Ginger

Ginger


¡Silencio! Ginger está pensando

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—CAPÍTULO 40—

¡Silencio! Ginger está pensando

La noche más rara y divertida de mi vida. Mis padres me avergonzaron en público y como dicen por ahí «si no puedes con ellos, únete». Así que ahí estábamos todos, —y con «estábamos» me refería también a mis compañeros—, bailando junto a mis padres e incluso Nana que se animó a bailar.

Al día siguiente, en el colegio todos pasaban saludando o simplemente imitando algún paso que había hecho mi padre la noche anterior.

Después de todo, mi desastrosa vida social no había terminado.

Y no, Theo nunca llamó.

Pasé la tarde estudiando física porque los exámenes finales se acercaban y yo no entendía nada de ese tema.

Theo Collins @theocollins

Te ha citado:

@gingerhuff ¿Qué?

Ginger @gingerhuff

¡Gracias, de nuevo, Nate!

Has citado a @natecollins

¡Feliz cumpleaños de nuevo, rojita! @gingerhuff.

Negué con la cabeza al leer el mensaje que había escrito por la mañana; recién se enteraba el muy tonto.

—¡Bombón! —llamó papá.

—¿Sí?

—Te buscan.

—No estoy para nadie, tengo examen de física —alcé la voz, la puerta estaba abierta.

—Insiste en hablar contigo. Lo siento, Bombón, no tengo una escopeta —resoplé riendo.

Cerré el libro, me puse lo zapatos y me dispuse a bajar las escaleras.

—Huffy...

—Oh… —Me quedé callada por un segundo—. Hola, Theo.

—Bueno, yo me voy —mencionó papá alejándose lentamente hacia la cocina.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué pasó con Italia? —pregunté confundida. ¿Y el examen?

—Eso no importa ahora, lo importante es que soy un…

—Tarado —interrumpí de forma veloz, él asintió—. Estúpido.

—Sí.

—Lento —Theo suspiró—. Te olvidaste de mi cumpleaños.

—Ya, es que...

—Ni siquiera me mandaste un mensaje.

—Yo...

—Puedes hablar, ¿eh? Nadie te detiene. —Crucé los brazos.

—Perdón.

—No —negué.

—¿No?

—No, Theo. No puedes venir con esa cara de bobo y solo decir «perdón» —lo imité sacando los dientes, él rio—. No te rías, estoy enojada contigo.

—No tienes que decirlo. Ya lo sé. —Bajó la mirada y bufé.

—Intento demostrar mis emociones, te agradecería que me dejes expresarlas.

—¿Qué puedo hacer para que me perdones?

—El daño ya está hecho. —Me encogí de hombros.

—Bueno, ya que no me vas a perdonar, te cuento que ya venía de camino hacia acá cuando me enteré de que era tu cumpleaños, ayer me dieron los resultados. Sé que no es el mejor momento, pero dijiste que era importante para ti... Así que. —Tomó el sobre y me lo dio—. he entrado.

—Ya lo sabía, Theo.

—¿Qué?

—Lo merecías, te felicito. Ahora puedes retirarte de mi casa, tengo examen de Física el próximo martes.

—Huffy, por favor. No te enojes conmigo, ya sé que fui un tonto y que está mal que haya olvidado tu cumpleaños, pero… —Se acercó para abrazarme y yo alcé los brazos evitando corresponder.

—Estás perdonado —hablé seria, palmeé su espalda haciendo que se alejara para mirarme.

—Pero sigues molesta…

—Que te perdone no significa que no pueda estar molesta.

—¿Por qué no me dijiste nada cuando te hablé del examen?

—¿Qué te iba a decir, Theo? ¡Olvida tus sueños, quiero que vengas conmigo a Counterville porque cumplo dieciocho años! Eso sería muy egoísta de mi parte. Quiero que entiendas que no estoy molesta porque no viniste o algo por el estilo. Me molesta que me hayas seguido evitando y luego olvidaras mi cumpleaños. Para los demás puede ser tonto, pero para mí era importante, pensé que lo recordarías. Estás todo el tiempo diciendo que debería pensar más en mí. Ayer lo hice. —Tomé aire—. Y no sirvió de nada.

—Pero... —bufó apoyando su cabeza en la mía—. Perdón. Soy el peor novio.

—Bueno, ahí tenemos cosas en común, tú te olvidas de mi cumpleaños y yo soy poco expresiva, vaya par. —Me reí sin gracia.

—¿Vas a seguir enojada conmigo?

—No lo sé, Theo. Solo quiero estudiar. Es nuestro último año, y a diferencia de ti, yo no sé qué rayos haré con mi vida.

—Puedo ayudarte a estudiar —dijo mirándome, me negué.

