Hija

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Diario 6

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Diario 6

Dudas, dudas, dudas. Quiero contar esta historia desde el punto de vista de Esmé. ¿Debería optar por la primera persona? La primera persona me gusta mucho. Me fascinan sus límites, todo lo que ignora. La primera persona no puede ver más allá de su campo visual. No sabe (no sabemos) lo que sienten o piensan los demás. No conoce (no conocemos) más que a sí misma. Siento, además, que esa elección me permitiría enriquecer al personaje con un tono de voz particular, me daría más libertad para ahondar en su memoria.

En cierto modo, por el tono, por la época, esta novela es hasta ahora casi una continuación de otra de mis novelas, Los amores de Laurita. Laurita está contada en tercera persona, aunque el efecto confesional es tan abrumador que nadie se da cuenta. Sólo he usado, hasta ahora, la primera persona, para las novelas narradas desde un hombre: Soy paciente y La muerte como efecto secundario. Por alguna razón inversa, ese recurso me permite separarlas más de mí.

Elementos autobiográficos: los hay, pero el lector no tiene por qué saber cuáles son.

Si finalmente me decido por la primera persona y reescribo todo desde esa perspectiva, ¿qué hacer con este texto?

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