Ginger

Ginger


¡Galleta!

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—CAPÍTULO 21—

¡Galleta!

«No es cierto, no es cierto, no es cierto».

«Si no lo piensas no existe».

Pensé. Yo no podía gustarle a Theo. ¿Cómo? ¿En qué momento?

Algunos momentos compartidos con él empezaron a pasar por mi cabeza, si eso era cierto, todo empezaba a cobrar sentido. Pero yo no estaba lista para eso.

No si semanas antes había estado babeando por Derek.

Mi teoría era la siguiente: Que los mitos no eran mitos. Los pelirrojos sí daban mala suerte y como yo vivía con una, —que era yo—, ¡la mala suerte viviría a mi alrededor por siempre! ¡Yo me daba mala suerte!

Me reí al notar lo que estaba pensando y mi madre me sacó de ahí.

—¿No vas a comer? —preguntó mirándome.

Mi papá y yo cesamos de la idea de preparar algo y decidimos llevarla a un restaurante italiano llamado Pomodoro. Todo iba relativamente bien, pero yo no podía dejar de pensar en mi terrible y cobarde huida.

—Sí, perdón. —Sonreí mirando el plato de lasaña que tenía enfrente.

—Muy bien, ahora habla. —Mamá entrelazó los dedos y me miró alzando las cejas.

—¿Hablar de qué? —pregunté aún mirando el plato y ellos se rieron juntos.

—Ginger, estamos viejos. Pero, aunque no lo creas, alguna vez fuimos. —Papá comentó acomodándose en la silla. Y me reí, pero también me alarmé, me había llamado Ginger.

—Es que... —Los miré y suspiré tapándome la cara—. No sé.

—¿Qué no sabes? —preguntó tocando mi hombro.

—Creo que le gusto al hijo de tu jefa —hablé con los ojos cerrados, los abrí ligeramente, ambos sonreían—. ¿No van a decir nada?

—¿Decir qué? El chico me cae bien. —Rio mamá dándole la vuelta al tenedor para comer un poco de pasta. Yo la vi sorprendida.

—A mí también me cae bien —habló papá mientras comía, mi madre lo empujó por estar con la boca llena. Eso me hizo reír.

—¡No, no, no! Esto no va así. ¡Tú tienes que emocionarte al respecto! —Señalé a mi mamá—. ¡Y tú tienes que ponerte celoso y sacar una escopeta! —dije bromeando, por supuesto que ellos nos iban a entender mi referencia.

—Bombón ¿has tomado algo raro? —preguntó papá tocando mi mejilla, bufé y empecé a reír.

—¡No! Pero es que, es raro. No lo sé. Hasta hace unos días vivía suspirando por Derek y ahora... No sé.

—Ay, el flaquito no me cae tan bien —interrumpió mamá negando.

—Yo ni siquiera lo conozco. —Papá se encogió de hombros sacando otro pedazo de pizza.

—Claro que sí, es hijo de los Griffin. Su papá es el dueño del teatro y su mamá falleció hace años —Mamá contó. ¿Su mamá había fallecido? Entendí en ese momento a qué se refería con celebrar un feliz día de las madres y sentí un poco de lástima.

—¡Ohhh! ¡Los Griffin! —Papá asintió recordando, yo solo pasaba la mirada de uno a otro.

—¿Pueden dejar de actuar como viejitos chismosos? —mencioné, ellos empezaron a reír.

—Bueno, ¿en qué quedamos? ¿Te gusta Theo? —preguntó mi madre. Yo me negué.

—No. —Comí un poco de lasaña y eché la cabeza para atrás por un momento—. Es solo que la situación es un poco rara. ¿O tal vez sí? —Metí más lasaña en mi boca sin haber terminado la que ya tenía y mi papá me llamó la atención.

—¡No hables con la boca llena! —Él tenía la boca llena mientras me lo decía.

—¡Ustedes dos han sido criados en una cueva! —Rio mamá negando.

