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Madrid. Brigada de Homicidios.

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Madrid. Brigada de Homicidios.

Pedro y Rafa charlaban tras las puertas de la sala de juntas sin dejar de mirar al interrogado.

—Varón blanco de mediana edad, culto y religioso… ¡Bravo Pedro!

—¡Eh, no te hagas líos! Tú lo detuviste, tuyo es el marrón…

—Qué cagada… Velázquez me va a matar…

—¡Dalo por hecho, Perteguer! —El comisario Velázquez apareció detrás suyo—. ¿A qué juegas? ¿No sabes hacer las cosas como las personas normales? ¿Conoces los procedimientos?

—Vamos contra reloj…

—¡Claro! ¿Y por eso te llevas a los GEO a dar una vuelta? ¿Por eso volvéis con un profesor de literatura esposado? ¡El señor Perteguer se cree Bruce Willis! ¿Verdad Perteguer? ¡Y como se cree Bruce Willis entra a tiros en las casas! ¿Me equivoco Perteguer? ¡Y cada vez que ve una peli de Bruce Willis…!

—Discúlpame, tengo que trabajar.

Perteguer y Pedro entraron en la sala de juntas mientras Velázquez seguí gritando en el pasillo.

Lora y Jose, el detenido, estaban charlando amistosamente. Parecía más tranquilo.

—¿Entonces conoces a Patri?

—Claro, colaboramos juntos en una peligrosa operación hace algún tiempo… no se si te habrá hablado de mi, me llamo Lora…

—Pues… la verdad es que no…

Lora frunció el ceño y cambió rápidamente de tema.

—¿Y cuánto tiempo estuvisteis saliendo Patri y tú?

—Tres meses. Empezamos el 24 de marzo.

—¡Anda. —Lora miró a Perteguer!—… cuando el cumpleaños de Rafa…

—El mismo día. —Pedro intervino señalando a Perteguer— …¡que te dejó plantado, Rafita! ¡Por él!

Lora y Pedro comenzaron a carcajearse al unísono ante el gesto agrio de Perteguer.

—Ella no me dejó plantado… y desearía que mi vida privada… ¡Bueno callaros ya, coño!

Lora y Pedro trataron de contenerse y Perteguer clavó su mirada en Jose.

—Hola Jose. Perdona por la horrible equivocación que he cometido. Toda la culpa es mía; pero quiero que sepas que puesto que habíamos considerado que la vida de una persona podía correr peligro si no interveníamos… que, aun a riesgo de cagarla, que la he cagado, decidí detenerte…

—¿Cómo a un terrorista? —Jose, el detenido, conservaba cierto recelo hacia Perteguer—. ¿Eh?

—Sí, Jose, como a un terrorista, porque persigo a un terrorista que justifica sus atentados contra pecadores recitando a Dante, y que además puede haber secuestrado a Patricia… ¿Nos ayudarás?

Perteguer omitió cualquier referencia al aspecto sobrenatural del caso. Jose tardó en responder.

—No lo dude… y será por ella, no por usted… que le quede claro.

—Clarísimo. Bueno, empecemos. —Perteguer y Pedro tomaron asiento—. ¿Has localizado ya en que partes del libro aparecen esas frases?

—Bueno, solo tengo seguras dos: «Descendió mi maestro…» y «Con furia se encontraban…».

—La barca y el Casino, Rafa. —Pedro subrayó las frases apuntando el número de canto—… tenemos dos de cuatro.

—¿Y qué dicen?

—El primero, Canto VIII de la Cantiga I. Dante y Virgilio van en barca a… al reino de los Muertos, por así decirlo… y los demonios no les dejan pasar porque aún están vivos…

—¿Puedes relacionarlo con la droga?

—¿Con la droga? —Jose cogió el libro y ojeó por donde tenía señalado—… no sé… aquí dice, por ejemplo:

»Con tu pena y con tu lodo quédate, ejemplo de ánimos insanos, que te conozco»… el lodo podría ser la droga… o la barca que lleva a la muerte… el ánimo insano la dependencia… podría valer cualquier cosa…

—Puede valer… ¿Qué hay del Casino?

