Hegel

Hegel


III. Posfacio del editor alemán

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Posfacio del editor alemán

Este libro ha sido elaborado a partir de las lecciones de Eugen Fink sobre la

Fenomenologia del espíritu de Hegel. Fink hacía en ellas la «tentativa[91]» de tomar en serio la exigencia formulada por Husserl de ir «a las cosas mismas» y filosofar desde ellas a la hora de interpretar un texto de la historia de la filosofía. Lo que Fink dice de Hegel, a saber, que «Trabajando en la cosa, Hegel permanece en diálogo con…» (111, 123) vale también para su propio enfoque, de acuerdo con el cual en estas lecciones «acompaña el camino del pensar de Hegel» (126, 140) o (como también dice) lo «reflexiona». El que la obra de Hegel pueda ser abierta y explicada con la ayuda de una interpretación fenomenológica podría entenderse como si debería aplicarse para esta empresa solo el instrumental desarrollado en la fenomenología, dado que la fenomenología misma suele ocuparse de otras «cosas» (

Sachen) diferentes de textos filosóficos. Fink, sin embargo, deja muy claro que, en su comprensión, no es posible separar el método y la cosa. Más bien, a su juicio, es solo en la «aplicación» interpretativa del método fenomenológico a un texto filosófico significativo cuando únicamente la fenomenología está «cabe la cosa (

Sache»[92]), esto es, cabe sí misma. La cosa (

Sache) de que se trata para Fink no es, pues, la «fenomenología» como documento de la historia de la filosofía presente en una forma lingüística fija, sino el filosofar, que en el libro ha encontrado solo su expresión secundaria. Consecuentemente, para Fink, la distancia histórica con Hegel cae ante la

epojé. En el seguir el curso a la filosofía hegeliana acontece la filosofía de nuevo. Visto desde ahí, todo otro acceso es asimismo solo secundario, permanece cautivo en lo meramente histórico-historiográfico o en lo doxográfico. El texto hege-liano no debe ser condenado a la inapelable falta de vida del saber de los libros de texto a fuerza de una repetitiva «reiteración» y de la simplificación necesariamente ligada a ella. Muy al contrario, ha de ser despertado de nuevo, mediante la reflexión a una vitalidad que potencialmente también es peligrosa. «Cabe decir que el filosofar, en su forma grandiosa, pertenece a los héroes del espíritu. Sin embargo, cuando nosotros nos adentramos en él, no podemos permanecer, cual bravos habitantes de la ciudad, en la seguridad de una explicación incuestionada del mundo, mientras contemplamos el combate del pensador. Aquí no hay ningún cronista de guerra desde una distancia segura, aquí los tiroteos son intensos en todas partes» (4, 6).

Un enfoque de interpretación como éste, que se entiende, frente a todos los otros posibles, como el «adecuado», ¿puede acreditarse como tal objetivamente sin elevar «la pura cosa (

Sache) misma» —en el sentido de Hegel— al ideal? ¿No surge del hecho de que ciertos «procedimientos» (

Verfahren) —como dice Fink de modo neutralizante— que arraigan en la fenomenología desarrollada por Husserl y con los que Fink está profundamente familiarizado en virtud de sus años de aprendizaje filosófico junto a su maestro, son empleados para reflexionar el «procedimiento» de la «fenomenología del espíritu», la cual, por su parte, en cuanto a su pretensión, no tiene nada en común con la fenomenología husserliana; no surge de allí, acaso, forzosamente el peligro de igualar la fenomenología hegeliana a las otras o de aproximar, en gran medida, la fenomenología interpretadora a la hegeliana? ¿No se convierte acaso, al final, el texto de Hegel en un mero pretexto? Fink ha conocido, y también expresado, tal peligro. Emprendió la tarea de enfrentarse a él en su filosofar entre «proximidad y distancia». No es preciso pretender sacar algo de Hegel que se hubiera puesto allí antes, sino que en el reflexionar (