Entonces el sentimiento llegó a mí y les ofrecí una gran sonrisa. Ellos estaban siempre conmigo.

—Oigan, sé que no siempre les digo esto. Pero los amo —dije, esto provocó que mis padres, entre ruidos, me abrazaran mientras me trataban como a un bebé. Me estaba arrepintiendo de haberlo dicho. Al final caí y los abracé también.

Tenía una familia pequeña, pero ellos eran increíbles.

***

Pasó poco menos de una semana, evitaba a Theo y a Derek como podía. Derek al menos, me hizo el favor de no acercarse, pero Theo no dejaba de preguntar si me pasaba algo y ya no sabía qué responder.

La verdad, tal vez, pero ¿quién iba a hacer eso? Yo no.

Iba caminando por el pasillo de la escuela porque tenía que dejar algunas cosas en el casillero, y sentí cómo me jalaban al almacén del conserje.

—¿Qué? —pregunté incómoda, no sé quién había sido porque todo estaba oscuro, así que busqué el interruptor, encontrándome con que esa mano extraña también iba a prender la luz—. ¿Se puede saber qué rayos te pasa?

—Perdón. Quería hablar contigo y entré en crisis. —Ladeó el labio y traté de respirar normal, pero no podía.

—Me siento incómoda —confesé removiéndome en el lugar y solo provocando pegarme más a él. Bien, no iba a moverme más. Agradecí cuando él se alejó un poco para hablar.

—¿Puedo saber qué te dijo Derek? Me estuviste evitando toda la semana y eso vino después de que hablaste con él, Ginger. Así que estoy casi seguro de que dijo algo.

—Ahora suena muy duro de tu parte oír que me llames Ginger. —Me acomodé la manga de la camiseta y él ladeó la cabeza.

—No pienso llamarte de otra forma hasta que me digas qué te pasa. —Cruzó sus brazos, él estaba tan seguro de su gran amenaza, eso me hizo reír un poco.

—Oh, wow. Qué rudo. Calma, tigre.

—Ginger. —Frunció el entrecejo y suspiré mirando hacia arriba. Seguía incómoda por la cercanía, así que asentí.

—Te diré, pero salgamos de aquí.

Él afirmó, salimos del pequeño lugar y por fin pude respirar con normalidad. Teníamos clases de Álgebra y luego Historia, por fin conoceríamos a nuestro nuevo profesor. Harry había estado suplantando a quien sea que fuere el sucesor de Elmer Butts, fue una semana feliz en ese sentido.

Aún tenía que ir por mis apuntes, así que fuimos hacia mi casillero.

—¿Entonces? —preguntó Theo cuando nos detuvimos frente a mi puerta.

—Él dijo que lo estuviste amenazando.

—¿Yo?

—Sí, porque... Él no dijo que yo le gustaba antes. —Fruncí un poco los labios y él se quedó mirándome, alcé las cejas.

—Oh. —Sacudió un poco la cabeza, eso provocó que se despeine un poco.

—Y... Bueno, solo eso. —culminé sacando mis apuntes de historia.

—¿Por eso me evitaste toda la semana? —preguntó, sabía que mi historia no le convencía. Yo negué.

—No te evité, estaba enojada.

—¿Enojada? —Asentí, él apoyó su hombro sobre el casillero de al lado—. ¿Por qué?

—Porque sí. —Respondí, de nuevo estaba cerca de mí.

—Esa no es una respuesta, Ginger.

—Claro que sí. Es una respuesta.

—¿Me vas a hablar? —preguntó moviendo las manos, asentí de nuevo.

—Te estoy hablando.

—Deja de jugar con las palabras, ¡eso no funciona conmigo! —Entrecerró los ojos, yo lo imité.

Pasamos de estar incómodos a sonreír un poco. No podía evitar estar seria con él.

—Bien —dije.

—Bien —respondió.

Sonreí, me di la vuelta y caminé hacia el salón.

Él no me creía, ni yo me creía lo que había dicho. Theo sabía que no estaba enojada e iba a perseguirme hasta aclarar las cosas.

