La Dalia Negra

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IV. Elizabeth » Capítulo 37

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A bordo del avión pensé en todas las cosas que debía explicarle a Kay para impedir que un nuevo cimiento de mentiras destruyera las vidas de los dos… o de los tres.

Debía saber que era un detective sin placa, que durante un mes del año 1949 tuve el valor, la lucidez y la voluntad necesarios para hacer sacrificios. Debía saber que la intensidad de ese momento me haría siempre vulnerable, fácil presa de oscuras curiosidades. Debía creer que mi más firme decisión era no permitir que ninguna de ellas le hiciera daño.

Y debía saber que era Elizabeth Short quien nos estaba dando esa segunda oportunidad.

Cuando nos aproximábamos a Boston, el avión fue engullido por las nubes. Sentí que el miedo me volvía pesado, como si el reencuentro y la paternidad me hubieran convertido en una piedra que caía hacia el abismo. Entonces busqué a Betty; un deseo, casi una plegaria. Las nubes se abrieron y el avión empezó a descender, y en el crepúsculo había una gran ciudad iluminada a nuestros pies. Le pedí a Betty que me dejara llegar sano y salvo, a cambio de mi amor.

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