Nach-denken) se trata tanto del «re—», que viene después (

Nach—), como del «pensar» (

Denken). Del «pero nosotros» de Hegel, que acompaña el devenir del espíritu desde la inmediata certeza sensible hasta la mediación absoluta en el saber y que reflexiona (

nach-denkt) y recuerda interiorizando (

er-innert) este desarrollo, ha de distinguirse siempre el «pero nosotros» que reflexiona sobre la «fenomenología del espíritu». La distancia científica no se olvida en la proximidad, si bien esta distancia no es la de la ciencia objetivante, una distancia que, aparentemente, solo quiere servir a «la cosa misma» y, en consecuencia, no es tampoco una distancia que permanezca siempre igual. Se trata, en esta interpretación, de un recordar interiorizando (

Er-innerung) a la segunda potencia. La minuciosidad de la interpretación de algunos capítulos del texto hegeliano muestra cuándo la proximidad empieza a minimizar la distancia. Pero sigue habiendo una proximidad de la distancia o, también, una distancia de la proximidad. Y esto significa fundamentalmente que no se filosofa

sobre Hegel, sino

con él. Con Hegel habría que decir que la adecuación de la interpretación solo cabe demostrarse mediante el resultado.

¿Puede este adentrarse filosofando en el filosofar de Hegel acreditarse también en relación con interpretaciones caracterizadas como secundarias? Fink no rehúye la ocupación con la literatura secundaria. No la lleva a cabo, empero, como una confrontación abierta. Antes bien, se expresa el hecho de que hay otros posibles pensamientos acerca del texto de Hegel asumiendo sus argumentos, los cuales son introducidos mediante expresiones como «se dice» o «se ha querido decir» y criticados la mayor parte de las veces únicamente en referencia a criterios hegelianos. Solo en una ocasión hay una confrontación directa, a saber, con la obra de Kojève. Hegel es defendido por principio frente a este tipo de intérpretes, que tratan de ganarlo para la filosofía de la conciencia o la identidad. La opinión de Fink es que con estas pretendidas afiliaciones no se gana nada, sino que, más bien, queda vedado el acceso al texto. De lo que se trata para Fink es de hacer visible, en la interpretación reflexiva, lo ontológico y lo cosmológico en el pensar de Hegel, esto es, de comprender los niveles del devenir consciente del espíritu y con ello, también, de la objetivación del saber como estaciones del «claro» (

Lichtung) del ser. El ser, según Fink, no es pensado de forma unilateral desde la conciencia y su saber absoluto, pero tampoco el pensar es determinado de forma unilateral a partir del ser. Más bien, la conciencia (en el sentido abarcador que se hace presente también en Hegel) y su objeto surgen en la dialéctica del traerse-a-aparición

del ser que en Fink lleva el título de «mundo». La filosofía del mundo de Fink, que ha expuesto explícitamente en sus obras y que es expuesta como una filosofía dirigida contra la tradición metafísica, configura el trasfondo para la interpretación de Hegel. Es al final solo desde ella como se hace enteramente comprensible por qué la «fenomenología» de Hegel es interpretada fenomenológicamente y por qué su pensar es caracterizado como cosmo-ontológico: pues la fenomenología aprehende el ser que viene a aparición; es, en sentido propio,

logos de los fenómenos (

Phänomene). Con ello despunta también el distanciamiento de Fink respecto de la fenomenología de Husserl y se hace comprensible su crítica de Husserl, planteada en diferentes lugares.

Sin embargo, tampoco ante este trasfondo se hace el intento de interpretar la filosofía hegeliana de modo que se vea en ella una filosofía del mundo en el sentido de Fink o de adaptar la