—No, quiero estudiar sola. Mamá me ayudará si necesito algo —hablé alejándome—. Ahora sí, ve a tu casa, por favor.

—Huffy, solo quiero que me perdones. —Tomó mi mano y sonreí alejándome.

—Anda, Chloe debe estar esperándote. —Señalé la puerta con la cabeza.

Él me miró y asintió despacio para luego acercarse y plasmar un pequeño beso en mi mejilla.

—¿Ya se fue? —preguntó papá asomando su cabeza por la puerta de la cocina.

—Voy a estudiar —murmuré dando la vuelta y subiendo a zancadas las escaleras.

Física, las polainas, no estudié nada por estar pensado en ese chico.

Quería ir, abrazarlo y decirle que no pasaba nada. Pero luego volvía a recordar que estaba enojada y me molestaba más.

Y como era costumbre de Theo cada vez que no le hablaba, me colmó de mensajes y llamadas para que le diera alguna señal de vida. Papá ya estaba abordando el avión con destino a Francia y solo le contesté con lágrimas en los ojos mediante un mensaje: «Ya te perdoné, no insistas más». Qué triste.

—Ni siquiera un 2911 me calma, ¿sabes? —hablé dejando el helado sobre la mesa—. No quiero esto.

—Solecito, ya he intentado de todo —suspiró mirándome—. Y no me estoy quejando, ¿eh? Pero lo único que debes hacer es ir y hablar con Theo. Solucionar esto.

—Ya sé, pero es que...

—Eres orgullosa.

—Tal vez, solo un poquito. —Ladeé el labio—. No sé cómo empezar.

—Por supuesto. —Rio Kim tomando de mi helado—. No puedo creer que lleve casi dos semanas sin pelear con mi osito.

—Lo sé, deberían casarse y tener muchos mini ositos. —Rodé los ojos cambiando de canal en la televisión.

—¡Es un gran progreso! —Me señaló, y asentí, tenía razón.

—Me alegra que las cosas estén funcionando. En cambio, Theo y yo...

—Theo y tú, nada, solo debes ir a hablar con él y las cosas se solucionarán.

—No sé, Kim. Creo que necesito reconsiderar todo esto. Theo se va a la universidad y yo no sé que voy a hacer con mi vida. Ni siquiera sé qué quiero estudiar.

—Yo sí. A ti te gusta mucho dibujar.

—¿Y? —pregunté mirándola.

—Si me permites dar una humilde opinión, yo siempre te imaginé estudiando algo que tenga que ver con el arte. Sobre todo, diseño. O no lo sé, también te imagino teniendo una tienda, o una galería de arte en el futuro. ¡O ilustrando una novela gráfica! Tú amas los libros, estarías uniendo dos cosas que te gustan. ¿Te imaginas? Yo presentando mis diseños en las pasarelas, y tú pintando como los grandes, presentando cuadros en las más finas galerías.

—O vendiendo artesanías en una tienda de un pequeño pueblo afuera de la ciudad. Lo de ilustrar una novela gráfica también me gusta… —Asentí viendo un posible futuro en mi mente.

—¿Ves? Veo el futuro y es hermoso, Solecito. —Rodeó mi hombro, moviendo la mano en el aire.

—Hace mucho que no uso mis lápices de colores, de todos modos. —Me encogí de hombros tomando del envase de helado.

—Eso no se pierde, Ginger. Lo tuyo es un don de nacimiento. Solo necesitas volver a practicar.

—El punto es que tengo que pensar bien todo esto —suspiré de nuevo.

—Pues ya es hora de que empieces.

—Ya empecé.

—¿Estás pensando ya? —preguntó soltándome.

—No me desconcentres, toma helado y calla.

«Ginger Huff está pensando».

***

Me encontraba junto a mamá en el cumpleaños de una prima lejana, la fiesta se celebraba en grande y yo estaba por romper la cama elástica. Había comido demasiados dulces.

—¡No puedes hacer eso, Ginger! —me regañó mamá.

—¡Pero si es lo mejor! —Salté más alto, Bonnie trató de sacarme de ahí, pero terminó sentada en el trampolín y voló un poco gracias a mí.

—¡Bájate de ahí ahora mismo! —gritó saltando un poco sin querer. Me reí y detuve la diversión. Cuando por fin pudo escapar de la cama elástica, bajé junto a ella para sentarme en el césped.

—¿Sabes, má? Ya he decidido qué estudiar —aseguré un poco agitada.

—Ya, claro. —Rio sacando algo de mi rostro.

—Mamá, es en serio. Lo he estado pensando y sé que es la carrera que quiero seguir.

—¿Y cuál es, señorita madurez? —bromeó.

—Arte.

—¿Arte?

