Himmler

Himmler


Cartas 1933-1939

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CARTAS 1933-1939

Fue todo muy agradable. Vino el Führer. […] Fue maravilloso estar sentada a la mesa con él, en un pequeño círculo.

Diario de MARGA HIMMLER

3 de mayo de 1938

Después de la llegada al poder de los nacionalsocialistas en enero de 1933, la carrera de Heinrich Himmler comenzó con cierta dificultad[98]. Tras las elecciones al Reichstag del 5 de marzo de 1933, hubo de conformarse en un primer momento con el puesto de jefe de la Policía de Múnich. En abril de 1933, tras la deposición del Gobierno bávaro, ascendió a comandante de la Policía política bávara y levantó un campo de concentración en Dachau, cerca de Múnich. La conexión entre las SS, la Policía política y el campo de concentración resultó muy exitosa dentro del sistema nacionalsocialista. Hitler quería que la represión de la oposición política no recayera solo en los órganos estatales, la Policía y la Justicia. Así pues, la Policía política según el modelo prusiano, que pronto pasó a conocerse en todas partes como Geheime Staatspolizei (Policía estatal secreta), la Gestapo, se convirtió con el decreto del «Estado de excepción» del 28 de febrero de 1933 tras el incendio del Reichstag en el órgano policial de represión decisivo. Junto a los campos de concentración, en los que los detenidos quedaban internados sin juicio ni abogado, la Gestapo creó un sistema de terror que venció a la oposición política en poco tiempo.

Hotel Bristol-Britannia, 14 de junio de 1933

¡Queridísima mía!

Aquí hace muy bueno; vivo en el Gran Canal[99] y tengo unas vistas preciosas. Duermo bien y estoy en el paraíso. Mami, he comprado unas cosas que no te imaginas.

Ayer nos bañamos en el Lido. Por la noche dimos un paseo en góndola. Mami, esto lo tienes que ver y hacer algún día.

Hoy hemos visitado la catedral de San Marcos y el campanario. Mañana el palacio del duque.

Hoy (por la tarde) ha llovido un poco y hace fresco.

Espero que estéis bien las dos.

Abrazos y besos para mami, Muñequita y Bubi,

Vuestro papi

«Bubi», pequeño muchacho en bávaro era el niño que acogieron los Himmler, Gerhard von der Ahé (1928-2010), que vivió con ellos desde marzo de 1933. Su padre, miembro de las SS, había muerto en febrero de 1933 en un enfrentamiento callejero en Berlín. Ya que a la madre le costaba grandes esfuerzos ocuparse ella sola de Gerhard y sus hermanos mayores, debió de ser para ella un alivio que el Reichsführer-SS en persona se interesara por sus hijos. Himmler siempre había deseado un varón, pero Marga no podía tener más descendencia; el vástago rubio de un hombre de las SS caído debió de parecerle, pues, el hijo ideal. Marga escribe en el diario sobre los primeros tiempos con Gerhard: «Es un niño bonito y despierto. Muñequita se alegra mucho. Y le consuela siempre que él quiere volver a su casa y llora. […] Para la educación de Muñequita le va a venir muy bien su relación con otro niño. El chiquillo es muy obediente, ojalá Muñequita lo aprenda rápido» (10/03/1933).

Durante los meses siguientes a la conquista del poder, Himmler logró asumir desde Múnich la dirección de la Policía política en los estados del Reich. En abril de 1934 se convirtió, por fin, en el inspector de la Policía secreta de Prusia, el estado más grande e importante. El hecho de que Hermann Göring, quien como presidente del Gobierno prusiano se había atribuido directamente la dirección de la Gestapo del estado prusiano, aprobara el nombramiento de Himmler guardaba relación con la lucha por el poder desatada dentro de la dirección nacionalsocialista, que desembocó en la acción mortal contra la élite de la SA en junio de 1934. Los asesinos, de quienes fueron víctimas no solo numerosos dirigentes de la SA sino también políticos conservadores y generales, como el último canciller Kurt von Schleicher, y otros caídos en desgracia, como Gregor Strasser, provenían de las filas de las SS. La organización salió reforzada de esta crisis, se separó definitivamente de la SA y fue designada por Hitler una organización independiente, comprometida de forma especial con la «lealtad al Führer». El Reichsfüher-SS se sentía orgulloso del terror que causaban las SS. En noviembre de 1935 manifestó en un discurso que «hay ciertas personas en Alemania que se ponen malas cuando ven la chaqueta negra; lo comprendemos y no esperamos ser queridos por todos».

En 1936 Himmler logró el aumento de poder más significativo en los años previos a la guerra. En junio Hitler le promocionó a jefe de toda la Policía alemana; ahora, además de la Policía estatal secreta, tenía a su cargo la Policía criminal, la Policía urbana y las gendarmerías de los estados. Gracias a su función como Reichsführer-SS y como jefe de los campos de concentración, que en 1937 se centralizaron y ampliaron, Himmler era ahora uno de los hombres más poderosos del sistema nacionalsocialista. Reinhard Heydrich, que también era jefe del Servicio de Seguridad de las SS (SD), asumió la dirección de la Policía de Seguridad, en la que se englobaron la Gestapo y la Kripo, la Policía criminal. Se nombró a Kurt Daluege jefe de la Policía de Orden, a la que rendían cuentas el resto de unidades policiales.

