Las guerras de Yavé

Las guerras de Yavé


«Bajemos»

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«BAJEMOS»

«Y era toda la tierra de una sola lengua y de iguales palabras. Y ocurrió, cuando venían desde el oriente, que hallaron un profundo valle en la tierra de Sinar y allí se afincaron. Y dijeron entre ellos: “Hagamos ladrillos cociéndolos al fuego”. Y usaron los ladrillos como piedra y betún como argamasa. Y dijeron: “Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúpula llegue al cielo y nos haga famosos, para que no seamos dispersos sobre la faz de la tierra”. Y bajó el Eterno a ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos del hombre. Y dijo el Eterno: “He aquí un pueblo y una lengua para todos ellos. Esto ya lo han empezado a hacer. ¿Acaso nada les impedirá hacer cualquier cosa que proyecten? Bajemos entonces y confundamos su lengua, para que no puedan entenderse más entre sí”. De tal modo el Eterno los dispersó allí sobre la faz de la tierra, y ellos cesaron de edificar la ciudad. Por eso ella se llama Babel (Bavel), pues allí el Eterno creó confusión de lenguas en la tierra y de allí los dispersó a todos los rumbos». (Génesis)

Como en otros sucesos narrados en el Antiguo Testamento, el caso de la torre de Babel siempre me pareció otro cuento chino. ¿A qué se debía aquel ataque de celos por parte de la Divinidad? ¿No eran hombres libres? ¿Por qué oponerse entonces a la construcción de una ciudad y una torre? A no ser que no se tratara de la Divinidad…

Y cierto día llegó a mi poder una información que me hizo cambiar de opinión. Los hallazgos de los investigadores Max Muller, Trombetti, Otto Jespersen y Oppert demostraban que la torre de Babel no era un cuento chino. Entre las ruinas de la vieja Babilonia, el profesor Oppert tradujo una serie de tablillas de barro en las que se relataba las aventuras de los caldeos a la hora de levantar la torre de «Barzippa» (Babel o «Torre de la lengua»). La inscripción había sido efectuada por orden del rey Nabucodonosor II, que gobernó entre los años 695 y 562 antes de Cristo. Este rey, como es sabido, atacó y cercó Jerusalén por tres veces. Hizo prisioneros y arrastró a miles de judíos hasta Babilonia. Nabucodonosor se llevó igualmente muchos de los tesoros del Templo. Pues bien, según las tablillas de barro, la torre de Babel existió. Tras la destrucción de la torre y la ciudad por parte de Yavé, el citado Nabucodonosor II emprendió un importante trabajo de reconstrucción de las mismas. Y empezó por la base de la torre, levantada —según las referidas tablillas— en tiempos del rey Nimrod (unos 1.600 años atrás). La citada base medía 140 metros por 210 metros, con una altura de 84 metros. Nabucodonosor II la cubrió de oro, plata, cedro y abeto. Los ladrillos de la base aparecieron con el sello de Nabucodonosor II.1

En otras palabras, Esdras volvió a beber en los textos caldeos. Se supone que la construcción de la torre de Babel tuvo lugar unos 2.300 años antes de la primera recopilación bíblica. En otras palabras: los judíos volvieron a copiar.

Para mí, lo más llamativo del citado texto del Génesis es la palabra «bajemos». Yavé habla de nuevo en plural: «Bajemos entonces (sobre la torre) y confundamos su lengua…». Y surge la vieja idea: ¿eran los elohim un equipo de astronautas que adoptaron el nombre o distintivo de Yavé? Así lo creo.

Visión de la torre de Babel y de la nave que la destruyó. (Recibida por J. J. Benítez en una meditación profunda.)

Y los arqueólogos recibieron otra sorpresa: los restos de la torre de Babel aparecían vitrificados; es decir, derretidos. Yavé provocó un chorro de fuego que superó los 15.000 grados C, muy superior al calor generado por la bomba atómica que fue salvajemente lanzada por los militares norteamericanos sobre Hiroshima.

