Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


MÍCHEL ESCONDIDO EN EL SACO DE BALONES

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MÍCHEL ESCONDIDO EN EL SACO DE BALONES

El sentido del humor de los jugadores se manifiesta de múltiples maneras, incluso en los entrenamientos. En el Real Madrid ha habido muchos futbolistas de carácter muy jovial, siempre dispuestos a transmitir buen rollo en cualquier ocasión. Uno de ellos era Míchel. Protagonista de numerosas anécdotas simpáticas, una de las más originales se produjo durante una sesión de trabajo en la Ciudad Deportiva, cuando el entonces entrenador John Benjamin Toshack ordenó realizar unos intensos ejercicios físicos. Para librarse de la paliza, Míchel no tuvo otra idea que meterse dentro del enorme saco que se utilizaba para llevar los balones al césped, con la intención de que el utillero le sacara del terreno de juego allí escondido. El plan de fuga estuvo a punto de dar resultado, pero finalmente el entrenador galés se percató del intento de huida y Míchel tuvo que hacer sesión doble de trabajo.

«GANAMOS UNO A CERO MARCADO POR PIERNA OPERADA FÉLIX PÉREZ. ABRAZOS. REAL MADRID»

El doctor Antonio Oller fue uno de los médicos más prestigiosos en unos tiempos en los que el fútbol aún se consideraba romántico. Especialista en cirugía, en su consulta recibía a numerosos deportistas, pero en particular a jugadores de fútbol. A lo largo de su vida profesional surgieron anécdotas, dentro o fuera de los terrenos de juego, que quedaron en letra impresa y de las que destacamos algunas relacionadas con el Real Madrid: «Hay muchas cosas graciosas que me han ocurrido en el ejercicio de mi carrera profesional como, por ejemplo, la de Félix Pérez, el gran interior madridista. Le operé una rodilla y al mes y medio justo de la intervención jugó en Sevilla con el Madrid. Por la noche recibí un telegrama que decía: "Ganamos uno a cero marcado por pierna operada Félix Pérez. Abrazos. Real Madrid"».

«¡AY, DOCTOR! ME HE HINCHADO DE CALAMARES EN SU TINTA»

Antonio Merino Leonel, medio centro con una buena visión de juego, contó con escasas oportunidades para demostrar su valía en el Madrid, al que perteneció entre 1923 y 1925.Tras su marcha de la entidad madridista fue uno de los creadores del Club Deportivo Nacional Madrileño, en el que jugó una temporada (1927-1928).

En un encuentro jugado en el Viejo Chamartín, Merino tuvo inquieto al doctor Antonio Oller hasta que el jugador aclaró las circunstancias de su malestar estomacal. El galeno expuso su versión a este respecto en una publicación de aquellos años:

«La verdad es que aquel día me asusté. Durante un partido metieron al vestuario, conmocionado por el sol, al eguipier Merino. De pronto me llaman y me dicen: "Una hemorragia intestinal horrorosa". Merino, el muchacho, estaba blanco como la cera. Otro eguipier me indicaba: "Es muy negro, pero a mí me parece sangre". Dudé de que fuera una hemorragia y pregunté a Merino: "¿Qué ha comido usted hoy?". Se incorporó de pronto, como iluminado, como quien lo comprende todo, y sonriendo con cierta beatitud me respondió: "¡Ay, doctor! ¿Que qué he comido? Me he hinchado de calamares en su tinta"».

«SI NO ME VOY DEL MADRID ME MARCHO AL OTRO BARRIO»

Patricio Pedro Escobal, conocido popularmente como «Perico»,jugó en el Madrid en dos etapas: 1919-1928 y 19301931. Durante mucho tiempo formó un buen tándem defensivo con Félix Quesada, con el que se entendía a la perfección. En el Club Deportivo Nacional madrileño (1931-1932) terminó su carrera deportiva y después fue el impulsor del primer sindicato de futbolistas españoles. El paréntesis que abrió tras dejar el Madrid y fichar por el Racing Club matritense (19291930) fue debido a una historieta que Escobal así detalló:

«Si no me voy del Madrid me marcho al otro barrio. Es decir, la palmo. Todo fue debido a que me quitaron del primer equipo porque me dolían un poco los riñones. Un día el entrenador, José Berraondo, me dijo: "Mira, Perico, tú estás muy malo. Debes apartarte durante una temporada del deporte".Yo no sé cómo corrió la noticia, pero lo cierto es que entre otros comentarios se decía: "A Escobal le han quitado del Madrid porque está muy enfermo". Todo el que me encontraba por la calle me preguntaba: "Qué, Perico, ¿cómo te encuentras?". Me compadecía todo el mundo.

