Mujeres y madres unidas en la Revolución

Mujeres y madres unidas en la Revolución

Karlito Marx

Mujeres y madres unidas en la Revolución. Palabras pronunciadas por Fidel el 23 de agosto de 1960 (fragmentos)

"Aquí no solo luchan los hombres; aquí, como los hombres, luchan las mujeres.

Y no es nuevo, ya la historia nos hablaba de grandes mujeres en nuestras luchas por la independencia, y una de ellas las simboliza a todas: Mariana Grajales, aquella que le dijo al hijo más pequeño: “¡Empínate, para que vayas a luchar también por tu patria!" (...) Madre también heroica —aunque todas las madres son heroicas, porque nadie ha sufrido en Cuba como han sufrido las madres—, madre heroica es la madre de nuestro inolvidable Frank País, que perdió dos hijos en la contienda y que, para prestigio de la Federación de Mujeres Cubanas, preside a las mujeres de Oriente; o como la señora madre de los Ameijeiras, que perdió tres hijos; o como aquella campesina del Oro de Guisa, a la que los esbirros de Sosa Blanco le asesinaron siete hijos y el esposo. Madres heroicas han sido todas las madres que vieron caer a sus hijos asesinados o combatiendo; y madres también dignas de consideración y de respeto, aquellas que vieron a sus hijos arrastrados al crimen por la tiranía infame, porque también han tenido que sufrir las consecuencias del pasado odioso.

Mujeres heroicas, como aquellas dos compañeras nuestras, Lidia y Clodomira, asesinadas cobardemente por los esbirros de Esteban Ventura (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!"). Fácil es imaginar la indignación de los combatientes revolucionarios cuando recibieron aquella noticia.

(...)

Aquellos cobardes no solo llegaron a ultrajar a mujeres cubanas, sino que hasta las llegaron a asesinar. Y lo hicieron porque sabían que la Revolución tenía en las mujeres verdaderos combatientes, verdaderas luchadoras. Y aquí, donde siempre fue tradición el respeto a la mujer, hicieron trizas de esas tradiciones y no respetaron a las mujeres.

Esos son los miserables que quieren volver (EXCLAMACIONES DE: “¡Nunca!") (...) De esa calaña eran aquellos servidores de la tiranía, y de esa calaña son los que les dieron albergue y los apadrinan. Tan cobardes y tan asesinos como ellos, son los que hoy los ayudan, y los protegen y los alientan para que vuelvan a ensangrentar a la patria.

(...)

La Revolución, que es tan fuerte en el pueblo, que es tan firme en el pueblo, como que para combatir contra los criminales que quieren volver, si no estuviesen ayudados por el imperialismo americano (EXCLAMACIONES Y ABUCHEOS), si no estuviesen ayudados, si no estuviesen ayudados por el Departamento de Estado, por el Pentágono (EXCLAMACIONES DE: “¡Fuera!") y por las fuerzas más reaccionarias de la plutocracia yanki, bastarían las madres cubanas para liquidarlos si intentaran regresar. Y ellos lo saben; ellos saben que en nuestro país no tienen fuerza ni para resistir a una parte de nuestra población; que no cuentan ellos con fuerza, ni con valor, ni para enfrentarse a las madres cubanas.”

(…)

“Sigue tú con tus esbirros; sigue tú con los desertores y los traidores; sigue tú con tu plaga de vendepatrias, ¡que aquí queda un pueblo bajo cuya bandera caben todos los hijos buenos y dignos! Cualesquiera que sean sus creencias, cualesquiera que sea su pensamiento, ¡basta con que a su patria la quiera por encima de todo, basta que el bien de su patria prefiera a cualquier otro interés, basta con que quiera para su patria la justicia, basta con que a su patria ni la venda ni la traicione jamás!

Y eso es lo que quieren los hijos dignos, los que se reúnen aquí entre estas mujeres cubanas, que agitan sus banderas y que saben que una cosa las une, y es esa bandera que ellas honran; y que otra cosa las une, y son los hijos que dejaron en sus casas o llevan en sus entrañas.

Y no quieren que mañana sean esclavos de nadie; y no quieren que mañana sean explotados por nadie; y no quieren que mañana sean discriminados por nadie; y no quieren que mañana sean golpeados ni torturados por nadie; y no quieren que mañana sean asesinados por nadie, ni que sean unos traidores, ni que sean sumisos a nadie. Y tú lo que enseñas es la sumisión y la traición; y tú vienes aquí con tu oro a comprar conciencias, a sobornar conciencias, a fabricar traidores, a promover Judas.

Y las une la alegría de hoy, la tranquilidad de hoy, el orgullo de hoy y el honor de hoy.

Y basta ser madre para albergar esos sentimientos, y toda madre quiere para sus hijos en el mañana lo mejor. Y cada madre quiere que sus hijos puedan estudiar; y cada madre quiere que si su hijo tiene vocación pueda estudiar una carrera universitaria, que antes era nada más que para un grupo de familias que podían contar con sus recursos, porque para las familias humildes, muy raras veces había oportunidad de ir a una universidad (APLAUSOS). Y las madres quieren que el día de mañana sus hijos no trabajen para otros, que trabajen para ellos y para su patria.

Y basta ser madres para sentirse unidas en esa noble aspiración y para sentirse unidas estrechamente en el desprecio a la injusticia, y en el desprecio a los que no le han hecho más que mal a nuestra patria, a los que no han sembrado más que el hambre y la miseria, a los que no han sembrado más que el dolor y el luto, abolidos ya para siempre en nuestra tierra (APLAUSOS).

Porque si tenemos que caer, ¡caeremos todos!, pero luchando por el bien; si tenemos que caer, ¡caeremos todos!, pero luchando por la libertad; si tenemos que caer, ¡caeremos todos!, luchando contra el abuso y contra el crimen; si tenemos que caer, ¡caeremos todos!, pero luchando por nuestra patria, por nuestra dignidad, y por la felicidad de nuestro pueblo. Y como nos pongan a escoger entre la esclavitud o el sacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!; como nos pongan a escoger entre la sumisión o el sacrificio, ¡escogeremos siempre el sacrificio!; como nos pongan a escoger entre la indignidad y el sacrificio, ¡escogeremos siempre la dignidad! Porque hemos aprendido demasiado bien que la vida no vale la pena vivirse cuando se vive esclavo, cuando se vive sin vergüenza, cuando se vive sin honor, cuando se vive sin libertad. (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Patria o Muerte!”.)


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