LADRONES

«Y le dijo el Eterno a Abram, una vez que Lot se apartó de él: “Alza ahora tus ojos y mira desde el lugar donde estás en dirección al norte, al sur, al oriente y al occidente, por cuanto toda la tierra que puedes ver te la daré a ti y a tu simiente para siempre. Y haré que tu simiente sea (numerosa) como el polvo de la tierra, de modo que la pueda contar solo quien sea capaz de contar el polvo. Levántate pues y anda a todo lo largo y a todo lo ancho de la tierra, porque te la daré”. Entonces Abram movió sus tiendas y vino a establecerse en el encinar de Mamré, que está en Hebrón (Jevrón), y edificó allí un altar al Eterno». (Génesis)

Abrahán (en los primeros tiempos se llamaba Abram) me parece un personaje fascinante. Para empezar no era judío, como se cree. Nació en Ur de Caldea (Mesopotamia) (Actual Iraq). Mediante control mental (método Silva) he tenido oportunidad de visualizarlo en diferentes ocasiones. Se presentó ante mí como un individuo corpulento (casi dos metros de altura), de cierta edad (alrededor de cincuenta años) y con unos llamativos ojos de color naranja. La melena, abundante, lucía mechas blancas (posiblemente de nacimiento). La mitad izquierda del rostro presentaba un extraño tatuaje. La primera parte de su vida, en la referida y populosa ciudad mesopotámica de Ur, fue no menos agitada (según los midrás o tradiciones rabínicas). Desde la infancia fue visitado por los elohim. ¿Qué vio? No lo sabemos. Pero fue lo suficientemente serio e impactante como para que tomara a su familia y a su ganado y partiera hacia el noroeste de Mesopotamia. Se instaló en la ciudad de Jarán y allí permaneció un tiempo. Después —también por orden del «equipo de astronautas»— tomó sus cosas y caminó hacia el sur.

El personaje, como digo, fue de enorme trascendencia para el pueblo judío. El Génesis le dedica catorce capítulos.

No hay seguridad en ello, pero, probablemente, nació hacia el año 1980 antes de Cristo. Su padre se llamaba Téraj. Era jefe del ejército y obedecía al rey Nimrod. Era pagano, como la totalidad de los mesopotámicos. Adoraba al dios lunar Sin.

Investigando sobre Abram tropecé con una historia que me hizo sonreír. Según las tradiciones rabínicas (midrás), la noche del nacimiento de Abram tuvo lugar un suceso espectacular en los cielos de Ur. Miles de personas fueron testigos de la súbita presencia de un «enorme carro de fuego que corría por el horizonte y se tragaba cuatro estrellas». Al parecer, los astrólogos dedujeron que aquella señal ponía de manifiesto que Abram llegaría a ser un personaje poderoso. ¿Un emperador? Y se decían unos a otros: «El hijo de Téraj será un rey y sus descendientes se multiplicarán y heredarán la Tierra para toda la eternidad… Y destronará a los reyes».

Nimrod, el rey, terminó enterándose de lo sucedido y mandó llamar a Téraj, ordenando que le entregara al pequeño Abram. Téraj se las ingenió para engañar al rey y presentó al recién nacido de una esclava, de la misma edad que Abram. Nimrod lo mató y Téraj ocultó a Abram en una cueva. Allí fue alimentado durante mucho tiempo.

Y las leyendas midrásicas aseguran que Dios se le presentó en algunas ocasiones, instruyéndole. Después, como refleja el Génesis, Abram tomó a Sarai (Sara), su mujer, y a su ganado, y se dirigió a Jarán. Tras la muerte de su padre, Abram volvió a recibir la visita del «equipo» y cumplió la orden de viajar hacia Canaán. Y me centraré en lo que realmente llamó mi atención: Yavé (el «equipo») promete a Abram que heredará las tierras de Canaán. Y le dice más: «Cuando hayas muerto en buena ancianidad, tu descendencia será extranjera en una tierra no suya, y estará en servidumbre. Después de cuatrocientos años, yo juzgaré al pueblo que los esclaviza, y saldrán de allí después con mucha hacienda. Cuando hayan vagado durante cuatro generaciones, y por fin se hayan consumado las iniquidades de los amorreos, regresará tu pueblo a tomar posesión de lo que es suyo». Asombroso. Además de profeta, Yavé actúa como ladrón. Canaán, en esa época, estaba poblada por treinta etnias, entre las que destacaban los quenitas, los quenecitas, los cadmoneos, los hititas, los pereceos, los amorreos, los cananeos, los guingaseos, los jebuseos y los sefaítas, entre otros pueblos. Y al supuesto Dios, como digo, le importó un pimiento que dichas tierras tuvieran legítimos dueños. Los elohim tenían un plan y lo cumplirían.

