en una charla cómo se realizó la operación entre el club de Chamartín y el de Vitoria: «El Madrid pagó 25.000 pesetas por Ciriaco, la misma cantidad que por mí, y por Olivares 10.000. Es decir, 60.000 pesetas por los tres.A Ciriaco y a mí nos dieron 2.500 pesetas a cada uno cuan do firmamos el contrato. No sé lo que le darían a Olivares, pero los dos clubes, aunque en aquellas fechas parecían cifras desorbitadas, salieron muy beneficiados. El Alavés por lo que ingresó en sus arcas, 60.000 pesetas en total, y el Madrid porque, modestia aparte, fichó a tres futbolistas que le dieron un gran rendimiento».

EL PRIMER BICAMPEONATO DE LIGA EN LA HISTORIA DEL MADRID

El Campeonato de Liga español se estrenó el 10 de febrero de 1929 y finalizó el 23 de junio. Diez equipos fueron los primeros participantes. El Real Madrid ocupó el liderato las diez primeras jornadas, pero a partir de la undécima, primero el Arenas y después el Barcelona le arrebataron la privilegiada posición. En el penúltimo episodio el Madrid volvió a ser el líder del campeonato, pero en la jornada que ponía el colofón al recién inaugurado torneo la derrota frente al Athletic de Bilbao (2-0) en San Mamés dejó al equipo blanco a las puertas del anhelado título liguero, que se adjudicó de chiripa el Barcelona. Las dos temporadas siguientes, 1929-1930 y 1930-1931, transcurrieron para el Madrid con demasiados altibajos. En la primera quedó en quinta posición y en la segunda en sexto lugar.

Sería en la cuarta y quinta edición de la Liga cuando el equipo blanco entonaría el alirón de forma consecutiva. Bajo la dirección técnica del húngaro Lippo Hertzka el Madrid no sólo no perdió ningún partido, sino que para darle aún más morbo al campeonato se proclamó campeón en casa del Barcelona tras empatar a dos frente al conjunto azulgrana.

La hegemonía madridista se mantuvo en la temporada 1932-1933. Aunque el Español no cedió el liderato en las primeras jornadas, elAthletic de Bilbao y el Real Madrid serían los dos equipos que se fajaron con el objetivo de lograr el presti gloso galardón nacional. El Madrid, con un fútbol valeroso y entusiasta, acabó con las ilusiones del Athletic, que se tuvo que rendir ante la evidencia y comprobar cómo los de Chamartín conseguían el primer bicampeonato de Liga de su historia.

LOS CASADOS CON HIJOS, 32.000 PESETAS MENSUALES; SIN HIJOS, 30.000;Y LOS SOLTEROS, 27.000 PESETAS

El Real Madrid, hasta la décimo segunda jornada de la temporada 1971-1972, había desembolsado a los jugadores, en concepto de las primas acordadas, 2.034.250 pesetas. Por el triunfo a domicilio cada jugador percibía 25.000 pesetas; por el empate,12.500, y por ganar en el Bernabéu, 15.000 pesetas. La prima llegaba hasta las 50.000 pesetas si se lograba el triunfo en estos cuatro estadios: Luis Casanova (ahora Mestalla), San Mamés, Vicente Calderón y Camp Nou.

Por aquellos años, principios de la década de los años setenta, el sueldo de un jugador casado y con hijos era de 32.000 pesetas; los casados sin hijos, 30.000, y los solteros, 27.000 pesetas. A estos honorarios había que sumar la ficha anual de cada jugador.

«LA POLICÍA ARMADA TUVO QUE ABRIRNOS PASO»

El 16 de febrero de 2008, víspera del emotivo homenaje que recibió Alfredo di Stéfano por parte de la UEFA y de la FIFA, conversé con Raymond Kopa. El magistral delantero francés recordó tres etapas de su vida, dos deportivas y una personal. En las dos primeras se expresó con orgullo; en la tercera la tristeza empañó su cara:

«Los tres años que estuve en el Real Madrid fueron los mejores de mi existencia. Mi gran suerte como futbolista ha sido haber estado siempre con gente competente. En el Stade de Reims a escala europea y en el Madrid a escala mundial. Cuando yo llegué era la gran época del club. Jugar con fenómenos como Di Stéfano, Puskas, Gento… fue formidable. Tanto en el aspecto deportivo como en el económico, mis tres temporadas en el Madrid fueron formidables.

»Todavía recuerdo que poco después de llegar a Madrid mi esposa y yo asistimos a un partido en el estadio Bernabéu. Tras el encuentro, los dos nos quedamos boquiabiertos al ir al aparcamiento para recoger el coche. Nos vimos rodeados por una multitud sonriente que nos decía cosas encantadoras. El entusiasmo llegó a tal extremo que la Policía Armada tuvo que abrirnos paso. Fue algo increíble».

«EL FÚTBOL ME PERMITIÓ DEJAR LA PESADILLA DE TRABAJAR COMO MINERO»

En aquella fugaz visita Kopa también rememoró pasajes de su infancia y de su adolescencia. Un lejano pasado del que afirmó:

«Yo nací en Noeux-les-Mines, un pequeño pueblo minero del norte de Francia. Mi vida ha sido un verdadero cuento de hadas. La verdad es que tuve una infancia muy feliz. A los seis años, camino de la escuela, ya estaba dando patadas a todo cacharro que tuviera pinta de pelota. Puedo decir que vine al mundo en un estadio. El jardín de mi casa daba a un terreno de deportes, donde jugaba el equipo del pueblo y en el que, a los diez años, yo también era integrante.