Fenomenología del espíritu en cuanto un paso previo a esta filosofía del mundo. Más bien, lo que ocurre es que, al reflexionar el texto de Hegel, se examinan críticamente las posibilidades de la propia filosofía del mundo respecto de la filosofía hegeliana, la cual tiene para Fink un rango particularmente elevado. El punto en el que coinciden de verdad las filosofías de Hegel y Fink no está, por tanto, en primer término, en la concepción positiva, sino que estriba, más bien, en el frente común contra la filosofía unilateralmente ligada al sujeto en especial desde Descartes; esto es, contra la filosofía en la que la sustancia devino sujeto o —como lo formula Fink en una conferencia temprana— en la que «el ser […] es puesto en una relación interna con la

razón en cuanto

esencia del hombre»[93]. En esta conferencia, la filosofía del idealismo alemán queda vista justamente bajo «… la perspectiva de un intento de superar la relación

parcial entre ser y sujeto»[94]. Como puede verse a partir de las lecciones, esta cita parece que va ante todo por la filosofía de Hegel. Para dejar claro qué es lo que está en juego en esta superación, en la interpretación reflexiva, Fink contrasta los pensamientos de Hegel tanto con estas otras filosofías (en representación de ellas, se presentan los nombres de Descartes y Kant), como con una comprensión «cotidiana» del mundo, acuñada esencialmente por estas filosofías y por cuyos prejuicios inveterados se dejan guiar, en gran medida, según Fink, los intérpretes secundarios. Esta conciencia cotidiana configura, en cierto modo, un tercer «pero nosotros», que ha de superarse con Hegel. Mediante complejos análisis fenomenológicos, estas posiciones quedan iluminadas en toda su unilateralidad. Con un «juego de fuerzas» dialéctico, que casi recuerda a Hegel, es llevada a cabo la trama dramática de la superación de estas relaciones de cara al mundo (

Weltverhältnisse) no verdaderas, que son necesarias para el desarrollo de la conciencia y se saca a la luz lo ontológico en el pensar hegeliano en cuanto verdad posible.

La crítica de Fink a Hegel, que va aún más allá de esta verdad y su posible superación a través de la filosofía del mundo, esto es, el aspecto de la distancia en la proximidad, puede que no resulte siempre del todo nítida en estas lecciones. ¿No será que Hegel sí fracasó en lo de «superar la relación

parcial entre ser y sujeto»? ¿Por qué había de fracasar su intento? Fink no ofrece ninguna respuesta directa a esta pregunta, puesto que una respuesta dada de forma convincente solo habría sido posible sobre la base de contrastar la filosofía hegeliana con la suya propia, con lo que se habría ido más allá de la tarea autoimpuesta de una interpretación fenomenológica del texto de Hegel. Fink permanece fiel a la proposición fenomenológica fundamental que ha descrito en la conferencia antes citada de la manera siguiente: «El fenomenólogo que está comenzando vive muy penetrado de la voluntad de empezar sin prejuicios, esto es, sin otorgar validez

de antemano a ninguna creencia, ninguna opinión ni ningún saber sobre las cosas, sino de sustraer todas las creencias, opiniones y saberes sobre las cosas del encuentro con el ente mismo»[95]. Sin embargo, ya el enfoque interpretativo, consecuentemente sostenido, de entender cosmo-ontológicamente la

Fenomenología de Hegel, indica que esta obra le otorga un lugar destacado en la historia de la superación de la metafísica. En este contexto, la interpretación de las diversas manifestaciones del idealismo tiene un significado que no puede ser pasado por alto (

cf. lección 20). Algunos elementos indican, además, que la interpretación de Hegel no quiere ser solo un comienzo y seguir siéndolo, sino que se apunta a una meta que está más allá de la de saber acerca del texto hegeliano. Se apunta, en este sentido, a que la cosa (

Sache) misma, por tanto, no está en la

Fenomenología del espíritu, de Hegel, y tampoco en un mero reflexionar sobre ella. Desde la perspectiva de esta meta, también Hegel habría de ser «desenmascarado» entonces como metafísico. ¿Acaso Hegel no satisface la exigencia formulada por él mismo? Fink no se decide en este texto por una respuesta decisiva a la cuestión que nos ocupa, y ello no solo porque la