Parece obvio que el «equipo» controlaba (y controla) el tiempo. El anuncio de la esclavitud en Egipto fue hecho a Abram unos 645 años antes de que sucediera. En las investigaciones OVNI actuales se dan casos en los que los tripulantes de las naves muestran a los perplejos testigos escenas que ocurrirán años después. Recuerdo el encuentro de Ricardo, en Argentina, al que le fue mostrada en una pantalla la guerra de las Malvinas. El encuentro OVNI se registró un año antes del conflicto bélico. En otras oportunidades, los seres que tripulan esas naves no humanas ofrecen a los testigos escenas del pasado.

Ruta seguida por Abram desde Ur de Caldea a Jarán y, posteriormente, a Canaán.

Imagen de Abram, obtenida por J. J. Benítez por el método Silva (control mental). El lado izquierdo del rostro aparecía tatuado. Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

«INFILTRADO»

«Y Melquisedec (Malkitzédec), rey de Salem (Shalem, presumiblemente Jerusalén), trajo pan y vino. Él era sacerdote del Dios Altísimo, y lo bendijo, diciendo: “Bendito seas Abram del Altísimo, dueño del cielo y de la tierra, y bendito sea el Altísimo, que ha entregado a tus adversarios en tu mano”. Y le dio diezmo de todo». (Génesis)

Melquisedec, en mi opinión, es uno de los personajes más enigmáticos del Antiguo Testamento. Nadie supo quién era su familia. Nadie supo de dónde procedía. Un buen día se presentó en Salem y deslumbró a las gentes con sus palabras. Anunció la llegada de un Hombre Dios y sembró la esperanza. Dicen que envió «misioneros a la lejana China» con el fin de llevar la buena nueva: el futuro nacimiento de Jesús de Nazaret. Terminado su trabajo desapareció. No murió. Entre los pergaminos hallados en las cuevas de Qumran figura uno titulado El príncipe celestial Melquisedec, en el que se le asocia a los Dioses.1

También el rey David proporciona una pista sobre el extraño Melquisedec. En el Salmo 110 (1-7) dice:

«Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Jehová enviará desde Sión la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos. Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud. Juró Jehová, y no se arrepentirá; tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec…».

Probablemente, como consecuencia de una revelación, David da en el clavo: «Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec». David se refiere a Jesús de Nazaret (lo hace sacerdote de la referida orden) pero, en mi opinión, se queda corto. Jesús era mucho más que sacerdote de la orden de Melquisedec. Jesús es el Creador y Dios de la galaxia. Pero eso no podía saberlo el rey David.

Melquisedec —según esta revelación— sería una criatura no humana (posiblemente un príncipe), de naturaleza espiritual, llegado a la Tierra en una misión especial. Para ello tuvo que adoptar un cuerpo físico.

Posteriormente, Pablito de Tarso se hizo eco de las palabras del rey David (ver la epístola a los Hebreos, 6-20). Y vuelve a hablar de la «orden de Melquisedec». En realidad debería haber mencionado a la orden de los Melquisedec (en plural). Para mí viene a ser una especie de jerarquía angelical. En otras palabras: Melquisedec fue un «infiltrado». Otro más.

Melquisedec, dibujado por J. J. Benítez en «visión remota» (método Silva). Cuaderno de campo de J. J. Benítez.

¿ABDUCIDO?

