La alarma de combate

La alarma de combate

Karlito Marx

La única alarma que se escucha en Cuba es la de combate

La posibilidad de agresión militar de los Estados Unidos a Cuba ha estado presente a lo largo de la historia de la Revolución cubana, desde su triunfo en enero de 1959 hasta hoy. El peligro ha sido mayor a veces, pero jamás ha estado descartada, y menos porque hubo un acuerdo entre Kennedy y Nikita a raíz de la crisis de octubre. En cartas dirigidas a Nikita, el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz expone la falsedad de aquellos acuerdos, cuando los Estados Unidos reiniciaban las agresiones armadas desde su territorio contra objetivos económicos, plantaciones de caña, invasiones paramilitares a través de las zonas costeras, el apoyo a grupos armados alzados en diferentes zonas montañosas del país, reclutamiento de mercenarios y la estructuración de células clandestinas para impulsar actos de sabotaje en todas sus variantes, y las acciones terroristas —incluyendo el asesinato a dirigentes de la Revolución, cuyo principal objetivo fue Fidel.

Un año antes del acuerdo, en el que Cuba no participó ni se le consultó, se había producido la invasión mercenaria por Girón, que concebía una escalada de grandes proporciones, frustrada gracias a la rápida movilización del pueblo desde la famosa esquina de 12 y 23, en el Vedado capitalino. Allí, Fidel —en un acto original, sin dogmas ni manuales— declaró el carácter socialista del proceso revolucionario, como continuidad de las guerras de independencia iniciadas en 1868. Rendía así honor a los ideales de los mártires de la agresión aérea a San Antonio, donde con su sangre un humilde hombre escribió FIDEL sobre un lienzo de madera.

En su carta de despedida, Che, refiriéndose a la crisis de octubre, consigna que nunca antes había brillado tan alto un estadista como en esos días y se reconoce identificado sin vacilaciones con el Comandante en Jefe con su manera pensar y de apreciar los peligros y los principios.

Desde 1962 hasta hoy, los cubanos hemos vivido otros peligros y la única alarma que conocemos es la de combate. Eso no excluye la vocación del pueblo cubano por la paz y su voluntad de disuadir conflictos a través del diálogo —como plantearan también Raúl y Miguel Díaz Canel—, pero sin concesiones, sin dar ni tantito así a los yankees, sin zanjoneros.

Si estamos vivos es por la doctrina de guerra del todo el pueblo, de Fidel, por el grito de La Demajagua y la Protesta de Maceo en Mangos de Baraguá. Lo demás son cuentos de camino.

Seguimos


Report Page