Fern

Fern


Capítulo 14

Página 24 de 48

—Ni siquiera lo recordaré —dijo el recepcionista sorprendido al ver la moneda en la palma de la mano.

—Y que nadie limpie la habitación mañana. Supongo que mi amigo querrá dormir hasta tarde.

Un guiño de ojo cerró el trato y el recepcionista se marchó sonriendo.

—A menos que encuentre otro lugar donde usted pueda quedarse, no limpiarán este cuarto en muchos días —dijo Madison al hombre inconsciente—. Tendrá que permanecer en un lugar donde yo pueda encontrarlo hasta el día de la audiencia de Hen.

* * *

—¿Es un testigo de fiar? —preguntó George.

—Tanto como Dave Bunch —respondió Madison—. Además, sus testimonios no discrepan. Bunch no afirmó que viera a Hen, sólo a su caballo. Creo que el asesino pintó una bestia para hacer que se pareciera a la de Hen, de tal modo que si alguien la veía supusiera que el jinete era él.

—Sólo podría haber sido eso —dijo Hen—.

Brimstone no dejaría que nadie más lo montara.

Para sorpresa de todos, el alguacil Hickok había permitido que Hen saliera de la cárcel cuando Madison le dijo que tenía un testigo que aseguraba que su hermano se encontraba a quince kilómetros del rancho Connor a la supuesta hora del asesinato.

—En realidad nunca he creído que Hen fuera un asesino —había dicho Hickok.

En aquel momento estaban sentados alrededor de la mesa después de terminar de cenar. Fern aún no se había recuperado del impacto que le había producido el hecho de encontrarse sentada frente al hombre al que había odiado durante tanto tiempo. Se sentía incómoda.

Hen era capaz de matar. Ella lo veía en sus ojos.

No por simple odio o rabia. Él nunca perdería hasta tal punto el control. Fern simplemente no creía que tuviera sentimientos. Tenía unos ojos tan azules como el cielo en un perfecto día de verano, pero no tenían la calidez ni la pasión de los ojos de sus hermanos.

Era como mirar dos hermosos pedazos de cristal, hechos a la perfección, pero completamente desprovistos de humanidad. Quizá sólo mataba cuando se veía obligado a ello, pero lo hacía sin vacilar un instante. Y sin remordimiento.

Se volvió hacia Madison y George. Con una punzada de horror comprendió que si lo que Madison le había dicho era verdad, si los hermanos eran tres caras de un mismo hombre, Madison y George eran igualmente peligrosos. Quizá luchaban con todas sus fuerzas por evitarlo, pero ellos también eran capaces de matar.

Esto la hizo estremecerse.

—¿Crees que va a prestar declaración? —le preguntó Fern. Había pensado durante tanto tiempo que Hen era el asesino que le costaba trabajo creer que fuera otra persona.

—Sí —contestó Madison—. Ahora está enfadado porque lo he dejado atado, pero no es eso lo que me preocupa. Hasta el momento el asesino ha podido salirse con la suya en todo. Ha podido sentarse tranquilamente a observar lo que sucede. Pero, si descubre que nosotros podemos probar que Hen es inocente, si cree que tenemos alguna pista de su identidad, seguro que intentará hacer algo.

—¿Tienes alguna idea de quién es? —le preguntó Fern.

—No —reconoció Madison—. Sólo sé que el asesino tenía algo que ganar matando a Troy y haciendo que mandaran a Hen a la horca.

—¿Qué? —preguntó Rose.

Madison se encogió de hombros.

—No lo sé. A nadie le caía muy bien Troy. Incluso el padre de Fern lo despidió del trabajo; sin embargo, parece que no le faltaba el dinero.

—Troy no gastaba mucho —intervino Fern.

—Eso es lo primero que me dijeron, pero luego descubrí que le gustaba apostar. No mucho, pero más de lo que un hombre podría arriesgar con el sueldo que Sam Belton le pagaba. Debía de estar consiguiendo dinero por otros medios.

—¿Estás pensando en un chantaje? —preguntó George.

—Es una posibilidad.

—Pero ¿a quién? —preguntó Fern.

—Esperaba que tú pudieras decírmelo —apuntó Madison—. Conocías a tu primo mejor que nadie. También conoces a la gente de este pueblo. Haz memoria de todos los hechos que han tenido lugar mientras has vivido aquí. Trata de pensar en algo que Troy pudiera utilizar para amenazar a alguien.

Una escena de inmediato tomó forma en la cabeza de Fern. Sus vividos detalles hicieron que se sintiera avergonzada en su fuero interno. Esa no podía ser la razón, pues aquel hombre se había marchado de Tejas hacía muchos años.

¿O no era así? Chantajear a alguien era exactamente el tipo de cosas que Troy haría. Fern se estremeció de miedo. Si aquel hombre había regresado, ella pudo habérselo topado en la calle.

—Pero ¿por qué involucrar a Hen? —preguntó Rose—. Él llevaba pocos días en el pueblo. Nunca se queda mucho tiempo cuando trae el ganado.

—¿Crees que tiene algo que ver con ese rumor acerca del oro? —preguntó George.

—No. No veo cómo el hecho de hacer que manden a Hen a la horca podría ayudar al asesino a obtener ese oro. No, está tratando de hacerte daño a ti y a la familia, o quiere atacar a los tejanos en general.

—¿A los tejanos? ¿Por qué alguien iba a querer hacer eso? —preguntó Rose—. Ganan montones de dinero gracias a nosotros.

—No todo el mundo quiere que haya un mercado de ganado aquí —señaló Madison—. Según me dice Fern, muchos de los granjeros y rancheros de la región nos odian.

Estas palabras resonaron en los oídos de Fern. Ningún habitante de Kansas había expresado su aversión a los tejanos con más fuerza que ella.

—Por no mencionar a quienes tratan de vender terrenos a los inmigrantes. También están los propietarios de corrales de ganado de Ellsworth y Newton —agregó Madison—. A ellos les convendría que los tejanos se marcharan de Abilene. Esto significaría que podrían hacer negocios que les reportarían cerca de doscientos mil dólares.

—En otras palabras, podría ser cualquier habitante del estado de Kansas —sentenció George.

—No tanto —dijo Madison—, pero sí, podría ser.

—¿Qué piensas hacer?

—Hacer correr un rumor con algo de información verdadera y con otra no tan exacta. Tenemos que lograr que el asesino se sienta molesto. Tenemos que obligarlo a dar un paso en falso.

—No podemos hacer nada hasta mañana, así que me voy a la cama —afirmó Rose mientras se levantaba—. Tú también debes de estar cansada —dijo a Fern.

Pero Fern no se sentía cansada en absoluto. Dudaba de que pudiera dormir en muchas horas, pero quería quedarse sola para poder pensar.

¿Quién habría matado a Troy y por qué? La idea de que Troy hubiera estado chantajeando a alguien era absurda. Ella no le habría prestado ninguna atención si alguien distinto de Madison se la hubiera expuesto. Pero todo lo que él decía tenía una desconcertante manera de resultar posteriormente verdad. Tenía que saber si esta vez también tenía razón.

Y tenía la intención de descubrirlo aquella misma noche.

Ir a la siguiente página

Report Page