«Y creyó (Abram) en el Eterno, que vio con agrado esa fe y le dijo: “Yo soy el Eterno, que te trajo desde Ur de los caldeos, para darte esta tierra que heredarás”. Contestole (Abram): “Oh Dios Eterno, ¿cómo sabré que he de asumir la posesión?” Entonces le dijo (Dios): “Toma para mí una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un palomino”. Y tomó (Abram) todos esos (animales), los partió por la mitad y puso cada mitad frente a la otra, pero no partió las aves. Y cuando descendían las aves de rapiña sobre los cuerpos muertos Abram las ahuyentaba. Y cuando el sol estaba por ponerse Abram quedó profundamente dormido, cayendo sobre él terrores oscuros. Díjole entonces (Dios): “Abram, has de saber que tu simiente será extranjera en una tierra que no es suya y la servirá. Y martirizarán (a tu simiente) durante cuatrocientos años. Y también he de juzgar al pueblo al que han de servir, pero finalmente saldrán (liberados) con grandes bienes. Y tú vendrás a tus padres (morirás) en paz. Serás sepultado en buena vejez. Mas a la cuarta generación volverán acá, porque la iniquidad de los amorreos aún no tiene fin”. Ocurrió entonces que el sol se puso y hubo gran oscuridad, apareciendo un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó entre los trozos (de carne). Ese día estableció el Eterno un Pacto con Abram, diciendo: “A tu simiente di esta tierra desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates (Prat), (donde viven) los cineos (keiní), los cenizeos (cnizí), los cadmoneos (cadmoní), los jeteos (jití), los perezeos (prizí), los refaítas (refayim), los amorreos (emorí), los cananeos (cnaaní), los guergueseos (guirgashí) y los jebuseos (yavusí)”». (Génesis)

Tras la lectura del presente pasaje, una idea se posó en mi mente: ¿fue Abram abducido? La «gran oscuridad» que menciona el Génesis es otro elemento relativamente común en los estudios ufológicos.1

Y tras la oscuridad —dice el Génesis—, Abram observó «un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó entre los trozos de carne». Cualquier investigador del fenómeno OVNI —medianamente bien informado— sabe que el horno humeante y la antorcha podrían corresponder a una nave de exploración (de pequeño tamaño) y a los llamados foo fighters o bolas de fuego (posiblemente sondas no tripuladas, utilizadas para investigar en lugares comprometidos), respectivamente.

Por supuesto, desde mi punto de vista, la indicación —por parte de Yavé— del sacrificio de una novilla de tres años, de una cabra, un carnero, una tórtola y un palomino es puro teatro (una vez más).

Más adelante, Yavé termina de hablar con Abram «y subió (alejándose de la presencia de Abram)».

¿Subió? ¿Por qué Dios tenía que subir? ¿Se refiere el Génesis al «horno humeante» que se situó sobre los animales sacrificados? ¿Hablaba el «equipo» a Abram desde la citada pequeña nave?

A partir de ese día, Abram circuncidó a toda su gente, tal y como había ordenado Yavé. Es decir, puso en marcha una de las primeras normas higiénico-sanitarias que debía respetar el futuro «pueblo elegido».

Y el «equipo» insiste e insiste: «… para darte esta tierra que heredarás». Y menciona, incluso, a los pueblos que la habitan y que eran los legítimos propietarios. En mi pueblo, esa actitud tiene un nombre: robo a mano armada.

Imagen superior: «horno humeante». Debajo: «antorcha de fuego». (Cuaderno de campo de J. J. Benítez.)

¿POR QUÉ ABRAM TUVO MIEDO?

«Y apareciósele el Eterno en el encinar de Mamré, estando él (Abram) a la puerta de la tienda, cuando (más sentía) el calor del día. Y alzó la vista y he aquí que vio a tres hombres que estaban junto a él, y cuando los vio se adelantó a ellos desde la entrada de la tienda y se prosternó rostro a tierra. Y dijo: “Oh Señor mío, si he hallado gracia a Tus ojos, ruégote no pases de largo de Tu siervo. Os ruego toméis un poco de agua y lavad vuestros pies y reclinaos bajo el árbol. Traeré un bocado de pan para que sustentéis vuestros corazones. Después podréis seguir vuestro camino, pues por eso pasasteis cerca de vuestro siervo”. Y entonces ellos contestaron: “Haz pues como dijiste”. Entonces corrió Abram a la tienda y le dijo a Sarai (Sara): “Apresúrate, toma tres medidas de harina de sémola, amásala y haz tortas”. Y corrió Abram hacia la vacada y tomó un ternero tierno y bueno, lo entregó al mozo, que se apresuró a prepararlo. Y tomó manteca de leche y el ternero que preparó y lo presentó ante ellos. Y él permaneció bajo el árbol junto a ellos mientras comían. Luego le preguntaron: “¿Dónde está Sarai tu mujer?”, y él contestó: “Hela ahí en la tienda”. Y le dijo (el ángel): “Ciertamente volveré a ti el año que viene y he aquí que Sarai tu mujer tendrá un hijo”. Y Sarai lo oyó en la entrada de la tienda, que estaba detrás de él. Abram y Sarai eran ancianos, entrados en días. Y había cesado en Sarai la costumbre de las mujeres. Por eso Sarai se rio para sí, diciendo: “¿Acaso estando ya marchita he de tener placer, siendo también viejo mi señor?”. Entonces le dijo el Eterno a Abram: “¿Por qué se rió Sarai, diciendo: ‘¿En verdad pariré siendo tan vieja?’? ¿Hay acaso cosa demasiado difícil para el Eterno? En el tiempo fijado he de volver a ti. En esta época del año próximo Sarai tendrá un hijo”. Y negó Sarai haberse reído, pues tuvo miedo. Pero insistió (el ángel): “No (es así), pues te reíste”. Y levantáronse los hombres de allí y miraron hacia Sodoma y Abram los acompañó para despedirlos». (Génesis)