Fenomenología del espíritu no sea interpretada hasta su término, sino porque un juicio a este respecto ha de ser leído a partir del reflexionar mismo. Pues solo cuando esto último se lleva a cabo con éxito es cuando puede darse por felizmente concluida la interpretación fenomenológica hecha desde el punto de vista de la proximidad y la distancia. Hay, ciertamente, también indicaciones más directas. En la conferencia que hemos citado en varias ocasiones, se le reprocha a la filosofía de la conciencia el «pasar por encima de la experiencia» del «conocimiento óntico»[96]. Desde la perspectiva de este reproche, las citas de Nietzsche, introducidas en contraposición a Hegel, adquieren una función significativa, en especial la que procede del discurso preliminar de Zaratustra: «… ¡permaneced fieles a la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas supraterrenales!». Desde este punto de vista es desde donde ha de leerse también la interpretación, llamativamente minuciosa, de la «conciencia desventurada». Este aspecto, siempre presente en el trasfondo de una distancia verdadera, interesará preferentemente al lector que lea la interpretación hegeliana como una interpretación

deFink. Y es que las lecciones sobre Hegel continúan consecuentemente el camino ya marcado en la conferencia antes citada y éste alcanza incluso ya una primera cima por cuanto la allí mencionada «tentativa» sobre el idealismo es ahora puesto a prueba en uno de sus textos principales. El libro sobre Hegel supone, en este sentido, un hito en el camino del pensar de Fink. La proximidad, por el contrario, servirá a aquel que desee usar el libro de Fink como comentario a la que bien puede ser la obra más difícil de Hegel. Dada la escasez de comentarios a la

Fenomenología del espíritu, el libro de Fink es todo un

desiderátum y es de lamentar que acompañe el curso del pensar de Hegel solo hasta la conclusión de la parte dedicada a la razón, así como que no trate todas las partes con la misma minuciosidad. La proximidad de la interpretación fenomenológica con el pensar hegeliano hace de este comentario, además, una importante clave. Sin embargo, no debería olvidarse que se trata de un libro de la proximidad

y la distancia. El comentario, pues, no pretende solo explicar los pensamientos hegelianos y hacerlos con ello más comprensibles, sino que es a su vez filosofía en sentido genuino y, como tal, exige su propio esfuerzo.

Las lecciones sobre la

Fenomenología del espíritu de Hegel fueron impartidas por Fink por primera vez en el semestre de invierno del curso 1948-1949 en Friburgo. La presente publicación se basa en la segunda versión de las lecciones, pronunciadas en dos semestres, desde el semestre de invierno de 1966-1967 hasta el semestre de verano de 1967. Frente a la primera concepción, que aún está disponible en su forma original, la segunda versión, preparada para la imprenta por el propio Fink, está por un lado abreviada y por otro ampliada. Las lecciones en un semestre abordan toda la

Fenomenología y cuentan, además, con una introducción de seis clases dedicada a la situación histórica, la actualidad y la problemática de la filosofía de Hegel, que fue eliminada por Fink en la segunda versión, la cual comienza inmediatamente con la interpretación de la «Introducción» de Hegel. En el curso del semestre de invierno de 1948-1949, al final de la 22.ª sesión, se concluyó la interpretación de la «Autoconciencia». Desde la 23.ª sesión hasta la 28.ª, fueron abordadas, a grandes rasgos, las partes «Razón», «Espíritu», «Religión» y «El saber absoluto». El punto esencial se encuentra en la problemática del saber absoluto. Fink apunta, en este contexto, también a la continuación en la

Lógica. En la última lección, la 28.ª, se desarrollaron, además, criterios para una contraposición con Hegel, los cuales resultan de interés por cuanto expresan la distancia con mayor nitidez que en la segunda versión. Que una frase importante, extraída de este contexto, sirva de explicación y confirmación de las tesis sostenidas anteriormente: «Hegel piensa el ser que se abre paso a lo abierto del mundo; el ser que en todo lo efectivamente real pre-esencia (

anwest) y que, con todo, no es un mero conjunto por antonomasia o la suma de las cosas; piensa lo infinito y enfoca en ello el estado de abierto del ser de cara al mundo, que incluye en sí a todas las cosas y está por encima de todas. Pero Hegel, con los medios de su filosofía, no es capaz ya de pensar el horizonte abarcador que engloba lo infinito y lo finito, el mundo, con la suficiente originariedad. Un diálogo con Hegel debe necesariamente plantear de nuevo la pregunta por “el mundo y la finitud”» (MS 192).