No quería decirlo, no me salía decirlo. Tal vez sí me gustaba un poco, pero todo era muy confuso para aceptarlo.

Pasé toda la hora del álgebra pensando en cualquier cosa menos en encontrar la x. Cuando por fin fui libre, salí del salón y me encontré con Theo. Estaba cruzado de brazos, apoyado en el marco de la puerta.

—¿Ahora qué? —pregunté terminando de salir del salón. Theo se echó a reír por la forma en que lo recibí.

—Qué bueno que te alegre verme. ¿Tienes algo que hacer este fin de semana? —preguntó siguiéndome.

—No —respondí, él de inmediato alzó dos boletos, eran de un juego de béisbol.

—¿Quieres venir conmigo? Iba con Jake, pero me rechazó. —Se puso delante de mí para que me detuviera.

—¿Soy el plato de segunda mesa? —Crucé los brazos y su rostro cambió, él quería explicarse.

—¡No! No quise decir eso... Es que —Le tapé la boca riéndome del nerviosismo que había aparecido de pronto.

—Es broma. —Sonreí abriendo el casillero. Tenía que sacar los apuntes de historia—. Claro, sería genial. Gracias por invitarme, ¿qué día es? Así le puedo decir a mamá.

—Es hoy —respondió rápidamente, me reí.

—Pero, dijiste fin de semana...

—Lo sé, es que tengo otro plan para el fin de semana.

—Eres tan raro, Collins. Veremos si mamá me da permiso para salir tantas veces. —Él solo sonrió en grande y eso me hizo rodar los ojos.

Caminamos hacia el salón que nos tocaba y todos nos llevamos una gran sorpresa al encontrar a Harry sentado en el sitio que le pertenecía al profesor de historia.

—Profesor —lo llamé y él me miró. Yo terminé de acomodarme en mi sitio y hablé—. ¿No venía el nuevo profesor hoy?

—¡Adivinen quién será su profesor de Historia y Literatura! —Alzó las manos esperando aplausos y silbidos en su honor. Acciones que sí recibió de nuestra parte. ¿Cuántas veces más debía aclarar que era nuestro profesor favorito?

***

Aquel día me despedí de mis amigos, subí al bus escolar como cualquier día, hice mis tareas pendientes y ayudé a mi madre con algunas cosas de la casa. Me encargué de ser la niña responsable que todos padres querían.

La razón: Tenía que pedir permiso para salir.

Sorprendente o no, mamá me dijo que sí a todo y ni siquiera lo dudó.

—¡Ginger! ¡Theo está aquí! —gritó ella sobresaltándome. Yo había estado conversando con amigos que había hecho por internet gracias a una página de lectura en línea. Me despedí rápido y me levanté para revisarme una vez más en el espejo.

—¡Voy! —respondí. Ya estaba lista para salir. Cargué mi bolso aún viendo mi reflejo y cuando me di cuenta, me pregunté. ¿Por qué me estaba mirando tanto? Theo era mi amigo, tenía que repetirlo las veces que fuesen necesarias hasta creérmelo.

—Hola, Huffy. —El apodo había vuelto.

—Hola, Gordito. —Sonreí de lado.

—¿Qué ustedes no tienen nombres? —preguntó mamá mirándonos.

—Nos vamos. —Le saqué la lengua y besé su mejilla, ella empujó mi frente con un dedo, haciéndome reír—. Adiós, má.

—La traes temprano, eh. —Señaló a Theo y él sonrió asintiendo.

—Nos vemos, Bonnie.

¿Había llamado Bonnie a mi madre y ella se lo había permitido? ¡Confianzudo!

—¿Fuiste a un juego de béisbol antes? —preguntó mientras caminábamos hacia el coche, asentí.

—Sí, bueno. Solo a los campeonatos de Jake.

—Entonces sabes de béisbol.

—Pues más que Kim, sí —bromeé y él rio asintiendo.