—Sí, Arte —hice un sonido parecido a un «hum», pensando en cómo explicarlo—. Quiero estudiar Ilustración Digital.

—Como... ¿dibujar?

—Es mucho más que dibujar, mamá.

—¿Y eso planeas hacer? —preguntó mirándome, por el tono que usó, noté que no sonaba tan convencida de lo que decía.

—Sí, y si es necesario viajar a China o a algún lado por eso, lo haré. Te voy a ser sincera, Kim me lo dijo. Pero no lo decidí por ella, es que desde lo mencionó, no he dejado de pensar en el tema. Me encantaría llegar al punto en donde pueda tener una novela gráfica de mi autoría en mis manos, ¿sabes?

—Bueno, sabes que te apoyaré siempre. Si eso es lo que quieres estudiar, adelante. Tu papá y yo estamos orgullosos de ti. —Besó mi frente y rodeó mi hombro.

—Gracias, má —suspiré más aliviada.

—¿Qué tal si nos vamos de aquí antes de que aparezcan tus tías abuelas?

—Es una gran idea. —Asentí caminando con disimulo junto a mi madre hacia la puerta.

Pero también había decidido eso «otro».

Mamá manejó hacia casa, y cuando abrí la puerta, vi maletas ya listas frente a mí.

—¿Qué pasa acá? —le pregunté a mamá y ella se encogió de hombros confundida.

—Chicas, me voy —mencionó Jess con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿A dónde? —hablé confundida mientras me acercaba a ella para tocar su frente— ¿Te sientes bien?

—Más que nunca, me voy a Italia con Matt.

—¿Te vas con... «Matt»? —la imité.

—Afirmativo —chilló sonriendo.

—Estoy confundida —confesó mi madre y asentí dándole la razón.

—Bueno, les explico. Pasa que aquí su servidora. —Se señaló—, se va a Italia porque le salió un trabajo allá.

—¿Mateo lo consiguió? —pregunté.

—No, lo conseguí yo.

—Jess...

—Bien, tal vez pudo mover algún contacto... Pero me aceptaron por mi trabajo, no por él.

—Así que... ¿Solo te vas? —La miré provocando que ella saque el labio inferior y se lance a abrazarme.

—Te veré en vacaciones de invierno, ¿sí? Además, tus clases terminan en dos semanas. Luego de exámenes te vienes conmigo a Italia por unas semanas. ¿Qué te parece?

—Sí, gracias —habló mamá cruzando los brazos y Jess rio abrazándola.

—Tú también puedes venir, Bonnie.

—¿Por qué no avisaste antes? —pregunté apoyándome en la valija.

—Porque me confirmaron del trabajo hace… —Miró su reloj y sonrió—, tres horas.

—Pero es muy rápido, no da tiempo de despedirnos bien. —No quería llorar, pero ya lo estaba haciendo.

—No nos despedimos porque nos volveremos a ver dentro de poco. Nos decimos hasta luego.

—Pero...

—Ginger, hasta luego. —Jess estiró los brazos sonriendo y yo la abracé fuerte.

—Todos los que quiero poco a poco se alejan de mí —murmuré sollozando.

—Te quiero, rojita.

—Yo más, tía —mencioné y reí al ver su cara por el reciente adjetivo.

—Te llevamos al aeropuerto —mamá habló tomando la maleta y Jess la detuvo abrazándola.

—Ya he pedido un taxi, estoy evitando el sufrimiento, por favor. Apiádense de mí. —Sonrío, ella también estaba tratando de no llorar porque, aunque fuese a visitarla, ninguna sabía cuándo regresaría.

Las tres nos miramos y una bocina se oyó de lejos. Lo que no quería que sucediera, sucedió. Jess se despidió con un «hasta luego» de nuevo y salió alejándose por enésima vez.

—Tú no te irás, ¿verdad? —pregunté a mamá, ella se rio y negó con la cabeza.

—¿A dónde quieres que vaya? Si esta es mi casa.

—Cierto. —Asentí, caminamos al sofá y decidimos ver una película.

De todos modos, ¿qué otra cosa haría un viernes por la tarde?

Exámenes eran los que venían, comenzando con biología un lunes, y física un martes.

Genial.

***

—¿Le vas a hablar? —preguntó mi amiga.

—Te he dicho que sí, Kim. Pero lo haré cuando terminemos el examen —mencioné repasando las formulas de física.

—Me alegra que por fin vayas a hacerme caso.

—Pero si esto ya lo tenía decidido.

—Me harías feliz si dijeras que fui yo quien ayudó, Solecito.

—Bueno, sí. Lo hiciste todo tú, la mejor consejera. —Rodé los ojos mientras ella chillaba aplaudiendo emocionada.

