La Autoridad Palestina forja su reivindicación sobre Gaza, entre cenizas y sangre
Bana Abu Zuluf y Ameed Faleh - REDCOMCon la destrucción sin precedentes en Gaza, la Autoridad Palestina ve una oportunidad de posicionarse como central para el futuro de la franja, priorizando una vez más su supervivencia por sobre la liberación del pueblo palestino.
Las famosas palabras de Antonio Gramsci: “El viejo mundo está muriendo, el nuevo mundo lucha por nacer; ahora es la hora de los monstruos”, reflejan el sombrío estado de la política palestina en la actualidad. Entre los palestinos, uno de los “monstruos” más evidentes es la Autoridad Palestina (AP).
La legitimidad de la AP se ha ido erosionando de forma constante, en particular bajo el liderazgo de Mahmoud Abbas, que se ha aferrado al poder desde que expiró su mandato presidencial en 2009. La AP, que en un tiempo fue considerada un órgano administrativo interino, ahora funciona principalmente como un brazo de la ocupación israelí, priorizando su supervivencia por sobre la liberación del pueblo palestino.
Su papel en Cisjordania se ha convertido en uno de contención y contrainsurgencia, una traición que alimenta la ira generalizada entre los palestinos. Ahora, con la destrucción sin precedentes en Gaza, la ANP ve una oportunidad de posicionarse como central para el futuro gobierno de la Franja, pero esto no es tanto una estrategia de unidad como un intento desesperado de ganar relevancia.
La decadencia de la AP
La erosión de la legitimidad de la AP ha sido un proceso lento pero constante. En una encuesta realizada en 2023 por el Centro Palestino de Investigación Política y Encuestas, el 62% de los palestinos consideró que la AP era una carga, mientras que el 68% dijo que el proceso de Oslo perjudicaba los intereses nacionales palestinos. La corrupción es rampante, y los funcionarios de la AP se enriquecen mientras los palestinos comunes sufren. Gran parte de su presupuesto, financiado por donantes internacionales, apuntala una burocracia inflada y fuerzas de seguridad en lugar de abordar las necesidades del pueblo.
Este reconocimiento internacional de Palestina por parte de países como Irlanda, Noruega y España es lo que otorga a la AP cierta apariencia de legitimidad en el marco de la solución de dos Estados, pero este reconocimiento suena falso para muchos palestinos, que ven la dependencia de la AP de la financiación de donantes como una prueba de su priorización de los intereses extranjeros.
La llamada “coordinación de seguridad” de la AP con Israel ejemplifica esta dependencia. Presentada como una medida para garantizar la estabilidad, ha funcionado como un mecanismo para reprimir la resistencia palestina. Ataca a los disidentes y desmantela las redes de base, lo que hace que muchos vean a la AP no como un representante de las aspiraciones palestinas, sino como un colaborador en el mantenimiento de la ocupación.
Cisjordania ofrece un cuadro crudo de la complicidad de la AP. Sus fuerzas de seguridad reprimen regularmente las protestas, detienen a activistas y silencian la disidencia, a menudo de manera violenta. Durante el genocidio en curso de "Israel" en Gaza, la represión de la AP se intensificó aún más. Según el Comité de Presos Políticos, la AP había asesinado a cinco palestinos y arrestado a docenas más a fines de 2023. Solo la semana pasada, la AP lanzó una campaña de seguridad para erradicar las fuerzas de resistencia en Yenín. Bautizada como "La protección de la patria", la campaña tiene como objetivo "[restaurar] el campamento de las garras de los delincuentes que perturbaron la vida diaria de los ciudadanos y los privaron de su derecho a acceder a los servicios públicos de manera libre y segura". De manera similar, en 2008, la AP promulgó una campaña de contrainsurgencia en Yenín titulada "Sonrisa y esperanza" para neutralizar la resistencia bajo el disfraz de la ley y el orden.
La Autoridad Palestina justifica estas acciones como medidas para mantener “la ley y el orden”, pero en realidad han envalentonado el control de "Israel" sobre Cisjordania. En lugar de apoyar la lucha palestina en general, la Autoridad Palestina ha afianzado el statu quo.
La táctica de Gaza
La conducta de la Autoridad Palestina en Gaza sigue una larga historia de oportunismo político. Desde 2007, cuando Hamás tomó el control de la Franja, la Autoridad Palestina ha tratado a Gaza con desdén, recortando salarios, negando servicios esenciales e imponiendo medidas punitivas que causan miseria y empobrecimiento. Ahora, tras una ofensiva israelí, la Autoridad Palestina está aprovechando el momento para reinsertarse en el gobierno de Gaza.
La estrategia no es nueva. Después de la Segunda Intifada, la AP aprovechó el apoyo internacional para la reconstrucción introduciendo reformas de gobernanza impulsadas por los donantes y posicionándose como una fuerza estabilizadora. Se promovieron figuras como Salam Fayyad, aclamadas como tecnócratas, para satisfacer las demandas internacionales de “buena gobernanza”, pero esos esfuerzos hicieron poco por abordar las causas subyacentes del sufrimiento palestino: el apartheid, la colonización y la falta de soberanía.
Hoy se está desarrollando un escenario similar, con el nombramiento de Mohammad Mustafa como primer ministro. Si bien la AP promociona las credenciales tecnocráticas de Mustafa como un paso hacia la revitalización, tales medidas apuntan principalmente a tranquilizar a los actores internacionales de que la AP sigue siendo un socio viable para la reconstrucción y la lucha contra la insurgencia.
Las ambiciones de la AP en Gaza se ven complicadas por la existencia de actores rivales. Hamás sigue siendo una fuerza importante, a pesar de la devastación en la Franja, y considera que las propuestas de la AP son un intento velado de recuperar el control bajo el pretexto de la reconstrucción.