Lástima que el texto no sea más explícito. Y me pregunto: ¿por qué Abram, al ver a los tres hombres, se arrojó a tierra y hundió el rostro en el polvo? Evidentemente, algo le impresionó o lo aterrorizó. ¿Por qué dice el Génesis que Abram «levantó la vista y vio a tres hombres»? ¿Llegaron los supuestos ángeles por el aire? ¿Quizá en una nave? ¿Salieron del objeto y se aproximaron al patriarca? ¿Cómo vestían? Es lógico pensar que si los tres hombres hubieran vestido como lo hacía la gente de la época (1980 antes de Cristo), Abram no se habría espantado. ¿Vestían monos ajustados, tan frecuentes en los tripulantes de estas naves no humanas? ¿Portaban armas o artilugios incomprensibles para el aturdido Abram?

Obviamente, si comieron, no se trataba de seres espirituales (ángeles).

Y escucharon las risas de Sarai. Nada extraño para una civilización que podría llevarnos 50.000 o 100.000 años (quizá muchos más).

En mi opinión, los tres «hombres» podían formar parte de alguna de las tripulaciones de las naves que estaban llevando a cabo el gran «plan».

Descripción de los «hombres» vistos por Abram (visión remota: llevada a cabo por J. J. Benítez). Se trataba de seres con cabezas en forma de obús, sin orejas y con trajes ajustados, provistos de cinturones, guantes hasta el codo y pesadas botas.

POSIBLE ERUPCIÓN VOLCÁNICA

«Y los varones volvieron de allí (sus rostros) y se encaminaron a Sodoma… Y vinieron los dos ángeles a Sodoma por la tarde, hallando a Lot sentado a la puerta de la ciudad. Apenas los vio Lot fue a su encuentro y prosternose rostro a tierra, y dijo: “Ruégoos, señores míos, entréis ahora a la casa de vuestro siervo y pernoctéis y lavéis vuestros pies. Y madrugaréis y seguiréis vuestro camino”. Pero ellos respondieron: “No, pues dormiremos en el camino”. Mas él les rogó tanto que ellos se acercaron y entraron a su casa, donde les brindó un festín y coció panes ácimos (matzot) y comieron. Pero antes de que se acostasen, la gente de la ciudad de Sodoma rodeó la casa, tanto jóvenes como viejos, provenientes de todos los rincones. Y llamaron a Lot, diciéndole: “¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos para que los conozcamos”. Y salió Lot hacia ellos enfrentándolos pero cerrando la puerta tras de sí, y les dijo: “No, hermanos míos; os ruego no cometáis tal maldad. He aquí (en cambio) que tengo dos hijas que no conocieron hombre. Os ruego aceptéis que os las traiga y hagáis con ellas lo que os plazca, pero a estos hombres no les hagáis nada, ya que vinieron (como huéspedes) bajo la sombra de mi techo”. Mas ellos respondieron: “¡Apártate! ¿Así que vinieron como forasteros y quieren hacerse jueces? Y a ti te haremos más mal que a ellos”. Entonces se precipitaron sobre Lot y se dispusieron a romper la puerta. Pero los varones (que estaban dentro) tendieron sus manos, atrajeron a Lot al interior de la casa y cerraron la puerta. E hirieron con ceguera a quienes forcejeaban contra la puerta, desde el más pequeño hasta el más grande, quienes se cansaron de buscar la puerta (tanteando)». (Génesis)