En cuanto a su vida personal, el nombramiento de Himmler como jefe de la Gestapo prusiana en 1934 significó que se requería su presencia en Berlín con mayor frecuencia. En la vivienda de Múnich la familia residió apenas un año, puesto que ya en 1934 compraron la casa Lindenfycht en Gmund am Tegernsee al cantante de cámara Alois Burgstaller por sesenta y cinco mil marcos de oro con ayuda económica del NSDAP; el matrimonio satisfacía de este modo el sueño común de poseer una casa junto a un lago. El mismo año se instalaron en una residencia oficial en la calle Hangestraße de Berlín, en el famoso barrio de Grunewald. En los años siguientes fueron y vinieron entre Gmund y Berlín. En su diario Marga se quejaba al respecto: «Siempre haciendo maletas. Cuántos días al año estamos de viaje» (08/01/1938) y: «Gmund am Tegernsee. Ya estamos aquí y ojalá no hubiera tenido que irme. Cambiar de casa ocho veces al año. Pero a H. le gusta» (04/04/1939). Dos casas implicaban numeroso servicio: criado, cocinera y jardinero. Estos cambiaban con frecuencia, ya que según Marga solo daban «disgustos» y al parecer eran «frescos y vagos».

Lindenfycht se levantaba sobre una vasta parcela con suficiente espacio para la cría de ponis, ovejas, cerdos y corzos. Contaba con un vivero de peces, un invernadero, un embarcadero y un prado detrás de la casa donde, en el verano, se jugaba al croquet y en invierno se instalaba una pista de hielo. En otro edificio se hallaba la comandancia de las SS en Gmund, donde siempre vivían tres o cuatro miembros de la organización. En 1938 Himmler hizo construir sobre el terreno una casa de invitados de dos plantas, para lo que se emplearon presos de un anexo del campo de Dachau.

En la primavera de 1937 se puso a disposición de Himmler como residencia oficial la mansión Dohnenstieg, en el número 10 de Dohnenstieg en Berlín-Grunewald, una villa con catorce habitaciones. Más tarde, adquirió, además, tres edificios que habían pertenecido al servicio de aduanas en Valepp, un pueblo alpino en la antigua frontera austriaca, cerca de Gmund, y los transformó en un pabellón de caza. Himmler conocía Valepp desde su niñez y había parado aquí ya antes en alguna ocasión para cazar. Tras la reforma, se usó sobre todo para las vacaciones de verano. De cuando en cuando también se alojaron allí invitados extranjeros, como el jefe de la Policía italiana, Arturo Bocchini, en 1939.

La hermana más joven de Marga, Lydia Boden, modista, soltera y desde 1932 militante del NSDAP, residió a partir de 1934 de forma permanente en Lindenfycht. Se ocupaba de Gudrun y Gerhard cuando los padres, debido a sus responsabilidades políticas y sociales, se encontraban en Berlín. Lydia describe en sus recuerdos estas frecuentes ausencias. Acentúa, no obstante, cuán importante era Himmler para la familia; basten de ejemplo sus idealizadas descripciones de fiestas y vacaciones que disfrutaban juntos. «Vinieron los padres de vacaciones, unos días en verano, e hicimos algunas excursiones. Fuimos a Valepp. Atravesamos en coche el valle Tegernsee, hasta la montaña. En el Sennhütte tomamos café, luego más arriba, hasta la cabaña de caza. El último tramo hubo que hacerlo a pie. En el prado encontramos algunas especies raras de orquídeas y con los prismáticos se veía hasta la cima. Fue muy bonito».

Una vez al año Marga y Heinrich se tomaban unos días de vacaciones para ellos, sin los niños, tres o cuatro semanas en noviembre o diciembre. Así pasaron en 1936 cuatro semanas en Wiesbaden; en 1937 tomaron parte en un viaje oficial a Sicilia, en Italia, y una excursión a Libia; en 1938 visitaron Salzburgo y de nuevo a Wiesbaden.

Los Himmler cultivaban un contacto cercano con las familias Ribbentrop, Wedel y Johst. Joachim von Ribbentrop (1893-1946) se había casado en 1920 con Annelies Henkell (1896-1973), hija del productor de champán Henkell, y había hecho fortuna con vinos. En 1932 el matrimonio ingresó en el NSDAP. Él llegó a ser consejero de política exterior de Hitler, desde 1936 a 1937 embajador en Londres y en febrero de 1938 se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores del Reich. Annelies Ribbentrop era la consejera más importante de su esposo y la fuerza motriz de su carrera. En acontecimientos oficiales, como el viaje a Italia de 1938 o en los días de asamblea del partido en Núremberg, Marga prefería fraternizar con ella. Ambas en la treintena, se invitaban a menudo a cenar o a tomar el té. Pero esta amistad tampoco estaba exenta de rivalidad. Cuando Ribbentrop llegó a la cima del Ministerio de Asuntos Exteriores en 1938, Marga anotó lo siguiente en su diario: «Ribbentrop es ministro de Asuntos Exteriores. H. está muy nervioso. Tuvo que colaborar en eso día y noche y no le han ascendido».

Buenos amigos fueron asimismo los Wedel. Wilhelm Alfred Graf von Wedel (1891-1939), dueño de una granja, fue desde 1935 hasta su muerte presidente de la Policía de Potsdam. Su mujer, Ida von Wedel (1895-1971), amiga cercana de Marga, ingresó en el partido antes que su marido. Después del fallecimiento de este, iba algunas tardes a tomar el té o por la noche a jugar al bridge a casa de los Himmler.