—Eso servirá. —Sonrió abriendo la puerta para que entre al auto.

Agradecí al de arriba cuando Theo no hizo mención del altercado reciente, estuvimos todo el camino cantando y conversando sobre temas varios. Cuando finalmente llegamos al estadio, entregamos los boletos y entramos para buscar nuestros asientos. El juego era entre los Eagles y Tucker. Al parecer era de suma importancia que ganaran los Eagles.

Menos mal que sí estaban ganando. Utilicé mi sabiduría en el juego para comprender lo que estaba sucediendo, si me perdía, se lo preguntaba a Theo y encontraba mi camino al entendimiento de nuevo.

Cuando llegó el receso, habían puesto una canción de fondo y el público estaba cantando. Yo estaba tomando de mi gaseosa tranquilamente, y una voz interrumpió el ruido de la gente.

—¡¡Llegó el momento que todos esperaban!! —La pantalla se encendió. En ella se podía ver un marco rosado con forma de corazón y se oyó un «Uhhh» que el público dijo al unísono—. Bienvenidos todos a la Kiss Cam.

Todo parecía divertido, una pareja de abuelitos fue enfocada y se dieron un tierno besito, luego dos esposos también. Incluso la mascota del equipo junto al entrenador, el águila tomó al alto señor e hizo como que lo besaba, todos nos estábamos riendo. Era divertido. Lo que no esperaba es que me enfocaran directamente. Mi cabello era llamativo y lamentablemente, ellos lo notaron.

—Oh, por dios —susurré cerrando los ojos, evité hacer algún movimiento brusco, pero la luz enfocó también a Theo.

—¡Beso, beso, beso! —gritaban todos.

Pensé que podía ser una buena oportunidad para descubrir si le gustaba.

—¡Beso, beso, beso! —insistían.

Y si me gustaba él a mí.

—Theo —lo llamé, él giró sonrojado a verme.

—¡Beso, beso, beso! —La gente a nuestro alrededor se unió al llamado.

—Tranquila, Huffy, no es necesario que hagas esto por... —Jalé de su camiseta y lo acerqué a mí.

—Es necesario. —Uní mis labios a los suyos y todo el estadio empezó a gritar, pasé mis brazos por encima de sus hombros. Sentí como la luz ya no nos enfocaba, pero ¿eso nos iba a detener? La respuesta era no. Nos detuvo una señora que tocó mi hombro. El momento de valentía se había ido, así que mis mejillas estaban más rojas que mi cabello.

—Chicos, ya dejaron de enfocarlos. —Soltó una risilla y le agradecí por decirnos lo obvio. Ella se alejó con un «No hay de qué. ¡Vamos, Eagles!», y se fue.

—Eh, lo siento. —Reí nerviosa y me senté derecha de nuevo. Iba a hablar, pero Theo me distrajo del objetivo.

—¡¿Qué rayos?! —gritó viendo la pantalla, la gente volvió a gritar.

—¡Beso, beso, beso! —Abrí los ojos en grande al ver quienes estaban ahí.

Jake y Alai se estaban besando en aquella pantalla grande. Frente a miles de personas... Y frente a su hermano mayor.

Como diría Sky en un momento de suma tensión: ¡¡Galleta!!

—Después de este acalorado y amoroso momento, tenemos a Eagles contra Tucker en una reñida competencia de... —el locutor siguió hablando, pero dejé de escuchar porque Theo giró a hablarme enojado.

—¿Viste lo que yo acabo de ver? —preguntó mirando el piso con las manos entrelazadas y apoyó los codos sobre las rodillas.

—¿Ver qué? —disimulé tomando más gaseosa. Estaba incómoda.

—Tu libidinoso, deshonesto y profano mejor amigo propasándose con mi hermanita menor frente a todas estas personas. —Lo miré y alcé una ceja.

—Eh, no. No vi eso.

—Lo viste. —Afirmó sin mirarme.