La segunda versión está dividida en 31 lecciones, pero interpreta el texto solo hasta el final de la «Razón». Así pues, Fink ha eliminado el comentario introductorio ulterior a esta parte y elaborado el conjunto de lecciones para dos semestres de tal manera que, respecto a la primera versión, tenemos que la parte de la «Razón» es tratada con tanto detalle como se le dedicaba ya a las partes de la «Conciencia» y la «Autoconciencia» en la primera versión. La «Razón» fue tratada en el semestre de verano de 1967 y representa, de acuerdo con la caracterización de Fink, la segunda parte de las lecciones. El que sea la segunda versión la que se haya publicado viene legitimado únicamente por la intención misma de Fink, que se hizo visible en la elaboración del trabajo. Por lo visto, le importaba sustituir la interpretación algo más amplia de toda la tercera parte de la

Fenomenología por un comentario, más rigurosamente orientado según el texto, de solo la primera parte (la «razón» en sentido restringido).

Ambas partes se encuentran escritas a máquina y no presentan grandes dificultades de legibilidad. La tarea del editor consistió, en primer lugar, en corregir las erratas y comprobar las citas. Por principio, no se ha alterado en nada el estilo debido al carácter oral de las lecciones. Asimismo, se han conservado ciertas particularidades típicas de la ortografía. Un problema no tan fácil de resolver se dio a raíz del modo de citar de Fink: o bien citaba de memoria o bien empleando diferentes ediciones. Nos pareció razonable unificar el criterio fundamentalmente, con el objeto de facilitar el uso del libro como comentario. Por ello, se transcribieron todas las citas a partir de la edición crítica de Johannes Hoffmeister en la

Philosophische Bibliothek. Las citas que no proceden del texto editado por Hoffmeister están indicados en notas a pie de página[97].

Una dificultad aún mayor se presentó en lo tocante a la división del texto. Junto a la división en dos grandes partes repartidas en dos semestres (I. «Introducción» hasta «Conciencia desventurada»; y II. «Razón»), no hay en el manuscrito más que una división en lecciones por horas de clase, división que se ha mantenido y marcado con cifras árabes. Frente al manuscrito, en el que la primera lección de la segunda parte lleva la cifra 1, en la presente ordenación se ha abandonado la bisección y se ha establecido una numeración continua (en vez de II/4, es 19). A partir de una división muy amplia de las horas de las lecciones de 1948 quedó de manifiesto que el mismo autor había previsto una división específica del texto de acuerdo con el índice de contenidos de Hegel. Esta intención se tomó como vinculante de cara a la presente edición y la división se instauró de la forma siguiente: la secuencia A-D se corresponde con la división del texto de Hegel establecida por Hoffmeister. En esta secuencia, dado que en Hoffmeister la «Introducción» no dispone de ninguna indicación propia mediante una letra, tenemos que en el texto de Fink «A» se corresponde con la interpretación de la «Introducción», «B» con la parte «A» en Hegel («Conciencia»), «C» con la «B» («Autoconciencia») y «D» con la «C» (AA) («Razón»). La parte «B» está, a su vez, divida en «a)» («La certeza sensible»), «b)» («La percepción»), y «c)» («Fuerza y entendimiento»), correspondientes a las partes de Hegel-Hoffmeister «AI», «II» y «III». «Cd» se corresponde a «BIV» en Hoffmeister. La división ulterior de Hoffmeister de la segunda parte en «A» y «B» queda reflejada como «α» y «β»; α no se corresponde, empero, por su contenido, enteramente a «A», puesto que en la 16.ª lección se abordan ya partes de «B» («Estoicismo, Escepticismo»). La parte «Razón» (C(AA)) está subdividida en Hoffmeister con la cifra «V» y con «Aa-c»; «Ba-c»; «Ca-c». Una división aún más minuciosa es llevada a cabo solo en «Aa» y «Ac». «C (AA) V» se corresponde, en nuestra división, con «De»; «A-C» con «α)-γ)»; «Aa» con «αα)», etcétera.