Me llama la atención el machismo de Lot. No dudó en ofrecer a sus dos hijas (vírgenes) a los sodomitas. Y los «ángeles» (ahora son dos) utilizan sus armas para dejar ciegos —se supone que temporalmente— a los enloquecidos vecinos de Sodoma. En el fenómeno OVNI, esta clase de «armas» (?) es utilizada con frecuencia en los encuentros con los tripulantes. Los testigos, en caso de peligro, reciben el disparo de un haz de luz que los deja ciegos durante algunos minutos, provocando, incluso, la muerte. Este fue el caso de Inácio de Souza (1967), en Brasil y el de Pablito de Tarso, camino de Damasco.

A raíz de estos acontecimientos —dice el Génesis— Dios hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra, destruyendo un total de diez ciudades de la llanura (con excepción de Soar). Se trata, evidentemente, de otro cuento chino. Estrabón se aproxima a lo que pudo ser la verdad cuando asegura «que trece ciudades florecientes fueron destruidas en tiempos remotos en las proximidades del mar Muerto como consecuencia de terremotos y erupciones volcánicas». Werner Keller va más allá y afirma que la desaparición de estas poblaciones ocurrió hacia el año 1900 antes de Cristo (justo en la época de Abram). Jack Finegan comparte el criterio de los anteriores historiadores y confirma que la destrucción de las referidas ciudades tuvo su origen en seísmos y en una rápida erupción volcánica en cadena. Toda la llanura que rodea al mar Muerto pudo quedar bajo ríos de lava. Otros especialistas se inclinan por un súbito hundimiento de la región sur del mar Muerto, provocado quizá por grandes terremotos. En la región alta del río Jordán (cerca de Basan) pueden apreciarse cráteres de volcanes apagados y lechos de lava. Todo ello apunta a una destrucción natural, en la que Dios no tuvo nada que ver.1

La destrucción de Sodoma y Gomorra pudo estar provocada por una erupción volcánica. (Cuaderno de campo de J. J. Benítez.)

Nos encontraríamos, por tanto, ante una nueva manipulación. La Biblia, en el caso de Sodoma y Gomorra, no cuenta la verdad. Los redactores de la misma aprovechan el supuesto suceso de Lot y los sodomitas para arrojar fuego y azufre sobre las citadas poblaciones.

Y el fuego y el azufre los lanza Dios, como castigo a la perversidad de los humanos. Y me pregunto: Sodoma podía albergar esa clase de desaprensivos, pero, ¿podemos decir lo mismo de las otras once ciudades igualmente destruidas?

Ubicación de Sodoma y Gomorra al sur del mar Muerto. (Cuaderno de campo de J. J. Benítez.)

Sodoma, Gomorra y otras once ciudades desaparecieron, quizá, como consecuencia del hundimiento de la costa sur del mar Muerto. Otros arqueólogos hablan de una gigantesca erupción volcánica que arrasó el lugar. (Cuaderno de campo de J. J. Benítez.)

¡VAYA DIOS!

«Y aconteció después de estos sucesos que Dios puso a prueba a Abram, diciéndole: “¡Abram!”. Y (este) le contestó: “Heme aquí”. Y le dijo (Dios): “Toma ahora a tu hijo Isaac, tu (hijo) único, a quien amas, y vete a la tierra de Moriá (Moriyá) y ofrécelo allí en holocausto sobre una de las montañas que te indicaré”. Y madrugó Abram, aparejó su asno y tomó a dos mozos (siervos) consigo y a su hijo Isaac, y partió leña para el holocausto, y levantose y fue (con ellos) al lugar que Dios le indicó. Al tercer día alzó Abram sus ojos y vio el lugar de lejos. Les dijo entonces a los mozos: “Esperad aquí con el asno, mientras yo y el muchacho vamos allá, nos prosternaremos y volveremos a vosotros”. Y tomó Abram la leña para el holocausto y la cargó sobre su hijo Isaac, y tomó el fuego (pedernal) y el cuchillo, y ambos estaban juntos. Entonces Isaac le dijo a su padre Abram: “¡Padre mío!”, y este contestole: “Aquí estoy hijo mío”. Y dijo Isaac: “He aquí el fuego y la leña, pero ¿dónde está el animal para el sacrificio?”. Y respondiole Abram: “Hijo mío, Dios proveerá algún animal para el holocausto”, y siguieron andando los dos juntos. Y llegaron al lugar que Dios le había indicado (a Abram), y Abram erigió allí un altar, ordenó la leña, ató a su hijo Isaac y lo colocó en el altar sobre la leña. Y Abram extendió la mano en la que portaba el cuchillo para matar a su hijo, cuando lo llamó del cielo un ángel divino diciéndole: “¡Abram, Abram!”, y este le contestó: “Heme aquí”. Y dijo el ángel: “No abatas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada, porque ahora sé que eres temeroso de Dios, ya que no escatimaste para Mí a tu propio hijo”». (Génesis)