—Sí. Pero creo que no vimos lo mismo. Yo vi a Jake y Alai besándose porque querían, ambos estaban bastante felices, eh. —Theo se levantó, tomé su mano y lo tiré de nuevo hacia abajo para que se sentara de nuevo—. ¿Qué haces? —pregunté.

—Quiero buscar a mi hermana.

—¿Para qué? —Lo detuve de nuevo—. Theo, ¡no te metas!

—¡Pero lo viste! ¡Estaba besando a mi hermanita! Porca miseria —dijo de pronto.

—Espera, ¿sabes italiano o...? —Theo me dio un pequeño vistazo y negó.

—Eh... no. Solo sé algunas palabras —habló y mantuvo la mirada fija en el campo.

El juego había empezado de nuevo. Pero ya nada era igual. Theo daba pequeños golpecitos al piso con el pie mientras comía papas. Muchas papas.

Después de casi doscientos golpecitos, le golpeé la pierna para que se detuviera.

—¿Qué? —preguntó al notar que lo estaba mirando ya cansada.

—¿Puedes dejar de hacer eso? —dije fastidiada.

—¿Hacer qué? —cuestionó alzando la cabeza, entrecerré los ojos.

—Estás golpeando el piso, por lo tanto, te mueves y me mueves a mí.

—Intolerante. —Resopló rodando los ojos, ahí sí que me enojé.

—Conmigo no vas a descargarte. —Le pegué en el brazo mientras decía cada palabra—. Jake y Alai se gustan y vas a tener que aprender a vivir con ello. ¿Razón principal? ¡Porque no es tu vida! Así que supéralo y deja de meterte en la vida de tu hermana.

—¡Pero tiene quince!

—¡Déjala! Theo, estás siendo muy sobreprotector. —Crucé los brazos.

—Y tú muy permisiva. —También cruzó los brazos mirando a otro lado.

—Yo no tengo por qué o para qué dar permisos. Y tú tampoco. Eres su hermano. —Theo me ignoró—. Bien, no me hables entonces.

—No lo haré.

—Bien —contesté.

—Ok —fue lo último que le oí decir.

Todo lo que restó del partido fue un gran silencio entre los dos. Era una pelea interna por saber quién de los dos iba a hablar antes.

—Ginger...

Y gané.

—¿Sí, señor «soy un hermano sobreprotector»?

—Lo siento. —Alargó la última palabra mientras me seguía, iba de camino a la salida que daba al estacionamiento.

—No hay porqué. —Boté el envase de gaseosa en el cesto de basura y seguí caminando a su lado.

—Sí hay. Tú no tienes nada que ver con eso y yo fui un tonto. —Se puso frente a mí y me detuve al ver lo que estaba sucediendo. Suspiré y asentí.

—¿Prometes que no vas a intentar nada hasta que ellos te expliquen? —Él bajó la mirada y tomé su mano haciendo que me mirara—. ¿Lo prometes, Theo?

—Está bien, lo prometo —murmuró gruñendo, entrelacé mis dedos a los suyos, tomando más fuerte su mano.

—Que bueno, porque están detrás de ti. —Señalé con la vista a ambos y Theo giró sin soltarme. Alai se colocó detrás de Jake.

Jake, como buen valiente, se paró erguido esperando a que Theo se acerque.

—Lo prometiste. —Moví su mano haciendo que me viera asintiendo.

Caminamos hacia ellos, pero no me soltó.

—H-hola —susurró Alai a pesar de la bulla que había fuera del estadio.

—Hola —contestó su hermano. Jamás vi a Theo de ese modo, me parecía sorprendente que aquel chico sonriente pudiese estar tan serio—. ¿Debo preguntar qué fue eso, no hace falta? —volvió a hablar mirándolos. Jake tomó la mano de Alai y la empujó ligeramente para que se ponga a su lado.

—No te había dicho nada por pedido de tu hermana. Pero yo no tengo nada que ocultar, me gusta Alai y estamos saliendo.

Theo asintió y miró a la rubia.