Asimismo, cada una de las lecciones recibió una indicación de su contenido de acuerdo con la exposición de Fink para la primera versión, con el objeto de facilitar la localización de los lugares del texto de Hegel que eran comentados y para hacer superfluo un registro. Para ello fueron mayormente empleadas las voces de Hegel. No se aspiraba, empero, a un desglose completo de cada una de las lecciones. Tampoco habría tenido sentido, dado que Fink mayormente retoma problemas ya tratados para enlazar el curso del pensar que sigue con ellos. La incorporación de estos enlaces en el resumen de los contenidos solo habría traído como consecuencia la falta de claridad en la disposición del conjunto. De lo que sí se trataba, sin embargo, era de hacer visible el avance en la interpretación del texto hegeliano. Con los principios de división explicados anteriormente, fue posible mantener las diferentes lecciones como unidades fundamentales concluidas en sí mismas. Un anexo conclusivo, elaborado para las lecciones del semestre de invierno de 1966-1967, fue adjuntado a la última lección, sustituyendo unas efímeras palabras finales. Recapitulaciones bajo cambiantes puntos de vista, requeridas como estaban por el hecho de ser lecciones, debieron permanecer, dado que, sin cesar, también llevan hacia adelante. Únicamente las dos lecciones en las que se trata con materia de varios subapartados (Hoffmeister C (AA) V Bb-Ca-c) tuvieron que ser subdivididas. La foliación indicada no se refiere, pues, en estas lecciones, solo al comienzo de la clase, sino también al comienzo de la sección del texto dentro de la lección correspondiente.

Hay una dificultad, empero, que no permitió ninguna solución plenamente satisfactoria. Fue el resultado del hecho de que Fink, como acto inaugural del semestre de verano de 1967, hizo preceder a la segunda parte de las lecciones («Razón») una introducción general para los nuevos asistentes, que interrumpía el comentario continuado del texto de Hegel. En tres horas, por un lado, se recapitulan, de forma abstracta, ideas fundamentales de las lecciones previas. Por otro lado (y principalmente), se plantean reflexiones fundamentales que también son válidas para la primera parte de las lecciones. Resultaba perturbador que para la publicación se mantuviera, tal y como estaba, esa introducción, concebida como una concesión; tanto más cuanto Fink atribuía mucha importancia, justamente, al reflexionar continuo del texto de Hegel. Sin embargo, debido a las significativas y fundamentales reflexiones, una eliminación sin sustituto tampoco resultaba defendible. En la recapitulación que aquí presentamos se ha intentado una vía intermedia, que quizás pueda esperar aprobación. Los pensamientos generales que se refieren al conjunto de la obra sobre Hegel fueron agrupados como «notas previas aclaratorias», provistas de la cifra romana I, antepuestos a la interpretación propiamente dicha. Las recapitulaciones se convierten, así, en anticipaciones abstractas. Para la legitimación de este proceder cabe aún referir que el mismo Fink, en estas lecciones (y casi nunca en otras partes), hace referencias a pensamientos del «Prólogo» de Hegel, el cual, a su vez, pertenece también solo indirectamente a la

Fenomenología en sentido propio. El texto persiste en su forma original. Se hubo de eliminar una frase debido a la referencia directa al capítulo sobre la razón, pero ésta se pudo emplear luego en lugar de una frase reflexiva de la cuarta lección (ahora la 19.ª) que precisó ser cortada.

Cabe mencionar otra intervención de menor calado. Solo raras veces Fink ha dividido las lecciones en párrafos, sobre todo en la primera parte. Correspondiendo a la subdivisión de las diferentes clases en el índice de contenidos, se introdujo (siempre que pudiera sostenerse) un punto y aparte en aquellos lugares en los que se daba un salto en la interpretación.

La señora Susanne Fink prestó una colaboración esencial en la puesta a punto del texto. Quede expresada aquí nuestra encarecida gratitud por su ayuda.

JANN HOLL

Friburgo, febrero de 1977

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