El escritor Hanns Johst (1890-1978) vivía con su mujer Hanne y su hija en Starnberger See. En los años treinta las dos familias se visitaban con frecuencia cuando los Himmler se encontraban en Gmund; pasaban los días juntos bañándose, pescando o jugando al bádminton. Johst y Himmler establecieron una relación muy cercana, compartían los mismos sueños imperialistas germanos y emprendieron juntos en 1934 un viaje por la Pomerania. Johst publicó numerosos artículos en la revista SS-Leitheft y el periódico Schwarze Korps y durante la guerra visitó al Reichsführer-SS en numerosas ocasiones en el cuartel general de este en la Unión Soviética ocupada.

Berlín, 25 de mayo [de 1937]

¡Querido mío!

Salgo mañana temprano. El señor Böhmer (arquitecto) me dijo que todavía no tenía ningún número de identificación para el hierro y algo parecido para la casa Dohnenstieg y que ahora había que dejar de trabajar en algunas partes. El arquitecto de interiores dijo que me presentaría a una tal señora Von Haustein. Y me ofreció las mismas telas y colores. Estaba fuera de mí. Perdí casi dos horas para nada. Es muy descarado por su parte. Te lo contaré de palabra con todo detalle. El jardinero de Dohnenstieg estuvo aquí, la mujer me causó una impresión magnífica. No olvides que alguien tiene que hablar con ellos lo antes posible sobre las cuestiones de dinero y precios, etc. No queremos dar la sensación de que nadie se preocupa. Por favor, piensa en ello.

Le dije a María que podía irse con tranquilidad, pero quería quedarse ya que no se había procurado otro puesto. El asunto continúa abierto. Si no encuentra otro trabajo, tendremos que mantenerla otro mes. Pero no creo que más tiempo tenga sentido. Creo que habría que decir: «Quédese hasta que encuentre algo». Y te pido que tú también lo hagas.

Ya he vuelto a aliviar un poco mi corazón contigo, querido mío, y me voy tranquila a la cama. Escríbeme tú también y envía el correo a la nueva dirección.

Mi amor,

Tu mami

Königsberg, 28 de mayo de 1937

Regentenstrs. 4

¡Amor mío!

Afortunadamente ya he llegado y estoy bien. En B. subió al tren Martin y en Elbing, H. v. Schade[100], así que apenas estuve sola. El calor era indescriptible. Ayer estuvimos en el teatro. Bueno, muy bueno. ¿Cómo estás tú? ¿Mucho trabajo? ¿Cuándo iré a D.[anzig]? ¿Tengo que visitar a las dos mujeres en D.? ¿Cuándo vienes a D.? He oído que no puedo llevar dinero, ¿qué hago entonces? Escríbeme pronto y cuéntame y reenvía mi correo.

Muchísimos abrazos y besos,

Tu M.

Saludos de los Schade.

Teléfono en Königsberg: 22 025.

[Lugar y fecha casi ocultados, solo se reconoce «Königsberg»]

¡Amor mío!

Ahora mismo vamos a preparar una comida con cangrejo para tres. Ya ves lo bien que estoy. El insoportable calor ha remitido un poco. Yo estoy aquí sentada tranquila y tú tienes tanto trabajo. Estoy muy afligida, ¿no sería mejor que regresara a casa e intentara ocuparme de ti? Ya sabes que lo haría con mucho gusto. Tu llamada antes me ha alegrado mucho, amor mío. De Lydia tengo noticias, están bien. Los gansos, pienso mucho en eso. Con el jardinero está todo en orden. El que tengas que ayudar de nuevo con lo del arquitecto de interiores me parece increíble. ¿No debería hablar yo con Speer? Lo del dinero puedo dejarlo arreglado aquí. Entonces, el martes 8 de junio estarás en D.[anzig; el resto del renglón ilegible].

¿Qué te parece, debería ir a casa de la señora Prützmann?[101]. Dime lo que piensas por teléfono. Haré lo que te parezca correcto, a mí me da igual. Saldremos en avión, entonces, el 9 de D.[anzig], ¿verdad? ¿No podríamos ir el 9 por la noche a casa de los Schmitt? Les encantaría invitarnos. La muchacha para Gmund llega el 1 de junio a G. Y para María tengo otra nueva también. La cuestión se ha solucionado por el momento. Qué pena que no haya encontrado más libros buenos para leer. Aquí tengo mucho tiempo. ¿No puedes hacer que me envíen algo bueno, tú conoces mi gusto, urgente? Para Danzig sería estupendo. Ya sabes, las personas leen sobre todo novelas de terror.

Te mando un abrazo, mi amor,

Tu M.

Los Schade te envían recuerdos.

Königsberg, 1 de junio de 1937

¡Querido mío!

Pensé que anoche me dirías que debería volver a casa, sabes que lo haría con mucho gusto. No está bien que yo esté aquí tan tranquila y tú estés de caza por el mundo[102] y que en casa no encuentres siquiera un bocadillo. Eso me aflige muchísimo. Yo estoy muy bien aquí, pero temo por ti y por los niños. Por mi casa de G., donde podría ser de gran ayuda. Ayer estuve muy confusa. Nuestro pobre Führer. Siendo mujer débil no te puedes ocupar de las cosas grandes. Estoy muy bien aquí, tranquilidad. Recuperándome cada día. El sábado iré a casa de la tía Martha.

Acabo de hablar por teléfono con la señora Prützmann. Le parece bien que la visite el jueves por la tarde con la señora Von Schade, es una hora larga con el coche. ¿Me has enviado algún libro? A Lydia la escribo casi todos los días. Llámame por teléfono otra vez. ¡El viernes temprano!