—Yo... Bien, es mi culpa. Pedí no decir nada porque tú eres muy... —Theo alzó una ceja y ella suspiró, me miró en busca de ayuda, yo solo asentí—. Perdón, hermanito.

—No tienes porqué —dijo de una gran bocanada de aire.

—¿Qué? —preguntamos los tres mirando a Theo.

—Ya lo dije... No tienes porqué. Ginger tiene razón, Jake es un buen chico. No te digo que esté completamente feliz con la noticia, y me va a costar mucho asimilar que mi hermana menor está creciendo... Pero, está bien.

—¿Bien? —volvimos a preguntar al unísono.

—Sí, dejen de verme como un bicho raro. Ya lo dije. Está bien. Perdóname tú a mí por hacer todo este escándalo.

Mordí mi labio inferior mientras sonreía y me atreví a besar su mejilla izquierda.

Theo me sonrió y miré hacia otro lado. Culpaba a la emoción del momento.

Luego de que los hermanos se abrazaran para limar asperezas, Jake volvió a ser el mismo de antes. El mismo tonto.

—Bien... Pasando este momento tenso. ¿Qué fue eso que vi en el primer Kiss Cam? —preguntó Jake sonriendo, mientras alzaba las cejas.

—Es hora de irnos. —Me sonrojé soltando la mano de Theo y caminé sola hacia el auto. Jake y Alai nos siguieron.

—Hablaremos de eso luego —susurró Theo en mi oído, me había alcanzado solo para decir eso. Luego dio la vuelta y subió a su auto también. La pareja llegó en un taxi, así que no hubo más drama sobre Anne, la moto.

Seguro Theo se iba a poner histérico con ver a su hermana en aquel vehículo. La cuidaba demasiado.

Ese sería otro problema a tocar, pero yo no iba a ser la primera en mencionarlo. Ni siquiera estaba apta para hablar en ese momento.

El primero en bajar fue Jake, se despidió de nosotros y de su reciente novia —de ella con un besito en la mejilla que me provocó mucha ternura, a Theo le estaba temblando el ojo—. En cambio a mí, me babeó la mejilla en un —bautizado por él—, beso de vaca. Me lamió.

No me dio tiempo a gritar su nombre porque ya había huido con una gran carcajada hacia la puerta de su casa. Podía repetirlo: Jake era muy tonto.

La siguiente era yo. Conversamos de otras cosas con música de fondo.

Cuando por fin llegamos, me despedí de ambos, pero le pedí a Alai que me avisara si su hermano le reclamaba algo. Él había prometido que se comportaría.

Pero no todo quedó ahí como yo hubiese querido, cuando iba de camino a la puerta, Theo se bajó del auto diciendo mi nombre.

Giré a verlo y nos quedamos mirando sin decir nada por algunos segundos. Ese beso había cambiado muchas cosas, y también inició algo. No sabía si ese «algo» era bueno, pero ahí estábamos. Uno frente al otro con una sonrisa.

—Entonces... —Me balanceé sobre mis talones un poco.

—Entonces... —repitió con una sonrisilla graciosa.

—Ha sido un raro —hice una pausa—, pero genial día —declaré por fin; él asintió.

—Lo mismo digo, Huffy. —Lo miré, él hizo lo mismo. ¿Cómo debía despedirme? ¿Le daba la mano? ¿Chocábamos los puños de manera informal?

¡¿Cómo rayos debía despedirme?!

Ya tenía claro que le gustaba, pero no sabía si él a mí. Aún estaba confundida.

Todo era mejor cuando esas cosas no me sucedían.

—Nos vemos, Gordito —dije tratando de romper la tensión y una risita involuntaria escapó de mí. Él entrecerró los ojos.

—Te veo mañana, Huffy.

—¿Mañana? Pero... —No sabía si estaba preparada para un día más de esos.

—Oye, tú aceptaste y me dijiste que tu mamá ya te dio permiso, entonces no hay problema, ¿verdad? —Asentí dándole la razón—. La he pasado genial, Huffy. Y gracias por lo de hace un rato—. Señaló con la cabeza el auto, en donde estaba su hermana y asentí.