—¿Casino? Este es aún más claro… Canto VII, también de la primera Cantiga. Entran al cuarto cerco y descubren al Señor de las Riquezas. Ahí es donde castigan a los pródigos y codiciosos… como los que van a los Casinos. Les obligan a arrastrar unos pesos enormes con el pecho…

—¡La bola! Es un perfeccionista…

Perteguer dio un golpe en la mesa y cogió La Divina Comedia.

—… Tenemos un fanático religioso que castiga a los pecadores siguiendo este libro. Además sabemos cuando volverá a actuar: El día 18 a las seis y seis de la tarde. Tenemos sus huellas y el patrón que sigue: Mata de tres en tres personas en edificios o estructuras a aseguradas por VidaPlus… ¿Pero aquí donde encaja Patricia?

—¡Beatriz! —Jose también se levantó—. Patricia es Beatriz…

—¡Cierto! —Pedro cogió el tomo de la Divina Comedia—. Dante baja al infierno a buscar a Beatriz… su amada.

—Eso la dejaría temporalmente fuera de peligro… además, si todavía la escribe cartas es porque tampoco sabe dónde está…

—Eso teniendo en cuenta. —Perteguer encendió un cigarrillo—… que el de las cartas tenga algo que ver con los accidentes provocados, aunque de cualquier manera es la única pista que tenemos…

—A lo mejor es una tontería, pero… —Jose volvió a sentarse—… la Complutense está dando unos cursos de Verano en el Escorial; esta semana dan un ciclo sobre Dante…

—… Y es bastante probable que ese fanático acuda a recrearse… —Perteguer miró su reloj—… ¡hoy es 15! Nos quedan tres días para pararle los pies a «Dante»…

—Pues vamos mañana. —Pedro cogió un cigarrillo—. Me apetece culturizarme.

* * *

Los CD que guardaba Patricia en su casa contenían una especie de diario de sus investigaciones. Lo malo era que la última pista que aportaba el CD difería de la que Sonia, la secretaria de VidaPlus, le había dado el día anterior. La primera le mandaba a un aserradero de maderas en El Escorial. La segunda al laboratorio de fotografía de Móstoles.

Perteguer decidió ir primero al laboratorio. Le costó encontrarlo. Estaba a las afueras, y no era una tienda, como en un principio pudo imaginar, sino una nave industrial que revelaba películas de cine, y fabricaba líquidos para profesionales. El olor aquí era distinto. Petróleo.

—Buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?

El hombrecillo de bata blanca, calvo y con gafas le pareció a Perteguer simpático.

—Hola. Soy inspector de policía. Venía buscando a esta mujer, se llama Patricia García.

Perteguer tendió su identificación y la foto de Patricia a aquel hombrecillo tan simpático con pinta de científico.

—Sí. Estuvo aquí. Haciendo unas preguntas un tanto extrañas… sí… la recuerdo… guapa… sí…

Perteguer comprendió que el don de la locuacidad no había caído sobre aquella despejada cabeza.

—¿Qué tipo de preguntas?

—Fotos… fotos y revelado… sí… revelado de fotos…

—¿Podría especificar?

—Mi hija… mi hija habló más con ella… mi hija es esotérica… sí… una bruja… ¡Iris!… ¡Iris!

Tras un bidón de líquido de revelado apareció una joven de veintipocos años, completamente vestida de negro, y hermosamente pálida. Una larga melena morena caía sobre sus blancos hombros. En su cara, a parte de sus labios pintados de negro, resaltaban sus enormes y brillantes ojos negros. Parecía una mujer vampiro. Una bellísima y sensual vampiro. Miró a Perteguer con curiosidad mordiéndose el labio inferior.

—¿Qué quieres, padre?

—Sí… este caballero quiere hablar contigo… sí… es policía…

Iris dio un respingo hacia atrás, pero finalmente mantuvo la compostura.

—¿Qué le trae por aquí, agente? ¿Es de narcóticos, acaso? Sepa que ya no me meto nada…

—Soy de homicidios. —Le tendió la foto de Patricia—. Busco a esta mujer…

Ahora Iris respiró por fin. Sonrió al policía y subió por una escalera.

—La conozco. Sígame.

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