Muchos, muchos abrazos y besos,

Tu M.

En los años treinta, Himmler amplió sus viajes y cuidó sus contactos con el fascismo italiano, más tarde también con el español. Al mismo tiempo mantuvo en Berlín relaciones estrechas con diplomáticos de diferentes países, sobre todo con los aliados de Alemania. Esto implicó un gran interés en aprender inglés, como se manifiesta en su agenda de 1937 durante unas vacaciones en Wiesbaden y en el diario de Marga, en las vacaciones de 1937 y 1938.

Ya en 1929 Himmler se había mostrado atraído por el fascismo de Mussolini. Había leído Der Schmied Roms (El herrero de Roma), de Adolf Stein (publicado en 1929 con el seudónimo de «Rumpelstiltskin»), y le pareció que el fascismo italiano y su dirigente estaban descritos y valorados «con brillantez». Antes de su viaje a Venecia en junio de 1933, ya había estado en Roma en diciembre de 1932. Su admiración por Mussolini duró muchos años. En 1941 recomendó a Marga y Gudrun que hicieran un viaje a Rímini, para visitar la casa natal de Mussolini, y en su carta del 19 de septiembre de 1943 dibujó al dictador con compasión como un «león moribundo».

Medio año antes del acuerdo de cooperación entre las dos naciones, el «eje Berlín-Roma», el 1 de abril de 1936 Himmler cerró en la capital alemana con su homólogo, el jefe de la Policía italiana Arturo Bocchini, un acuerdo secreto sobre la colaboración de las Policías de los dos países. En noviembre y diciembre de 1937, poco después de la visita de Estado de Mussolini a Berlín, los Himmler emprendieron un largo viaje que les llevó a Roma, Nápoles, Sicilia y Libia. Las entradas del diario de Marga nos regalan descripciones con gran detalle de aquellos días. Durante su estancia en la capital italiana, el 16 de noviembre de 1937 escribió: «A las 10 empezó el día con la visita del Capitolio. Luego continuamos con el foro. Mussolini ha sido el primero en descubrir todas estas maravillosas construcciones. Es increíble todo lo que Himmler sabía de su historia […] Hoy llegó la primera noticia de los niños, están bien. Esta tarde vamos a casa de los Schaumburg, él está en la embajada alemana en el imperio italiano. Me agasajaron con unas maravillosas flores cuando llegamos, Boccini [sic], Bergens (el embajador en la Santa Sede), Ettel (director nacional), etc.». Desde Roma prosiguieron su camino en coche y con escolta policial hacia el sur. Casi todo en Italia entusiasmaba a Marga: la comida, el paisaje, las construcciones antiguas, la acogida que les dispensaban en todas partes y los numerosos niños. «Por todas partes te encuentras con muchos niños, qué país tan feliz» (Nápoles, 19/11/1937). En Taormina permanecieron dos semanas disfrutando de baños, partidos de tenis y bridge, excursiones por el día a Siracusa, Palermo y Catania, y visitando incontables iglesias, claustros, catacumbas, excavaciones griegas y romanas, además de las correspondientes obras expuestas en museos. En una breve visita al oasis libio de Gadamés, Marga manifestó que «todo parecía tener dos mil años» pero que «estaba limpio». Su conclusión tras otra visita a al-Khums: «En el barrio judío había una suciedad espantosa y hedor. Los árabes son mucho más limpios». En cada uno de estos viajes los Himmler buscaban vestigios germanos y seguían las huellas del rey suabo Federico II, ya fuera un castillo de la época de la dinastía Hohenstaufen en la Cosenza (19/11/1937) o, en el camino de regreso a Nápoles, «la tumba y el lugar de decapitación de Conrado, el último rey de la dinastía» (09/12/1937).

En enero de 1938 Himmler dio la orden a la Gestapo, primero en el Reich y más tarde también en Austria, que se había anexionado en marzo, de detener a los llamados «asociales» e internarlos en el campo de concentración de Buchenwald. Esta acción, por la que se trasladó a los campos a unas mil quinientas personas, fue solamente el comienzo de una mayor oleada de detenciones en junio de 1938. Esta vez, cada central de mando de la Policía criminal recibió el mandato de arrestar al menos doscientos hombres «asociales» en condiciones de trabajar. La Policía cumplió con las expectativas por triplicado: en total se detuvo a diez mil hombres, que acabaron en los campos. Entre estos «asociales» presos se contaban numerosos romaníes y gitanos. En 1936 muchas ciudades grandes habían comenzado a levantar campamentos para romaníes y gitanos e internado a cientos de ellos en condiciones higiénicas deplorables. Una sección específica de la Policía criminal del Reich se dedicó a la lucha contra la «plaga gitana». En diciembre de 1938 Himmler ordenó el registro racial de todos los «gitanos» en Alemania.

En marzo de 1938 se llevó a cabo la «anexión» de Austria como el primer paso de la agresiva expansión proyectada por el régimen, que se acompañó de un recrudecimiento de la política antisemita. En Viena y en otros lugares los austriacos dieron rienda suelta a su odio antisemita. Se saquearon negocios judíos, se detuvo a judíos al azar, se les echó de sus viviendas y se les maltrató, el enriquecimiento personal producto de esta expoliación era el pan de cada día. 1938 fue también un año nefasto para los judíos alemanes. Tras la privación de sus derechos, se les robó de forma sistemática sus patrimonio y se «arianizaron» o liquidaron sus comercios y empresas. A aquellos que lograron huir al extranjero el Estado alemán les exigió impuestos tan altos que apenas les sobró nada.