»Cuando acabé los estudios me tuve que poner a trabajar como minero, en una mina en la que también trabajó mi padre. Yo soy de los que piensan que el medio social influye decisiva mente en el nacimiento de un futbolista.A mí el fútbol me permitió dejar la pesadilla de la mina camino de los dieciocho años. No exagero diciendo que la mina creó a Kopa… Cuando salí del pozo por última vez me dije: "Nunca volveré a bajar a una

»Nada más dejar de ser minero abandoné el pueblo porque me fichó el Angers, con el que jugué dos años en Segunda División. A los veintiún años llegué a Primera División con el Stade de Reims y en 1956 me contrató el Real Madrid. Son recuerdos inolvidables, pero… ¡cómo pasa el tiempo!».

«SUBASTÉ MIS TROFEOS POR UNA CAUSA JUSTA: LUCHAR CONTRA EL CÁNCER»

La charla con Raymond Kopa finalizó cuando salió a relucir el motivo que le llevó a subastar parte de los trofeos que había conseguido a lo largo de su brillante carrera profesional. Con la voz más apagada aseguró:

«Decidí vender mis distinciones deportivas, mejor dicho subastarlas, por una causa justa: luchar contra el cáncer, enfermedad de la que murió uno de mis hijos cuando yo jugaba en el Real Madrid. No me lo pensé dos veces y, en los primeros meses de 2001, se subastaron, entre otras cosas, las medallas conmemorativas que me otorgaron al ser tres veces campeón de Europa con el Madrid; las dos Ligas que también gané con el equipo madridista; las cuatro con el Stade de Reims, y el Balón de Oro que me otorgó France Football en 1958.

»Soy de la opinión de que todas las personas, si su economía se lo permite, hayan o no padecido esta enfermedad, tengan familiares que la hayan superado o la desgracia de perderlos, deberían aportar alguna ayuda, aunque sea pequeña, para luchar contra esta cruel enfermedad».

«ME VI TAN GORDO EN LA PANTALLA DE UN CINE QUE DECIDÍ RETIRARME»

Miguel Muñoz fue recolector de grandes triunfos, tanto en su etapa de jugador del Madrid (diez años) como en la de entrenador (casi catorce temporadas). Madrileño irónico y castizo, dotado de unas condiciones inigualables en el puesto de medio volante, buscaba con brega y ahínco el balón para iniciar jugadas. El 16 de abril de 1958 Muñoz jugó su último partido oficial con la camiseta blanca. Fue en el Népstadion, frente alVasas de Budapest, en el encuentro de vuelta de las semifinales de la III Copa de Europa. Siendo seleccionador nacional, Miguel Muñoz nos contó por qué decidió cambiar la indumentaria de futbolista por la de entrenador:

«Días después de regresar de Budapest, no lo olvidaré jamás, me fui con mi mujer al cine. Concretamente al Palacio de la Prensa. En aquellos tiempos, antes de la película, proyectaban el NO-DO, imágenes que eran una variedad de informaciones y en las que a veces también ofrecían algunas deportivas. Mira por donde en aquella cinta habían grabado secuencias delVasas-Real Madrid. Presencié el absurdo penalti que hice, el mal partido que jugué, y al verme me dije: "¡Si parezco el padre de mis compañeros! ¿Pero ése soy yo?". Me vi en la pantalla tan gordo y mayor que fue lo que me empujó a retirarme definitivamente del fútbol».

«DI STÉFANO ME PUSO EL APODO DE "EL CHATO"»

Bautizar a los jugadores o entrenadores con sobrenombres es algo habitual en todos los países. Miguel Muñoz no fue la excepción que confirma la regla y entró en la lista de los apelativos cuando asumió el cargo de entrenador del Madrid. Al preguntarle quién le puso el apodo respondió: «Fue Di Stéfano quien me puso el mote de "el Chato". Si le digo la verdad, no me molestó. Los argentinos tienen verdadera gracia para eso. Todos tienen sus apodos. Y lo pronuncian con ese acento tan cantarín que resulta agradable, pero los jugadores nunca se dirigieron a mí por el sobrenombre, incluido Alfredo. Me decían "misten" cuando mantenía un diálogo con ellos, pero sabía que cuando hablaban a solas de mí sacaban a relucir el motecito: "Esta vez el Chato planteó el partido fenomenal". O los que refunfuñaban porque no eran titulares solían hacer este comentario: "A mí el Chato me tiene gato porque apenas cuenta conmigo". Cosas del fútbol».

EL CLUB CONVOCA UN CONCURSO PARA EL ARRENDAMIENTO DE ALMOHADILLAS

En el número 92 del Boletín del Real Madrid se insertó un anuncio con este texto:

Se convoca concurso para el arrendamiento del servicio de almohadillas del estadio Santiago Bernabéu, cuyo pliego de condiciones se encuentra en la secretaría del club,Valenzuela, 2, a disposición de las personas que deseen conocerlo, en días laborables, de seis a ocho y media de la tarde, durante quince días, a partir de la fecha del presente anuncio.

Madrid, 17 de febrero de 1958.

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