Seré sincero, como siempre. El relato del Antiguo Testamento que acabo de transcribir se me antoja uno de los más aborrecibles de la Biblia. Si Yavé hubiera sido Dios no habría necesitado probar al pobre Abram. Se supone que el buen Dios lo sabe todo. Y sabía —perfectamente— cuáles eran los pensamientos y los sentimientos del patriarca. En otras palabras: el numerito del holocausto fue puro teatro por parte del «equipo» de astronautas…

EL «CAMPAMENTO»

«Y fuese Jacob de Beer Sheva hacia Carán. E hizo noche en el camino, porque ya se había puesto el sol, usando como almohada una piedra del lugar. Y soñó con una escalera cuya base estaba en la tierra y cuya cima llegaba al cielo, y ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y he aquí que el Eterno estaba sobre ella y dijo: “Yo soy el Eterno, Dios de Abram, tu padre, y Dios de Isaac. La tierra donde estás acostado te la daré a ti y a tu simiente, y tu descendencia será como el polvo de la tierra y se propagará hacia el oeste, hacia el este, hacia el norte y hacia el sur, y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. Y he aquí que estoy contigo y te guardaré dondequiera que vayas y te estableceré nuevamente en esta tierra, porque no te abandonaré hasta que haya hecho todo lo que te he prometido”.» (Génesis)

Al parecer, el «equipo» se hace un lío en las últimas frases del presente texto. ¿Guardó al pueblo judío en el doble destierro a Babilonia? ¿Qué sucedió en el asedio a Jerusalén por parte de Tito? ¿Dónde estaba Yavé?

¿Y qué pensar de la escalera por la que bajaban y subían los ángeles? En el fenómeno OVNI, las escaleras son frecuentísimas. Es muy posible que, en el sueño —¿o no fue un sueño?—, Jacob asistiera a la presencia de una nave (tomada por el Eterno) con su correspondiente escalera. Y me pregunto: ¿desde cuándo los verdaderos ángeles necesitan escaleras?

En mi opinión, el «equipo» se presentó ante Jacob y este asoció la nave con la Divinidad.

Más adelante, el Génesis dice: «Y de madrugada levantose Labán y besó a sus hijos y a sus hijas y los bendijo. Y se fue Labán de regreso a su comarca. Y siguió Jacob su camino y encontraron en él ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: “Este es un campamento de Dios”. Y llamó al lugar Mahanaim (Majanáyim, “campamentos”)».

Acudí al método Silva (control mental) y visualicé el campamento en cuestión. No me equivoqué. Lo que acertó a ver Jacob y su gente fueron naves aterrizadas y otras en pleno vuelo. Y junto a las naves posadas en tierra, decenas de seres no humanos. Todo un «campamento», sí, perteneciente al «equipo» de astronautas que se hacía pasar por Yavé. Un «campamento» al estilo militar.

Imagen obtenida por J. J. Benítez en visión remota. El Eterno era una nave con la correspondiente escalerilla. (Cuaderno de campo.)

El «campamento» al que hace alusión Jacob pudo ser una concentración de naves y criaturas no humanas (algunas en tierra y otras en pleno vuelo). (Cuaderno de campo de J. J. Benítez.)

Visión del «equipo» que se hizo pasar por Yavé, según el genial pintor Fernando Calderón. (Archivo: J. J. Benítez.)

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