El siguiente objetivo fue Checoslovaquia. La minoría alemana de los Sudetes exigió la adhesión al Reich, y la dirección nacionalsocialista alimentó el odio entre alemanes y checos a fin de desarticular el país. Las potencias occidentales intentaron calmar el conflicto. El primer ministro británico Neville Chamberlain, el presidente francés Édouard Daladier y Mussolini viajaron en septiembre de 1938 a Alemania para negociar con Hitler. Con los «acuerdos de Múnich» se obligaba al Gobierno checo a transferir los Sudetes. La guerra que deseaba Hitler no se iba a evitar ni con eso.

Un conflicto diplomático latente desde la primavera con Polonia condujo en octubre a una nueva acción policial masiva contra los judíos. Como reacción al proyecto antisemita del Gobierno polaco, que pretendía privar a sus ciudadanos que viviesen en el extranjero, sobre todo a los judíos polacos, de la nacionalidad y prohibirles la entrada a Polonia mediante un sello en sus pasaportes, Himmler decretó el 26 de octubre de 1938 la prohibición de ofrecer residencia a los judíos polacos y ordenó que en el plazo de tres días estos debían abandonar el Reich. En una gran acción selectiva, el 28 de octubre la Gestapo detuvo a unos diecisiete mil judíos y los condujo hasta la frontera polaca. Como Polonia no permitió su entrada, vagaban por tierra de nadie y por la frontera, sin ayuda, víveres o servicios sanitarios. Solo cuando Polonia y Alemania, al cabo de unos días, alcanzaron un acuerdo para prolongar el plazo de expulsión, Himmler canceló la acción. Fue esta medida —calculada con frialdad y brutalidad— lo que llevó al joven Herschel Grynszpan, cuyos padres figuraban entre los deportados, a atentar en París y matar el 7 de noviembre al diplomático de la embajada alemana Ernst vom Rath.

Lo que en la noche del 9 de noviembre sucedió por toda Alemania superó con mucho la brutalidad, vandalismo y sed de venganza de los pogromos hasta ese momento. A la vista de todos, las tropas de la SA rompieron ventanas, saquearon negocios, molieron a palos a sus propietarios, entraron con violencia en las viviendas de judíos, asolaron el mobiliario, maltrataron a los inquilinos y no retrocedieron ante el asesinato a sangre fría. En las calles incontables personas fueron literalmente golpeadas hasta la muerte. Unos treinta y cinco mil hombres judíos fueron detenidos en los días siguientes, llevados a un campo de concentración y liberados solo si entregaban su negocio y emigraban de inmediato con su familia. El 30 de enero de 1939 Hitler pronunció un discurso en el Reichstag en el que exhortaba a las potencias europeas a procurar una «solución a la cuestión judía» y concluyó con la amenaza de que, en caso de que estallara la guerra, el resultado no sería la «bolchevización de la Tierra», sino «el aniquilamiento de la raza judía en Europa».

Del año 1938 no se ha conservado ninguna carta de los Himmler, solamente entradas muy detalladas en el diario de Marga, que reflejan los más importantes acontecimientos políticos del año y aclaran su estrecha relación con la vida social entre la élite del poder político.

[21 de febrero de 1938]

Ayer el impresionante discurso del Führer. Por la tarde estuvo H. en casa y volvió a hablar de la ampliación. Estaba muerta. Me fui pronto a la cama. H. tuvo que ir a tomar una cerveza a Heß. El sábado fue la invitación del Ministerio de Propaganda. Fue muy aburrido, nos fuimos pronto. H. también estaba acabado. Los pobres Wedel. Hoy vienen los Oswald. Tinchen marcha a Inglaterra y quiere despedirse. Eden[103] se fue después del discurso de ayer del Führer. H. está abajo con unos señores tomando té. Estuve con Muñequita en casa de los Bülow. Había muchas damas. Mañana vienen cuatro damas a jugar al bridge, entre ellas la señora Attolico. Al mediodía vendrá a visitarme la embajadora japonesa.

[5 de marzo de 1938]

Siempre estoy despierta en la cama hasta medianoche y espero a Heini. […] H. está alegre y animado y yo también intento estar alegre.

[13 de marzo de 1938]

La preocupación ya no nos abandona, todos los días hay algo nuevo. H., que sabía de qué se trataba, estaba de buen humor y alegre. Pero para mí, que solo veo toda la actividad y que tuve que empaquetar el uniforme de campo, fue muy agobiante. […] Austria pertenece ahora al Reich alemán. H. fue el primero en Viena. El júbilo fue indescriptible cuando el Führer llegó a Braunau el sábado temprano. El cortejo triunfal se dirige ahora a Viena. H. telefoneó hoy desde Viena, está muy bien, está sano y deslumbrado por todo. Las mujeres nos quedamos sentadas aquí y hemos de consolarnos con la radio.

No obstante, lo cierto es que Marga Himmler parecía disfrutar de su nueva vida social después de los años en que había vivido aislada en el campo en Waldtrudering. Las invitaciones recíprocas, las lujosas cenas, los tés con las esposas de diplomáticos y su curiosidad por los estados de ánimo y de salud de los políticos más importantes la mantuvieron ocupada durante todo el año 1938.

