Las mejores anécdotas del Real Madrid

Las mejores anécdotas del Real Madrid


LAS MEJORES ANÉCDOTAS DEL REAL MADRID CONJURA EN LA HABITACIÓN NÚMERO 5

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LAS MEJORES ANÉCDOTAS DEL REAL MADRID

CONJURA EN LA HABITACIÓN NÚMERO 5

El idílico complejo deportivo KNVB de Zeist, la Casa del Fútbol de la Federación de los Países Bajos, se había convertido en el cuartel general del Real Madrid en su asalto a la anhelada séptima Copa de Europa. La noche antes de la gran final los jugadores velaban armas en sus respectivas habitaciones. Los nervios ante la inminente cita impedían a muchos pegar ojo, y quizá ése fue el motivo de la reunión espontánea que, al filo de la medianoche, se organizó en la habitación número 5, la que compartían Mijatovic y Suker. Cuentan los propios protagonistas que allí, entre risas, bromas y algún cigarrillo se fraguó la conquista del título. Hierro, Raúl, Panucci, Karembeu, Sanchís y Redondo, junto a los dos anfitriones, soñaron en voz alta. Mientras las aspas de un modesto ventilador de enchufe aireaban la estancia, el italiano Panucci les desgranó los puntos flacos de la Juventus, les habló de Montero, de Del Piero… Karembeu hizo lo propio sobre Zidane, al que conocía muy bien de la selección francesa, y todos y cada uno se reafirmaron en la importancia histórica que para el Madrid tenía aquella final. La conjura surtió efecto y al día siguiente, 20 de mayo de 1998, el Madrid presumía ya de siete Copas de Europa en su palmarés.

LA PREMONICIÓN DE FERNANDO SANZ

Ese 20 de mayo de 1998 se convirtió en una fecha mágica para el madridismo, pero también fue mágica la premonición de Fernando Sanz. Durante la concentración previa al partido las paredes del hotel de Zeist fueron testigos de su afortunado vaticinio: «Pedja, vas a marcar el gol de la final», le dijo a Mijatovic, quien por cierto no había logrado ni una sola diana en esa edición de la Copa de Europa. Pedja le respondió que si eso era así le brindaría el gol. Dicho y hecho. El montenegrino marcó en la final un gol que el madridismo llevaba treinta y dos años esperando, desde que los blancos ganaran la sexta ante el Partizan en 1966 (y más magia todavía: el tanto de Mijatovic fue en el minuto… ¡66!). Medio loco tras marcar, Pedja salió corriendo hacia el banquillo apuntando con el dedo índice a Sanz, con quien se fundió en un emotivo abrazo de complicidad.

«¡PERO, HOMBRE, QUE TIENE A GENTO A SU LADO!»

En su primera temporada en el Madrid (1953-1954) Francisco Gento recibió más críticas que elogios. Los comentarios de los aficionados se basaban en que sólo sabía correr. En uno de los partidos amistosos que en aquella época se solían jugar losjueves, el equipo blanco alineaba a los teóricos suplentes.

Gento no jugó y se fue a la grada a presenciar el encuentro entre los espectadores. Uno de ellos, enloquecido, no paraba de gritar: «¡Gento, que no das ni una patada a un bote! ¡Vete a correr los 100 metros lisos, que sólo tienes velocidad! ¡Deja el Madrid y márchate a tu pueblo!».

El jugador cántabro, que estaba al lado del exasperado aficionado, ni se inmutaba. Con su timidez a cuestas aguantaba el chaparrón de agravios del seguidor madridista.

De cuando en cuando seguía el hombre con sus improperios, hasta que uno de los espectadores se lo recriminó. «¡Cállese, hombre! ¡Deje de gritar y de meterse con Paco Gento! ¿0 está usted ciego? ¿No ve que tiene a su lado a Paco Gento?». «¿Es verdad lo que me está diciendo?», balbuceó el interpelado. «Tan verdad que es este señor y si quiere se lo presento», respondió el otro.

Gento sonrió mientras el aficionado que tanto le criticaba se levantó de su asiento y, sonrojado, abandonó la grada.

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