»Una tarde, el encargado del campo de Chamartín me aconsejó: "Don Pedro, usted debería irse a Corconte (Santander). Allí se pondría bien". El caso es que yo me encontraba perfectamente. No me dolía nada, pero tanto me decía la gente y me miraba de aquel modo que empecé a creer que, en efecto, estaba bastante mal. Me miraba doscientas veces la lengua en el espejo hasta que un día me dije: "¡Yo estoy muy malo!".

»Otra tarde uno de los taquilleros del Madrid va y me suelta: "Oiga usted, no se preocupe, que yo conozco a uno que le han puesto no sé qué cosa de platino en los riñones y ha quedado estupendo". Me horroricé cuando supe lo que costaba el gramo de platino. Era mi ruina. Luego todo quedó en que era aprensión.

»Como después de quitarme del equipo me querían enterrar vivo, me fui al Racing Club y allí resucité. Cuando me preguntaban que cómo iba a jugar contra el Madrid, la respuesta era sencilla: pues jugándome los riñones en cada entrada para que vean que los tengo bien puestos».

«¡QUÉ BARBARIDAD! ¡PEDIR 60.000 PESETAS POR CINCO AÑOS, 1.000 AL MES Y LA PRIMA POR PARTIDO GANADO!»

Cuando asumió el cargo de secretario general del Madrid, Pablo Hernández Coronado no se casaba con nadie y mucho menos con los jugadores. Era un hombre de carácter imperturbable y no dudaba un ápice cuando tenía que tomar una deci Sión. Hernández Coronado sabía que Jaime Lazcano, «el Niño de los Caracoles», era un excelente extremo y como un hijo para Santiago Bernabéu, que era el vicepresidente segundo del club. Sin embargo, a don Pablo le traía sin cuidado que un jugador fuera querido o admirado por un directivo.

Cuando la temporada 1934-1935 se iba diluyendo, Lazcano tenía que renovar su contrato. Hernández Coronado le recibió en su despacho para iniciar la renovación. Al oír las pretensiones económicas del jugador navarro, saltó como impulsado por un resorte. Otro hecho de la historia del Real Madrid del que Pablo Hernández Coronado hizo esta declaración:

«Hablé con Lazcano y como le dije que no podía aceptar las cantidades que pretendía por renovar se marchó a Pamplona. Cuando nos despedimos creo que me entendió perfectamente. Jaime pedía 60.000 pesetas de ficha a cobrar en cinco anualidades; 1.000 mensuales y la prima por partido ganado. ¡Qué barbaridad! Yo habría dado a algunos de nuestros jugadores por algo menos de lo que les pagamos al año en concepto de sueldo. Una de dos: o hundimos al Madrid o lo levantamos a alturas insospechadas».

Tras su marcha del Madrid, Lazcano jugó una temporada más (1935-1936) en el Salamanca y algunos partidos con el Athletic Club de Madrid.

MOURINHO-VALDANO, NUEVA VERSIÓN DEL DUELO MENOTTI-BILARDO

Históricamente el símbolo de la rivalidad futbolística en cuanto a conceptos de juego está simbolizado por el duelo entre dos entrenadores argentinos: Menotti y Bilardo. Cada uno de ellos capitaliza dos maneras de entender este deporte: para el primero de ellos primaría el buen juego; para el segundo, los resultados. Este intenso y permanente debate se instaló en el Real Madrid debido a la cohabitación en el organigrama blanco de Jorge Valdano y José Mourinho, cada uno adscrito a una escuela diferente a la hora de entender el juego. «Tener aValdano y a Mourinho juntos es como meter a Menotti y Bilardo en la misma sala», comentaban los analistas futbolísticos. Esa mezcla no tardó en provocar su efecto explosivo. Al final de la primera temporada de «Mou» en el banquillo blanco, el presidente Florentino Pérez se vio obligado a poner fin a la agria relación profesional entre ambos. La solución pasó por prescindir del director general, Jorge Valdano, otorgando todo el poder al entrenador.