[3 de mayo de 1938]

Todo fue muy agradable. Vino el Führer. Muñequita estaba muy nerviosa. Fue maravilloso estar sentada a la mesa con él, en un pequeño círculo. La salud de Heini no está muy bien. Tiene muchísimo trabajo. […] He pedido que me hagan unos vestidos. La política está agitada. El Führer en el Berg[104]. Göring no parece que esté bien de salud. Parece ser que padre tiene agua en el pulmón. […]

Durante la visita de Estado de Hitler a Roma en mayo de 1938, en la que hubo un programa especial para las damas de todo el séquito, escribe Marga entusiasmada lo siguiente en su diario:

[4 y 8 de mayo de 1938]

El viaje fue entretenido y agradable. Nos recibieron con gran ceremonia. A la mañana siguiente dimos una vuelta por Roma y pude refrescar mis recuerdos y me alegro de cuánto sé todavía. […]

Manifestaciones deportivas de la juventud italiana. Estuvieron maravillosos. ¡Vaya pueblo que ha creado Mussolini!

[3 de julio de 1938]

Hoy cumplo 10 años de casada. H. está de viaje, pero llamó. Pese a la felicidad del matrimonio, carezco de muchas cosas que conciernen a un matrimonio. H. no está casi nunca, solo conoce el trabajo.

Marga estuvo a menudo presente en los actos del congreso del partido en Núremberg:

[20 de septiembre de 1938]

Núremberg fue esta vez especialmente agradable. Muchas flores, muchos regalos y felicitaciones por mi cumpleaños. Mucho tiempo con la señora Von R.[ibbentrop]. En el hotel con mujeres de las SS. Las señoras Gravitz y Von dem Bach. Muy agradables. Esta ha sido mi sexta vez allí y seguro que lo echaría de menos si la próxima vez no pudiera ir de nuevo. Hemos visto edificios muy bonitos en Núremberg. Los días son preciosos aquí. H. y yo estuvimos dos días en Berchtesgaden con los Ribbentrop en un hotel. H. acaba de marcharse para viajar en el tren del Führer hacia Godesberg. […]

[24 de septiembre de 1938]

Han terminado las negociaciones en Godesberg[105]. […] ¿Qué pasará? Todos están decepcionados porque no se van a repartir golpes. Aquí, en casa, el ánimo es espantoso.

[2 de noviembre de 1938]

A H. le estiman muchísimo en Italia. Una sensación maravillosa saber que es tan reconocido.

[14 de noviembre y 3 de diciembre de 1938]

Salzburgo, hotel Österreicher Hof. Justo después del 9 de noviembre vinimos para acá, ya que H. tiene vacaciones. El tiempo es maravilloso. H. quiere hacer algo todos los días. El viernes a la ciudad, el sábado a Gross-Glockner, el domingo a mediodía a Fridolfing a casa de los Reherl. Muy agradable. Hoy ha salido H. de caza (coto Krupp). Yo coso, leo y escribo, la primera noticia de Muñequita. Todo va bien. Esta historia con los judíos, cuándo nos abandonará de una vez esta escoria para que nosotros podamos disfrutar de la vida. Estoy realmente cansada. Esta noche he dormido mal. Mis pies no son muy bonitos. Se debe al mucho trabajo que he tenido que hacer. A lo mejor antes de joven me quejaba del mucho trabajo, pero ahora soy de la firme opinión de que me he ganado un lugar bajo el sol y de que me he ganado la fortuna y el amor. Por eso aconsejo a todas las personas jóvenes que si quieres conseguir algo, tienes que hacer todo lo posible. Nada cae llovido del cielo. […]

Hemos pasado juntos unos días bonitos y hemos hablado de muchas cosas. Yo he vuelto a estudiar inglés. H. ha leído mucho. Siempre había algo que hacer.

Su balance al final del año resultó un tanto sombrío, como siempre:

[31 de diciembre de 1938]

El año ha llegado a su fin. Ha habido muchos disgustos en casa y más trabajo todavía. Lo que he vivido en este año es inimaginable.

Sobre su hijo adoptivo, Gerhard, Marga anotó en 1938:

[2 y 8 de abril de 1938]

Gerhard es ladrón por naturaleza. Siempre anda robando dinero y miente lo indecible. Tenemos que meterle en un correccional. […]

Le he escrito a su madre diciéndoselo. Estaba realmente afligida, pero claramente no quiere que se lo devolvamos. Ni siquiera para la Semana Santa lo quiere.

Hasta 1936 Marga suele escribir con benevolencia sobre los dos niños en los diarios que le dedicaba a cada uno de ellos, si bien el buen comportamiento seguía jugando un importante papel. Una conducta errónea se castigaba de inmediato. Marga prefería delegar estos castigos en su marido. Así lo apuntó en 1935 hablando de Gudrun: «Cuando se portó mal, suplicó tanto hasta que se le prometió que no se lo diría a su papi». En su propio diario su tono comenzó a cambiar a partir de 1937. Mientras que a su hija siempre la describe como «cariñosa y encantadora» y lamenta «no tener otras seis que sean tan buenas» (26/01/1938), apenas vuelve a mencionar a Gerhard, y cuando lo hace, solo es para quejarse del muchacho. En efecto, los Himmler lo enviaron en 1938, a la edad de nueve años, a un internado («pensión») en Starnberg, donde fue objeto de abusos por parte de sus compañeros: le pegaron y tiraron tantas veces a un lago que, pese a su miedo al agua, no tuvo más remedio que aprender a nadar a la fuerza. Y el hecho de manchar las sábanas por la noche le valía otra tanda de golpes. El propio Gerhard recordaba muchos años después que temía la visita de su padre adoptivo en Gmund, ya que solía infringirle castigos corporales, en una ocasión hasta golpes con una fusta.