—Todos en silencio, guarden todo lo que pueda usarse para hacer trampa. Solo lápices sobre el escritorio —habló el profesor que nos vigilaba.

Y es que decidieron intercambiar de alumnos, en una sola sala tenían a alumnos de cinco distintos grados y así sucesivamente en todas las aulas.

Kim, mastodonte y yo estábamos en el mismo salón.

—Thompson, cambie de sitio, no puede estar cerca de Huff.

—Qué feo eso, ¿eh? —Kim negó con la cabeza tomando su mochila—. ¡Qué feo es separar una amistad de años! —Se levantó aún mirándolo.

—¿Qué dice?

—Viene así de la nada a decirme «no puede estar cerca de Huff», qué feo —volvió a decir alejándose y dejando al profesor algo confundido.

—Williams, siéntese ahí. —Señaló la silla en donde había estado mi amiga, giré con curiosidad por averiguar quién era Williams.

—¡Lex! —mencioné sonriendo, la chica giró a verme aturdida y sonrió de lado al verme.

—Hola, Ginger —saludó amable para luego seguir con su vida.

Y luego decían que yo no socializaba. ¡Ja!

—¿Ya le vas a hablar? —chilló Kim mientras salíamos de la sala luego de terminar el examen.

—Sí, Kim. A eso voy —gruñí caminando por el pasillo.

—Deja de hacer eso, gruñona.

—Eres irritante.

—Yo también te quiero. —Kim me abrazó y me empujó hacia donde estaba Theo, Bradley y el equipo.

—Lo siento. —Miré el piso y luego lo miré—. Kim me empujó.

—No hay problema —dijo serio y siguió hablando con sus amigos.

—Hum, Theo... —llamé, no contestó. Sus amigos me miraban—. ¡Theo!

—¿Qué pasa?

—Necesito hablar contigo.

—Sí, es que estoy hablando con los chicos de...

—No hay problema, no es importante. —Brad me guiñó el ojo e hizo que sus amigos lo sigan dejándonos solos en un minuto.

—¿Ahora puedes hablar? —Alcé una ceja y él asintió siguiéndome.

Caminamos por el campus en silencio, subimos las escaleras y llegamos al lugar donde en algún momento hicimos una tregua.

Estuvimos ahí por dos minutos y las palabras no me salían. Él tomó aire y se levantó.

—Ginger, tenemos que hablar.

—¡Lo sé! ¡Y lo estoy intentando! —contesté acelerada, él negó.

—Es que tengo que...

—Perdón —dije. Él me miró moviendo una ceja.

—¿Qué dices, Ginger?

—Ya sé que soy muy torpe para hablar y ataco mucho en cuanto a estas cosas.

—No…

—¿No qué? —pregunté confundida.

—No tienes porqué disculparte, pero tenemos que dejarlo.

—¿Dejar qué? —Lo miré mientras él evitaba hacerlo.

—Esto... Nosotros —Me señaló y luego a él para al fin mirarme.

El aire se quedó en mis pulmones y sentí una gran tensión. Como si estuviese mareada. Esa noticia no me la esperaba.

—¿Estás terminando conmigo? —fue lo único que salió de mí.

—Sí —susurró cerrando los ojos, yo resoplé.

—¡Era una pregunta retórica! —Negué con la cabeza. Al ver que no decía nada, me di la vuelta y quise irme, pero me detuvo.

—Espera.

—¿Qué? Ya terminaste conmigo, me iré a casa. —Señalé la puerta.

—Quiero explicar la razón, por favor —volvió a susurrar sin soltar mi brazo.

—¿Explicar qué? No quiero saberlo, Theo. Te vas a estudiar a Italia, de todos modos, esto no iba a funcionar.

—No es eso, Ginger. Es que no quiero que suframos.

—Claro. —Reí sin pizca de gracia cruzando los brazos—. Es que estás terminando conmigo y ni siquiera me preguntaste qué quería yo. Solo decidiste que esto sería lo mejor. No me molesta que te vayas, Theo. Espero, de corazón, que te vaya bien en Italia, porque eres una persona increíble. Y créeme, sé que te irá bien. Pero ya lo decidiste, todo se acabará aquí y lo acepto.

Theo pasó de sollozar a llorar y se lanzó a abrazarme, correspondí al instante, pero también me alejé primero.

Besé su mejilla y caminé de nuevo a la salida.

—Fue lindo mientras duró, pero el elefante no entra en ese congelador —hablé, encogí los hombros y me despedí con la mano para salir de ahí.

Tal vez el consejo de Abby de algún modo había funcionado, no siempre la persona que pensamos es con quien pasaremos el resto de nuestras vidas. Por más que ese sea nuestro deseo.

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