«CUANDO DOMINA EL MADRID ME DAN GANAS DE IRME A CASA»

Rafael Vidal Castillo estuvo en la plantilla del Madrid entre 1928 y 1933. Era un guardameta sólido y de buenos reflejos. Aunque tuvo sus oportunidades, fue suplente de Martínez, Cabo, Nebot y Zamora. Aún en activo, al recordar algunos de los partidos que jugó como titular, Vidal aseguró: «Cuando domina el Madrid me aburro mucho. Es más: me dan ganas de irme a casa.Y luego, cuando se acerca un enemigo a chutarme, Quesada va y le estropea el pasodoble. No me deja que me divierta y yo para algo me visto de portero. ¡Qué bonitos son esos tiros altos a los ángulos! "Plongonea" uno como si volase y ¡zas! Ahí se ve la salsa de los metas castizos».

«LOS DATOS NOS DAN EL ÍNDICE DE ROBUSTEZ DEL JUGADOR»

Rafael Hernández Coronado ingresó en el Madrid de la mano de su hermano Pablo. En los tres años que militó en el equipo blanco (1923-1926) le faltó continuidad para destacar como medio centro debido a su profesión de médico. Rafael también despuntó como boxeador y atleta.

Corría el año 1930. Hacía cuatro que en el fútbol español se había implantado el profesionalismo y los médicos también se afanaban para estar a la altura de un deporte que crecía a pasos agigantados. Por aquel entonces, en un gabinete de la Federación Centro de Fútbol presidida por el doctor Oller se reunieron los doctores Bilbao, Melián y Hernández Coronado, quien tras la reunión sacó estas conclusiones:

«En el Madrid hay gente muy fuerte. Por ejemplo, el defensa Torregrosa ha dado en el aspirómetro una capacidad de cinco litros, que es una buena marca, y el medio centro Esparza ha dado un perímetro de pecho, en la inspiración, de 103 centímetros y, en la expiración, de 92. Todas las referencias que arrojan los reconocimientos van a una ficha. Es decir: antecedentes hereditarios y personales, aparato respiratorio, capacidad pulmonar, aparato circulatorio, aparato digestivo, orina, sistema nervioso… Estos datos son los que nos dan el índice de robustez del jugador.

»Por otra parte, si un jugador ficha por la noche está obligado a venir a reconocerse como máximo tres días después. Si no acude, el equipo por el que haya fichado pierde el partido, aunque lo haya ganado, caso que ya ha ocurrido».

DI STÉFANO Y KUBALA PUDIERON JUGAR JUNTOS EN EL MADRID O EN EL BARCELONA

A primeros de junio de 1950 el Hungaria, un equipo formado por refugiados de varios países europeos y dirigido por Ferdinand Daucik, jugó dos partidos amistosos en el estadio Bernabéu: uno contra la selección española, el último de su preparación con vistas al Mundial de 1950, celebrado en Brasil, y el otro ante el Real Madrid. En ambos encuentros ganó el conjunto de exiliados.

Santiago Bernabéu asistió a los dos partidos y centró su mirada en Ladislao Kubala, que confirmó con creces ser la estrella del Hungaria. Sin perder un segundo, Bernabéu habló con el interior húngaro, que llegó a un acuerdo con el presidente del Madrid para ingresar en el club. Los dos firmaron un documento privado que, horas después, quedó en agua de borrajas. Kubala volvió a reunirse con Bernabéu y le comentó que ficharía por el Madrid con la condición de que su cuñado, Daucik, también fuera contratado como entrenador.

El «no» de Santiago Bernabéu fue rotundo. Hizo trizas el documento privado y Kubala, que ya era a todos los efectos jugador del Madrid, quedó libre de todo compromiso con la entidad madridista. José Samitier, secretario técnico del Barcelona, se llevó al futbolista magiar, quien fichó por el equipo azulgrana.

Si el Real Madrid renunció al fichaje de Kubala por sus exigencias familiares, el Barcelona rehusó hacerse con los servicios de Alfredo di Stéfano por el ingenio de Santiago Bernabéu, que ganó la partida a Enrique Martí, presidente del club barcelonista.