En los recuerdos de Lydia Boden se resta importancia a la brutalidad, que se articula como castigos necesarios por las travesuras del chico. Lydia prefiere, en cambio, echar la vista atrás y acentuar la idílica vida cotidiana lejos de la guerra o la humildad de Himmler, que conservaba pese a su poder político, como cuando, por ejemplo, describe las horas de la comida o destaca el cuidado y la atención que les dispensaba a los niños: «A papi le encantaba que su familia le rodeara durante la comida. En el desayuno siempre había un bollito para papi, pero la mitad la repartía con los niños. Papi cortaba pequeños trocitos, que disponía con esmero y se los metía a los niños en las boquitas como si fueran pajaritos».

Después de la «educación» recibida en el internado en Starnberg, su padre adoptivo envió a Gerhard en la primavera de 1939 al Instituto de Educación Nacional-Política en Berlín-Spandau. Marga comenta el 15 de marzo de 1939: «Gerhard ha superado la prueba de acceso en Spandau. Estoy contenta, ojalá vaya todo bien ahora». Sin embargo, al cabo de un año tuvo que abandonar la elitista escuela: «Gerhard tiene que salir de la escuela, no sigue las clases, pero es agradable y le aprecian, ojalá quedara todo así» (16/10/1939). En las vacaciones navideñas del primer invierno de la guerra escribió: «Gerhard llegó el 7, me pareció que se había vuelto más agradable. Pero depende mucho de nosotros» (14/01/1940).

Los recuerdos de Lydia confirman que el muchacho tenía una posición complicada en la familia, que a Gudrun la trataban con mucho más cariño y que los dos niños solían pelearse. Ella, por su parte, encontraba normales sus trastadas para un niño activo de su edad y señala asimismo la preocupación que mostraba Gerhard, lo cual parece indicar que mantuvo con él la relación más afectuosa dentro del hogar. En sus notas queda patente que, por un lado, Gerhard suplicaba aprobación —que durante cierto tiempo halló en los miembros de las SS de la comandancia de Gmund más que en la familia— mientras que por otro proyectaba en los más débiles —al torturar animales, por ejemplo— la misma violencia y humillación de las que él era objeto constantemente, una conexión que los Himmler al parecer no reconocían y se conformaban con castigarla de forma implacable.

El 18 de febrero de 1939 Marga anotó en su diario: «La vida transcurre como siempre, muchas invitaciones. Vuelvo a estar tremendamente cansada».

26 de septiembre [junio] de 1939[106]

¡Amor mío!

Estoy totalmente conmocionada por lo de los Schade. ¿No se debería hacer algo por ellos? Eberstein debería irse también. ¿O habrá intrigas, quizá incluso contra ti, detrás de esto? Estoy con Muñequita todos los días y no hago más que pensar en eso. Quiero ir adonde ella ahora mismo y demostrarle mi amistad. No me atrevo a escribir, quizá se pueda arreglar todo. Escribiré en mi diario y cuando yo ya no esté aquí, podrás leerlo. Muñequita juega con otros niños y con sus madres en la playa y yo tengo tranquilidad. A la tía Schadi[107] le diré que nos tuteemos en cuando llegue.

Ahora tiene que asumir la tontería que ha hecho. ¿No le puede pasar esto a cualquier persona? Buena suerte en estos tres días. Nos alegramos de que estés aquí el domingo para la cena. Te mando muchos abrazos, mi amor.

Tu M.

El mismo día el jefe de la cancillería, Martin Bormann, informó al «querido compañero Himmler» acerca del suceso con Schade: «El Führer me encomendó hacerle llegar lo siguiente: “El dirigente de las SS, el barón Von Schade, en presencia de los delegados italianos, de los representantes de la Wehrmacht y del Estado y de otros asistentes, ha hecho un informe ‘tan chapucero’ para el Führer que la asociación completa ha hecho el ridículo. […] El Führer señaló en repetidas ocasiones que se avergonzaba de todas las SS. Usted deberá castigar al barón Von Schade. Schade no sucederá al Obergruppenführer Von Eberstein, tampoco será jefe de la Policía en otro lugar, solo trabajo de oficina para él”». Schade, en consecuencia, asumió la dirección de una fábrica en Turingia. Himmler le sancionó con menos fuerza de la que Hitler le había exigido, ya que continuó siendo dirigente del Estado Mayor del Reichsführer-SS e inspector del Servicio de Seguridad en Düsseldorf, y en 1942 de nuevo dirigió la división Elbe de las SS.

En Wewelsburg, 7 de julio [de 1939][108]

¡Amor mío!

Acabamos de llegar y he visto tu nueva y bonita habitación (comedor) y también la bonita habitación verde abajo.

Cuando quise pagar mi cuenta en el hotel Kaiserhof, me preguntaron que si la del Reichsf. también. No lo hice. Te podrás imaginar lo desagradable que fue. Queríamos volver el año que viene. Le di al servicio de habitaciones cinco marcos a cada uno. Quizá envíes algo de dinero para la señorita Wenkstein, acepta dinero, ya me he informado. Muñequita duerme. Mañana por la mañana llama. Te abrazo con cariño, tu Mami.