Para complicar aún más las cosas, Mohammad Dahlan, un ex hombre fuerte de Fatah respaldado por los Emiratos Árabes Unidos, se ha posicionado como un contendiente para ganar influencia en Gaza. El acercamiento de Dahlan a Hamás en 2017 le permitió canalizar la ayuda de los Emiratos a Gaza, lo que aumentó su popularidad. Recientemente, se ha posicionado como una alternativa tanto a Abbas como a Hamás, y ha presentado el futuro de Gaza bajo el lema “Sin Abbas, sin Hamás”. El respaldo de los Emiratos Árabes Unidos a Dahlan y su capacidad para movilizar recursos representan una amenaza para los planes de la Autoridad Palestina para Gaza, mientras que Hamás sigue resistiendo a ambas fuerzas.
El Comité de Apoyo Comunitario
Ante estos desafíos, la Autoridad Palestina ha recurrido a un nuevo mecanismo: la creación de un Comité de Apoyo Comunitario. Este comité, formado de común acuerdo con Hamás con el fin de establecer el “capital político” necesario para un alto el fuego en Gaza, tiene la tarea de administrar los asuntos cotidianos de Gaza (salud, educación, infraestructura, reconstrucción, distribución de ayuda y cruces fronterizos) hasta que se celebren elecciones o se acuerde un marco de gobernanza.
Esta medida refleja el intento de la Autoridad Palestina de establecerse como un actor indispensable en la reconstrucción de Gaza. Sin embargo, siguen sin resolverse cuestiones clave, en particular las relativas al papel de las fuerzas de seguridad de Gaza y las facciones de la resistencia. Estas omisiones sugieren que la Autoridad Palestina está tanteando el terreno, con tres posibles escenarios en juego:
- Supervisión de la seguridad regional: La Autoridad Palestina podría intentar establecer una fuerza de seguridad regional dirigida por los Emiratos Árabes Unidos, como propone Israel , mientras margina a Hamás mediante acuerdos ocultos. Tal medida podría indicar un acercamiento entre Abbas y Dahlan.
- Monopolio del régimen de ayuda y reconstrucción: Al monopolizar la ayuda y la reconstrucción, la AP podría tratar de debilitar tanto a Dahlan como a Hamas, presentándose como un socio indispensable para los donantes internacionales. Sin embargo, es poco probable que las facciones de la resistencia de Gaza y la opinión pública toleren una presencia de seguridad controlada por la AP.
- Apuesta por la influencia política: El comité podría dar a la AP un impulso muy necesario en cuanto a relevancia política. Al cooperar con Hamás sobre esta base limitada, la AP puede esperar sofocar el disenso interno y presentarse como una fuerza estabilizadora en la reconstrucción de Gaza.
Si bien estos escenarios reflejan el intento desesperado de la AP por sobrevivir, su búsqueda de legitimidad entre los palestinos sigue siendo cuestionable.
¿Que viene después?
La “época de los monstruos” de Gramsci es una metáfora adecuada para el papel actual de la Autoridad Palestina. Es una criatura de la era de Oslo, sostenida por las mismas fuerzas que perpetúan el sufrimiento palestino. Su dependencia de actores externos, desde las naciones donantes hasta el reconocimiento internacional, asegura su supervivencia al mismo tiempo que aleja al pueblo palestino al actuar como representante de los intereses de seguridad israelíes.
Lo que está en juego para la AP lo expresó mejor un funcionario de la Autoridad Palestina al comienzo de la agresión contra Gaza, quien declaró que “esta vez, Israel debe destruir a Hamás, de lo contrario [la AP] estará acabada”. Es a través de esta lógica de eliminar a Hamás, manteniendo a flote el frágil status quo en Cisjordania mediante la coerción y la coordinación con Israel, que la Autoridad Palestina está negociando los términos de la “torta de Gaza”. Tratar de marginar tanto a Hamás como a Dahlan mientras trata de ganar una legitimidad internacional vacilante, ha sido la razón de ser de la AP tras el 7 de octubre. El genocidio de Israel, como tal, fortalece la posición negociadora de la AP en sus negociaciones con Hamás mediante el arrasamiento de barrios, los asesinatos de las fuerzas de seguridad de Gaza y el asesinato de la dirigencia política y militar de la resistencia.
Por su parte, Hamas aspira a tener voz y voto en el día después de la tregua, aunque reconoce que cualquier acuerdo posterior al alto el fuego será distinto de las agresiones anteriores en Gaza. Para Hamas, la reducción del daño a la población de Gaza y la autonomía de la resistencia siguen siendo una cuestión central a la que no puede renunciar.
Los últimos acontecimientos ponen de relieve esta dinámica. El nombramiento de Rouhi Fattouh como presidente interino por parte de Abbas en caso de que éste abandone el poder es una señal de que la ANP se centra en mantener su estructura en lugar de abordar su crisis de legitimidad. Esta continuidad puede tranquilizar a los donantes internacionales, pero no inspira confianza entre los palestinos.
Mientras el futuro de Gaza pende de un hilo, también lo hace la trayectoria más amplia de la política palestina. Es poco probable que los intentos de la ANP de afirmarse en Gaza sirvan para restablecer la confianza o abordar las causas profundas de la lucha palestina. En cambio, corren el riesgo de profundizar las divisiones y perpetuar un sistema que prioriza el poder sobre la liberación.
La era de los monstruos no puede durar eternamente, pero no está claro si el colapso de la Autoridad Palestina allanará el camino para una resistencia unificada o para nuevos desafíos. Lo que está claro es que el pueblo palestino anhela un liderazgo que refleje genuinamente sus aspiraciones de libertad y justicia, un liderazgo que es poco probable que surja de los pasillos de la Autoridad Palestina en Ramallah.