Indigna cualquier intento de segregar, por el concepto que sea

Indigna cualquier intento de segregar, por el concepto que sea

Karlito Marx

Indigna cualquier intento de segregación, por el concepto que sea

Hemos venido alertando sobre el fenómeno de importar conceptos y prácticas de corte neoliberal en nuestro país. Para nadie es un secreto que la agenda de género que se impulsa desde los centros de poder es una flecha envenenada. En nuestro caso, aspira a contaminar desde dentro las instituciones, para transformar el socialismo cubano genuino —que posee un enfoque leninista de lucha de clases— en un sucedáneo de la Escuela de Frankfurt; en un producto académico, donde las ideas se diluyan en una guerra de sexos que identifica al hombre como poco menos que un depredador, un criminal per se y, a la mujer, como una santa inmaculada, incapaz de nada humanamente punible.

Este enfoque, por inocente y simple que parezca, ha generado dividendo a los partidos socialdemócratas electoreros del capital. Constituye, ahora mismo, la punta de lanza para derribar la hegemonía revolucionaria y colocarla en otros focos que desvirtúen la esencia marxista y fidelista de nuestro proceso: luchar encarnizadamente, desde el proyecto socialista, contra el imperialismo y las reminiscencias del capitalismo, cuna de todas las injusticias sociales.

¿Reformismo neoliberal? Las cartas están aún por mostrarse. Lo cierto es que se sugiere la necesidad de "universidades feministas", en las que haya “espacios seguros”. ¿A partir de qué fecha hubo espacios seguros en las pocas universidades con las que contaba este país antes del 59, reservadas fundamentalmente para señoritos de familias privilegiadas? ¿Acaso puede ser honesto un planteamiento así, en tanto se aplica tabula rasa a una larga historia de represiones —incluyendo el asesinato de estudiantes hombres y mujeres, unidos al proyecto revolucionario más humanista del siglo XX? ¿No fueron estas forjas de las milicias universitarias, integradas por hombres y mujeres?

Quien no perciba la esencia de lo que hablan algunos exponentes bajo las banderas del feminismo, sepa que se trata de promover la segregación, en este caso, contra varones, pues estos estarían necesariamente construidos y compelidos a agredir mujeres. ¿Cuál es el resultado de practicar conceptos así en un país como Cuba, donde el pueblo es, además, inclusivo por naturaleza?

No fue un mero acto de simbolismo que el escenario escogido por las mujeres cubanas y el Comandante en Jefe para constituir la FMC, el 23 de agosto de 1960, fuera el teatro de reuniones y congresos de los trabajadores: obreros y campesinos —bautizado después con el nombre del líder obrero Lazaro Peña. Y es que, desde entonces, esta organización reconoce que el triunfo en la lucha por la emancipación de la mujer, además de inseparable, está determinado por el triunfo de las causas del hombre humilde, el trabajador, el esclavo asalariado sobre el capitalismo.

La división es, precisamente, el arma que nuestros enemigos llevan décadas intentando implantar en la isla, sin resultados hasta ahora. Una guerra de sexos, como de las supuestas razas, entre otras, son las variables optadas, desde múltiples ángulos y hace tiempo por la contra. Son ejemplos de ello las diatribas de Sandra Álvarez y sus varios proyectos, pasando por los linchamientos practicados por Siro Cuartel contra funcionarios cubanos, hasta el más reciente toque feminista del activismo de Yunior García Aguilera.

Pero vayamos más allá: el segregacionismo, además de ser inmoral, es ilegal. Debemos velar porque todos los espacios se preserven como bien público, y evitar que se privilegie en ellos determinados cánones subjetivos de una ideología que ni es revolucionaria, ni es cubana.

Este feminismo no es el de Vilma, que defendió también a los hombres cuando fue justo y necesario, porque para ella no había sino un ser humano investido de derechos. Por ello, quienes promulgan estas ideas evitan mencionar la FMC, cuando no sea para denigrar ese espacio o criticarlo, mientras lo presentan como machista, atrasado, inoperante, sin sentido.

Antes de despedirnos, por ahora, convendría que los impulsores de esta agenda nos respondan si estuvo bien y creen que fue feminista señalar supuestos errores a Fidel en el día de su cumpleaños y luego burlarse. Máxime cuando Fidel Castro es el hombre que más hizo por la mujer cubana y cuyo legado, por cierto, no vemos que se tenga en cuenta, se mencione ni se respete en muchas de las tantas prácticas políticas que la nueva agenda de género intenta normalizar, de manera “emergente", frente a nuestras instituciones.

Seguimos.


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