En 1931 Himmler visitó el castillo de Mariemburgo en Prusia Oriental, antigua sede del Gran Maestre de la Orden Teutónica, sucesora de la Orden de los Chevaliers (véase carta del 6 de noviembre de 1931). Himmler deseaba construir sus SS tomando este modelo, una «orden negra», y para ello buscó desde bien pronto un centro organizativo y espiritual con el fin de instalar allí una escuela de dirigentes de las SS. Durante la campaña electoral en Grevenburg (Lippe), en enero de 1933, el barón Von Oeynhausen le había sugerido el cercano Wewelsburg, un castillo renacentista de base triangular, como posible emplazamiento. El Reichsführer-SS quedó tan encantado con el lugar que lo adquirió de inmediato. En los años siguientes se fue transformando en un centro de reunión aislado para los oficiales de las SS, al que apenas nadie tenía la entrada permitida. Se quitó el enfoscado del exterior y se hizo más profundo el foso para darle a la fortaleza una mayor apariencia de castillo; las habitaciones del interior se decoraron con ornamentación nórdica y germánica. En 1938 Himmler ordenó celebrar un simposio anual de los SS-Gruppenführer (generales de división) en Wewelsburg y hacer la jura de cargos de todos los SS-Gruppenführers nuevos. Además, aquí deberían colgar los blasones de sus familias y custodiarse los anillos de la calavera de los dirigentes de las SS muertos.

La ubicación del castillo tuvo desde siempre un significado simbólico para Himmler: muy cerca se hallaba el monumento Hermannsdenkmal, que recordaba la victoria del caudillo querusco Arminio sobre el comandante romano Varo, y el complejo megalítico Externsteine, que Himmler veneraba como lugar de culto alemán, una formación de arenisca, cuyo significado ritual para los germanos intentó demostrar sin éxito el departamento de Herencia Ancestral (Ahnenerbe)[109] de las SS. Además, el entorno se consideraba tierra de Enrique I, rey de los sajones, a quien Himmler veneraba sobre todo por su política de apertura al este y cuya reencarnación veía en sí mismo. Muchas veces al año paraba, solo o con invitados, en Wewelsburg. Los planos de construcción para la transformación del castillo y del pueblo ubicado a sus pies como lugar de reunión y formación de ideología de las SS fueron monumentales; en la realización de las obras se emplearon a partir de 1939 presos; en 1941 se levantó un campo de concentración en el mismo lugar.

Poco antes del final de la guerra, el 30 de marzo de 1945, Himmler ordenó dinamitar el castillo.

Gmund a./Teg., 26 de agosto de 1939

¡Mi amor!

La cuenta de Rösner y Seidl corresponde al pabellón de caza.

La cuenta de Reiser es de nuestra casa y la de invitados juntas. Hubo cosas para nuestra casa que se solicitaron el año anterior. Deberían añadirse a la cuenta bancaria.

Vivimos con tranquilidad aquí, en paz, y continuamos trabajando, y esperamos. La radio se pone todos los días.

Me alegro de que me llames todos los días.

Muñequita aprende.

Te mandamos miles de abrazos,

Tu mami

A pesar de todas las aseveraciones pacifistas, Hitler se aferró al rumbo de la guerra. El 14 de marzo de 1939 las tropas alemanas invadieron Praga. Eslovaquia se convirtió en un estado títere al servicio de Alemania; el territorio checo, en «protectorado de Bohemia y Moravia». El 11 de abril el Führer ordenó a la Wehrmacht en secreto preparar la guerra contra Polonia.

Un papel clave en esta situación le correspondió ahora a la Unión Soviética, cuyo apoyo buscaban tanto las potencias occidentales como la dirección nacionalsocialista. El tiempo apremiaba, de modo que el ministro de Asuntos Exteriores, Ribbentrop, voló, por fin, el 22 de agosto de 1939 en persona a Moscú con el objetivo de, con la autorización absoluta de Hitler, cerrar el tratado. Siendo ya de noche se firmó el pacto entre Hitler y Stalin que preveía la desarticulación de Polonia y la ocupación del país por Alemania y la Unión Soviética en un protocolo adicional secreto.

Mientras en Moscú Ribbentrop liberaba el camino hacia la contienda, en Obersalzberg Hitler explicaba a los comandantes de la Wehrmacht sus ideas sobre la inminente guerra contra el país vecino: «Cerrar el corazón a la compasión», anotó uno de los presentes del discurso de Hitler. «Procedimiento brutal. Ochenta millones de personas tienen que ser reconducidas. Se debe asegurar su existencia. El más fuerte tiene derecho. Máxima dureza».

En la madrugada del 1 de septiembre de 1939, la Wehrmacht invadió Polonia. Dos días más tarde, el 3 de septiembre, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra al Reich alemán.

[Diario de Marga del 24 de agosto de 1939]

Ayer llegó Ribbentrop a Moscú. Cayó como una bomba. Heini pudo ser testigo de la alegría del Führer en Berghof. No cabía en sí.

[28 de agosto de 1939]

Continuamos esperando si Inglaterra se decidirá o no por la guerra. […] Hay cartillas de racionamiento, Schick (mi criado) estaba totalmente pálido. Todos están tranquilos y prudentes. Con el jabón tendremos que ahorrar un poco, de lo demás tenemos en abundancia. […] H. llama todos los días y está bien. A Muñequita tuve que decirle que en caso de guerra iré a la Cruz Roja. Ha llorado mucho, claro, y no se tranquiliza.

[4 de septiembre de 1939]

Estamos en guerra con Inglaterra y Francia. Estoy en Berlín. […] El hospital militar se está montando despacio, me alegro de poder estar aquí. Si todas las personas ayudan, la guerra habrá terminado pronto e Inglaterra se acordará siempre de nosotros.

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