No soy todo lo que hay ni está todo lo que soy

No soy todo lo que hay ni está todo lo que soy

Itan

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     Cuando decido escribir sobre la última de las etapas, y me dirijo a hacerlo, me encuentro, con un coche fúnebre con su escolta de gente detrás, con caras de pena y sollozo por la que llegó a la Quinta Etapa, que da su último paseo de despedida por la calle Granada. Mi acto reflejo no es el de quitarse el sombrero como en otros tiempos, sino el de echar mano al botón del pantalón vaquero, con intención de conseguir protección contra la liberación.


     Deseo plasmar mi idea sobre la última de las etapas, la 5ª, la Liberación, la Esclavitud, la Privación, el Desahogo, en una palabra reveladora: la Muerte.


Fotografía: Mi Santa Muerte (de Jesús Carmona)


     Esta llega normalmente por orden, con el Nacimiento o Alumbramiento como Primera Etapa, a la que le siguen la Segunda Etapa, el Crecimiento o Maduración, la Reproducción (esta muy entremezclada con la Segunda Etapas), el Envejecimiento o Sabiduría, es la Cuarta Etapa, y por fin, para bien o mal según la situación de cada cual, la última, la Quinta, la Muerte.


     Esta etapa, ha de ser recibida con calma, estando dispuesta a que sea la etapa más bella al no dejar nada por hacer. No la concibo como una etapa triste y no deseada.


     La Quinta Etapa no es rechazable, ni dolorosa en si misma; es dolorosa y temida por la manera de llamar a nuestra puerta o cuando la naturaleza no nos da la suficiente fuerza para aguantar las anteriores etápas de nuestra vida. Es doloroso y temido el transporte de Esta, no la Muerte como muerte y fin de nuestra vida.


     Al igual que la Maduración es transportada por las experiencias amargas y otras bellas, es decir, el enfrentamiento a la vida real; la Muerte es transportada por la soga, las balas perdidas, los accidentes, los microbios, el paro cardíaco (descanso merecido de nuestro productor de sentimientos), y otros transportes nocturnos y diurnos.


     Como todo transporte, los de la Quinta Etapa lleva pasajeras(os) y tienen un destino. Estas(os) pasajeras(os) son los que nos hacen al destino que sea una muerte diurna y sufrida, o nocturna y tranquila.


     Cuando el equipaje de las(0s) pasajeras(os) que lleva el transporte llega al destino, a este llega, la paz, el silencio, la oscuridad de lo nocturno con su desahogo y sinceridad.


     Es incongruente que con la Quinta Etapa, lleve a otras estaciones las(os) pasajeras(os) que como equipaje lleven desaliento, llanto y desesperación por el destino que ha sido borrado del recorrido de los transportes de las otras etapas.


     No se debe llorar, y guardar los otros equipajes, por el desmantelamiento de una estación cercana, sino festejar los equipajes más nocturnos que haya recibido, para que las estaciones que se encuentren en la Primera Etapa logren como mínimo los equipajes que hacen de todo recorrido un viaje fascinante por la nocturnidad y por la triste diurnidad que ayuda apreciar dicha, nocturnidad.


     El olvido de los destinos desaparecidos no es diurno sino una nocturna necesidad para conseguir que las demás etapas lleguen a su plenitud, no privándose de placeres y viajes que nos hacen ver la hermosura del recorrido de nuestro destino, de nosotros(as).


     No se debe contemplar con desesperación el desmantelamiento de la estación vecina, sino que se ha de dejar que sea el viento, el agua y las nuevas vidas las que saquen provecho de la derruida estación o cumplir la voluntad de ser conservada inmóvil y pasiva, ser entraña de una montaña, o volver a su origen de polvo y cenizas, minerales y elementos base que serán esparcidos por Eolo para estar presente, sin estar, en todos los lugares donde en otras etapas no se ha podido llegar por pago de poder hacer el recorrido.


     La última de las Etapas; no existe otra más allá. Es la 5ª, la última, el fin de todo. Solo nos queda, antes de su culminación, la esperanza de que nuestras ruinas servirán para el resusrgir de otros recorridos, al igual que las piedras de una vieja casa pueden servir como canteras para otras construcciones; de que nuestro recorrido servirá como canteras para otras construcciones; de que nuestro recorrido servirá como ejemplo para solayar los impedimentos que otras encuentren en su camino.


     Mi deseo es que cuando la Quinta Etapa llegue a su culminación en mí, las estructuras que sigan intactas puedan ser utilizadas para las que esas mismas estructuras estén deterioradas, puedan ser reemplazadas y puedan contemplar la etapas de su propio recorrido; y que las estructuras que no sirvan para la restauración, sean incineradas.


20 de junio de 1988
Itan (https://flickr.com/solamente_itan)

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Imágenes y Fotografías:
Mi Santa Muerte [sin cambios]. Autor: Jesús Carmona. Bajo Licencia CC BY-NC-SA 2.0.

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