Santiago Bernabéu y Alfredo di Stéfano se conocieron por primera vez en marzo de 1952, con motivo de las Bodas de Oro del Real Madrid. Alfredo jugaba en el Millonarios desde 1949, tras dejar el River Plate por la huelga de futbolistas que hubo en el fútbol argentino. Tres años después regresó a Buenos Aires y decidió no volver a Bogotá. Incluso pensó en retirarse del fútbol. El Millonarios le denunció ante la FIFA, que comunicó a las federaciones nacionales la anómala situación del jugador, advirtiendo de la imposibilidad de su fichaje.Y es que Alfredo tenía contrato en vigor con el Millonarios hasta el 31 de diciembre de 1954 y el compromiso de volver al River Plate a partir del 1 de enero de 1955.

José Samitier envió dos emisarios del Barcelona a Buenos Aires, convencieron a Di Stéfano y el 22 de mayo de 1953 aterrizó en el aeropuerto de Barajas junto a su mujer, Sara, y sus dos primeras hijas. Samitier los recibió y los trasladó en coche a la Ciudad Condal, tras pernoctar en Zaragoza. El fichaje de Di Stéfano por el Barcelona se había puesto en marcha.

La familia Di Stéfano se instaló mientras tanto en una vivienda de la calle de Córcega. Allí residieron cuatro meses, en los que el jugador sólo jugó tres partidos «festivos», como él mismo los definió, en Masnou, Sitges y Palafrugell.A los más íntimos Alfredo les confesó sentirse abandonado por el Barcelona, que se encontraba en Caracas participando en la Pequeña Copa del Mundo.

Enrique Martí estimaba excesivos los 27.000 dólares (1.350.000 pesetas) que pedía Alfonso Senior, presidente del Millonarios, por cederle los derechos que tenía sobre el jugador. El Madrid, por su parte, envió a Raimundo Saporta a Bogotá con la cantidad demandada por Senior y, además, comprobó en la sede del River Plate que el Barcelona había hecho un desembolso de 2 millones de pesetas, el 50 por ciento de la cifra convenida con la entidad riverplatense.

La FIFA, ante la guerra suscitada por los dos clubes españoles, designó como mediador a Armando Muñoz Calero, miembro de su Comité Ejecutivo, quien tomó una decisión salomónica: que Di Stéfano jugara en el Real Madrid las temporadas 1953-1954 y 1955-1956, y en el Barcelona las de 1954- 1955 y 1956-1957.

Enrique Martí perdió los nervios y cometió dos errores: intentar ceder a Di Stéfano a la Juventus, lo que rechazó el club turinés, y que el River Plate le devolviera los 2 millones de pesetas, posibilidad que también se fue al garete. Alfredo se mostró indignado porque nadie le consultaba las gestiones que se estaban realizando. Pocas fechas después Martí recibió fuertes críticas y presentó la dimisión, lo mismo que hizo José Samitier.

El 14 de agosto de 1953 Alfonso Senior y Santiago Bernabéu, presidentes del Millonarios y del Madrid respectivamente, cerraban la operación del traspaso de Di Stéfano. Considerando que Alfredo ya era jugador madridista, Saporta se desplazó a Barcelona y mantuvo una reunión con el futbolista en el Hotel Regina, donde le abonó una cantidad a cuenta del contrato que firmaría con el Madrid.

La ficha de Di Stéfano fue presentada la tarde-noche del 22 de septiembre de 1953 en la Federación Castellana de Fútbol. Al día siguiente, a las tres y media de la tarde, debutó en Chamartín frente al Nancy francés en un partido amistoso. El Madrid perdió por 2-4 y Alfredo, en el minuto 67, lograba su primer gol como jugador madridista.

En un documento redactado por el Barcelona, con fecha de 23 de octubre de 1953, y firmado por José Vidal-Ribas Güell como miembro de la junta Gestora del Barcelona, Santiago Bernabéu como presidente del Madrid y Armando Muñoz Calero como miembro de la FIFA, el club azulgrana expresaba su renuncia a favor del Real Madrid de todos los derechos que le correspondían sobre el jugador Alfredo di Stéfano. El Real Madrid, en compensación a esa renuncia de derechos, se comprometía a reintegrar al Club de Fútbol Barcelona la cantidad de 4.400.005 pesetas más los intereses del pago aplazado en parte que correspondía al Real Madrid Club de Fútbol. En el escrito se acordó que el Madrid abonaría la cantidad estipulada en cuatro plazos.

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