Hitchcock

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Periodo norteamericano » 1959. Psicosis

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Psicosis fue desfavorable en su gran mayoría. Los críticos proponían desde «quemar a Hitchcock» hasta prohibir la cinta en todos los cines. No fue sino tiempo después de su monstruoso éxito económico (cerca de 16 millones de dólares en un mes de exhibición por solo 806.000 dólares de inversión, con copiado y publicidad incluidos) que se empezó a revisar la cinta con mayor detenimiento.

Robin Wood dice que «la película contempla el máximo horror sin histeria, con una objetividad sosegada, casi serena». Spoto agrega que

Psicosis postula que «el sueño americano se ha convertido en pesadilla», y también sugiere que el personaje de Norman (especialmente en la conversación que sostiene con Marion en el porche del motel) parece un reflejo del propio Hitchcock. Tanto Wood como Spoto opinan que esta cinta es una horrenda metáfora sexual y una obra altamente anarquista, ya que el simple hecho de asesinar al personaje principal, contra las expectativas del público, deja a ese público durante el resto del filme, y probablemente durante más tiempo, con un sentimiento de que no hay «nada de qué asirnos, con el centro de la película aparentemente disuelto». Es por esa razón, aclara Wood, que «nos adherimos a Norman Bates, el único otro personaje disponible, preparados para este desplazamiento de simpatías», que resulta demoledor cuando descubrimos que es él quien ha matado a Marion.

Wood y Spoto coinciden también en que la relación Marion-Norman se vuelve entonces fundamental. Spoto llega a pensar que «al adaptar la novela, el nombre de la protagonista ha sido cambiado de Mary a Marion […] [para acercarlo al de Norman [prácticamente anagramas] complementando ella la personalidad de él». El cambio de nombre, ciertamente importante, se debió a que el departamento legal de la Paramount encontró en Phoenix a una Mary Crane, y esa coincidencia podía dar lugar a demandas legales. El hecho del cambio importa porque la hipótesis de Spoto parece no solo acertada, sino también bastante probable. Hitchcock era muy dado a rebuscados juegos de palabras, de los que también es clara muestra el hecho de que la «madre» está encerrada en el sótano para frutas. Aunque Wood da un significado más profundo a ese dato y lo asocia con la fecundidad maternal, también es probable que para

Hitch haya sido solo un chiste más en lo que él consideraba una comedia, pues

fruit, en inglés, vale tanto para fruta como para apodar a alguien que ha perdido la razón.

A lo largo de todo el filme hay largas secuencias en que no se pronuncia una sola palabra, contrastadas con otras en que el diálogo se vuelve abundante, aunque nunca molesto. Tanto las partes dialogadas como las que transcurren en silencio despiertan en el espectador la misma tensión. Basta recordar la espléndida secuencia con el policía de carretera, o la del «regateo» del vendedor de autos (ejemplo perfecto de la teoría de la bomba bajo la mesa), en que el diálogo trivial y bobo llega a molestar porque ya estamos enterados de la situación de Marion.

En

Psicosis, Marion viaja, como tantos otros personajes de Hitchcock, y su viaje es hacia la noche, literal y metafóricamente; Marion habrá de encontrar el lado oscuro del pueblo americano y finalmente la muerte, en un completo sinsentido en que el dinero ya ni siquiera existe como móvil, pues se hunde junto con su cadáver en la cajuela del auto. El móvil de Norman será tan turbio como su mente. La lógica, y con ella la calma que ofrece, desaparecen en el pantano junto con el auto y serán recobradas (metafóricamente) llenas de lodo y suciedad, solo después de que el psiquiatra nos dé una explicación «civilizada» y engorrosa sobre el porqué de los crímenes de Norman. Según Wood, «la explicación omite tanto como explica», y Spoto considera la secuencia que sigue, cuando vemos que Norman ha quedado en manos de la «madre» —con la sutil sobreimpresión, durante una fracción de segundo, del rostro del cadáver sobre la cara de Norman, quien desea mostrarse «incapaz de herir a una mosca»—, como «una broma» de la explicación que le precede y, por supuesto del público, pues muestra el complejo y terrible mundo interno del psicópata «más allá» de la pobre explicación racional.

Psicosis es probablemente la cinta más terrible de Alfred Hitchcock. Su visión, la más aproximada al purgatorio, parece basarse en la idea de que «estamos todos un poco locos», como dice Norman, y hemos de recibir horrores desproporcionados aun a cambio de lo que consideramos «pequeños crímenes», o peor todavía, sin que medie delito alguno de nuestra parte.

La película marcó para siempre a todos los que trabajaron en ella. Anthony Perkins (quien actualmente sigue sosteniendo su vida entera con lo que obtuvo por la segunda y tercera partes de la cinta, dirigida la tercera por él mismo), Bloch, Herrmann y el mismo Hitchcock, son recordados por el gran público principalmente por esta cinta, que para muchos timoratos se volvió responsable de la despreciable variante del

gore[18]: el

slasher filme, o sea, el filme donde un asesino con toda suerte de máscaras se afana por clavar cualquier instrumento punzocortante (eléctrico o de mano) en los cuerpos de adolescentes fornicantes. Seguramente quien emite este juicio después va a casita y gira al revés los discos de Led Zeppelin, invocando a algún polvoriento dios sumerio.

Se llegó al extremo de acusar a

Hitch de que, después de ver su filme, un hombre hubiera matado a su cuarta víctima, a lo que Hitchcock respondió: «¿Y se puede saber qué vio antes de matar a las anteriores…?». Janet Leigh afirma que después de que

Psicosis fue exhibida en televisión, empezó a «recibir grandes pilas de correspondencia de locos que […] la amenazaban con hacer realidad la secuencia del asesinato de la ducha». Norteamérica se tomó muy en serio el horrible reflejo que Hitchcock mostró de ella.

Ante tales reacciones, Hitchcock se sorprendía cada vez más, ya que él continuaba viendo la cinta como una comedia de humor negro (John Landis afirma que uno la empieza a considerar así «después de verla por segunda vez»). Robin Wood, sin embargo, opina que «juzgar la película como una obra “divertida” puede considerarse una manera [la de Hitchcock] de conservar la salud mental» y concluye que Hitchcock fue «un artista mucho más grande de lo que él mismo pensaba».

APARICIÓN DE HITCHCOCK: Caminando con un sombrero tejano.

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