La trova, Dios y Eric
Roxana Reina - Bienaventurados Blog
Cabello afro, tatuaje en el hombro, voz demasiado juvenil para sus cuarenta y tantos años, carácter vivaracho, guitarra a cuestas y el corazón dispuesto. Eric Méndez es un trovador, pero no uno común, es un trovador cristiano.
Él se califica como un ser musical. Su fe no ha sido tropiezo en su carrera, por el contrario, reconoce que lo ha ayudado a tomar la dirección correcta e impulsado a compartir su música que no excluye ni enjuicia, porque “Dios sabe de trova”.
¿Desde qué momento comienzas a sentir pasión por la música y dices: esto es lo que quiero hacer?
“Comencé en la música desde pequeño. Cuando tenía cuatro años mi mamá me regaló una melódica y en poco tiempo ya tocaba la música del noticiero, de las aventuras, de las novelas... Yo estaba todo el tiempo cantando, inventando canciones, tenía mucha creatividad. En sexto grado entré al Conservatorio Paulita Concepción, en el Cerro, por canto coral, pero en segundo año me expulsaron por problemas de disciplina”.
Tu adolescencia y parte de tu juventud viviste sumido en las drogas, ¿qué te llevó a la adicción y qué repercusiones tuvo para tu vida?
“Padecía un trastorno de concentración y tenía un tratamiento con medicamentos los cuales empecé a tomar como yo quería. Además, era rockero, en el ambiente en el que permanecía todo el tiempo, las drogas era lo común. Consumía muchos psicofármacos y marihuana. Vivía en un estado de enajenación constante. Solo pensaba en drogarme y buscar el dinero para consumir. A los 17 años fui preso por tráfico de drogas. Estuve en la cárcel hasta los 21. Esa etapa me marcó bastante. Estaba solamente subsistiendo y viviendo el día a día sin saber qué sería de mí. Quería ser alguien nuevo, pero no tenía las fuerzas para cambiar”.
¿Qué suceso marcó el comienzo de una nueva etapa en tu vida?
“Cuando salí de la cárcel trabajé durante un año, y lo dejé. Había decidido solo a drogarme y vivir de lo que podía buscarme por ahí. Al mismo tiempo tenía preocupaciones espirituales, andaba siempre en una búsqueda de la verdad, del sentido de la vida. Un día, mi novia, que ahora es mi esposa, y yo pasamos por una iglesia y empecé a escuchar una voz que no me dejaba tranquilo y me daba mucho miedo, sabía que era el diablo. En este momento, empecé a decir la oración: Padre nuestro que estás en los cielos…, que era lo único que me sabía de la Biblia y la repetí en mi mente durante un largo rato. Cada vez que la decía las voces se disipaban y yo sentía paz. Unos días después fui a drogarme y ya no pude hacerlo, me sentí muy mal. Nunca más la he probado”.
En ese momento, ¿abandonaste la música?
“No, nunca. Yo soy un ser musical. Respiro música, y ella siempre me acompañó durante esta etapa difícil de mi vida. Yo escribía canciones con temas sociales, políticos, de críticas y cantaba en diversos lugares. Mi primera presentación pública fue en 1999 en la peña del caricaturista y músico Cecilio Avilés, en la Casa de la Música de La Habana Vieja. Pero cuando llegó Dios, todo se volvió un medio para un fin. Escribía canciones con mensajes sociales igualmente, pero Dios ya era el centro de toda mi cancionística”.
¿Por qué la trova?
“En Cuba hay una tradición inmensa de la trova, pero en algún momento dejó de ser atractiva por ser concebida por algunos como una propaganda política y no como un hecho artístico. Conocí la música de Carlos Varela en séptimo grado y luego, con la de Silvio Rodríguez, me percaté de que para mí no tenía sentido hacer una canción sin que comunicara un buen mensaje. En la trova encontré la forma de expresarme”.
¿Tu música a quiénes está dirigida? ¿Puede decirse que a pesar de tener un matiz cristocéntrico puede atraer a una audiencia más heterogénea en ese sentido?
“Mi música está centrada en un público no cristiano, de hecho, no es muy consumida por la iglesia debido a diferentes estigmas que limitan la capacidad creativa de los cantantes a la alabanza y adoración a Dios. Mi canción más explícitamente cristiana es Canto a Jesús, la cual se esparció por la radio y la televisión y las personas estaban asombradas de que alguien pudiera hacer eso. Realmente lo que me permitió poder adentrarme en los medios y entrar al mundo de la cultura y el arte fue tener una obra cristiana que se adecuaba a un público no cristiano. A pesar de que sabían que tenía un mensaje cristiano, no se sentían excluidos y podían disfrutarlo y reflexionar. El cristianismo está totalmente dentro de mi canción, pero desde la perspectiva de cómo yo quiero llevarle a Dios a las personas”.
¿Crees que se deberían crear más espacios donde se comparta la trova cubana?
“Se debería comenzar por fomentar la cultura de la trova. En muchos lugares no habrá trova si ella no existe en la televisión y la radio”.
¿Y el espacio Arte y fe?
“Funcionó durante varios años en el Cine Avenida. La peña dejó de hacerse porque las personas dejaron de ir. El propósito principal era que fueran gente de la calle, pero mayormente iba el público cristiano y como la mayoría de las actuaciones tenían un perfil de culto no se atraían a personas fuera de este círculo. De todas formas, el proyecto sigue existiendo y pienso en el futuro retomarlo”.
¿Cuáles han sido tus retos a la hora de expresar tu música?
“El mayor reto para mí ha sido que la iglesia entienda la manera en que funciona lo que Dios me ha dado. Mi forma de afrontarlo ha sido la misma: no pienso en lo que digan las personas, vivo preocupado de lo que Dios piensa de mí y esto es lo que me ha permitido adentrarme en distintos contextos”.
Quizas lo más inesperado, por inusual, fue su respuesta a mi pregunta de sus aspiraciones y planes próximos. Eric, en general, no tiene planes, va viviendo con las metas inmediatas que se traza guiado por ese versículo que dice: "no te afanes por el día de mañana, que ya este trae sus propias preocupaciones”.
*Esta entrevista fue realizada en enero del 2020.
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