—No es nada. Jake es casi mi hermano y a tu hermana le he tomado cariño. —Suspiré y me acerqué un poco para besar su mejilla. Pero él también tenía un plan. Dirigió su rostro hacia la mía y me besó.

¿Desde cuándo los besos en la mejilla duraban más de dos segundos?

—Adiós.

—Hum, adiós —dije cuando se separó. Ambos nos movimos. Él a su auto y yo corrí hacia la entrada de mi casa y saqué las llaves. Vi la hora en mi teléfono, eran exactamente las diez de la noche.

—Buenas noches, Bombón —oí decir a mi padre, que cambiaba de canal en el televisor.

—Hola, papi —saludé, miré hacia atrás antes de cerrar la puerta y me despedí con la mano al ver a los hermanos Collins aún ahí, esperando a que cierre la puerta.

Ambos se despidieron y Alai me guiñó el ojo. Reí cerrando la puerta y suspiré dejando mi bolso en el sofá.

—¿Cita? —preguntó comiendo.

—No, un partido de béisbol. —Me senté a su lado.

—Entonces es una cita —dijo papá sacando más palomitas de maíz del recipiente.

—No lo es —me defendí quitándoselo para comer también.

—Eres terca como tu madre. ¿Quién estuvo jugando?

—Eagles y Tucker —hizo un sonido de aprobación y asintió.

—¿Y quién ganó?

—Eagles. Theo estaba feliz de que ganara —conté comiendo más palomitas.

—Más les vale. Tenían que ganar. No sabía que jugaban hoy. Podría haber visto el partido. No tenía nada que ver. —Me quitó el recipiente y tomé una servilleta para luego tomar de su gaseosa. Agradecí que no lo vio, porque eso también incluía cierto jueguito de besos en la pantalla.

—¿Algún día dejarás de tomar de mis cosas? —se quejó mirándome, yo me negué.

—No —respondí y dejé la lata de nuevo en la mesa—. Mamá te dijo que pongas la lata sobre el mantel y no directamente en la madera.

—Lo sé, pero soy un rebelde sin causa.

—Lo que tú digas, campeón. —Reí recostando mi cabeza en su hombro.

—Hola, cariño —saludó mamá besando mi frente y sentándose a mi lado—. ¿Cómo te fue en la cita?

—¡No fue una cita! —me defendí por segunda vez mientras papá se reía desde su sitio.

—Lo que tú digas, campeona —repitió papá guiñándome el ojo.

—Eres insoportable.

—No. —Alzó el dedo mirándome—. Lo insoportable es esto. —Se colocó en diagonal y soltó un gas.

—¡Papá! —Reí huyendo de ahí—. ¡Padres normales! ¡Es lo único que pido! —grité alzando las manos al cielo.

—Uy. Qué textura. —Movió sus manos con elegancia mientras cerraba los ojos.

—No puedo creer lo que estoy presenciando. —Alcé las manos y mamá giró a verlo como si nada hubiera pasado.

—Uno aprende a sobrellevarlo, hija —comentó leyendo una revista.

—Como sea, mañana saldré con Theo de nuevo. Ya sabes, te pedí permiso para… —traté de explicarle a mamá, pero ella asintió y mi padre nos interrumpió.

—¿Otra cita? ¿Tan rápido?

—Papá, no es una cita.

—Por supuesto, Bombón. Sigue engañando a tu pelirroja cabecita.

—¿Mamá? —pregunté ignorando a papá.

—¿A dónde irán, cariño?

—No tengo idea —confesé encogiendo mis hombros—. Así que mejor voy a dormir porque tengo que salir temprano. —Me levanté luego de despedirme y mamá dijo algo último.

—Pero ¿no vas a comer nada?

—¡No! —grité subiendo los escalones.

Ya me había comido el orgullo al besarlo frente a miles de personas.

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