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Libro Tercero: Estudio de casos cero

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Estudio de casos cero

La diferencia entre la verdad y la mentira es que, si bien ambas pueden hacerte daño, sólo una se tomará el tiempo de curarte después.

—GEORGIA MASON

Vivimos en un mundo creado por nosotros. Damas y caballeros, lo hayamos hecho intencionadamente o no, hemos construido nuestro lecho, y ahora tenemos el honor de tendernos sobre él.

—MICHAEL MASON

He hecho un montón de cosas difíciles a lo largo de mi carrera periodística. Unas pocas resultaron ser hermosas al final; buena parte del «glamur» que se le supone al periodismo está reservado para la gente que se sienta detrás de los escritorios y no pierden la sonrisa mientras van contando las últimas tragedias que asolan el mundo. La labor de campo es diferente y, pese a los años que llevo metida en esto, creo que nunca me había dado cuenta de que prácticamente son dos polos opuestos. Sólo fui consciente de ello cuando me planté frente al candidato Peter Ryman y su esposa, y les informé de que el cuerpo de su hija mayor acababa de ser incinerado por las tropas federales en las afueras del rancho familiar de Parrish, Wisconsin.

Ya habéis oído hablar de Rebecca Ryman. Tenía dieciocho años e iba a graduarse en el instituto en menos de tres meses. Había quedado la quinta de su clase y ya la habían aceptado en la Universidad Brown, donde planeaba cursar estudios de ciencias políticas para seguir los pasos de su padre. Montaba a caballo desde que había empezado a caminar; por eso fue capaz de embridar el caballo tras la amplificación viral y sacar a sus hermanas de allí. Es una auténtica heroína nacional; al menos así lo afirman todos los periódicos y páginas de información de la red. Incluida la mía.

Si concedéis a esta reportera un breve momento para abrir su corazón, me gustaría hablaros de la Rebecca que yo conocí, aunque sólo fuera vagamente, a través de las palabras y los gestos de sus padres.

Rebecca Ryman era una adolescente. Era petulante y malhumorada. Odiaba tenerse que quedarse en casa cuidando de sus hermanas los viernes por la noche, sobre todo cuando coincidía con el estreno de una nueva película de Byron Bloom. Le gustaba leer novelas románticas y comer helado directamente del bote; y nada la hacía más feliz que dedicarse a los caballos. Permaneció en el hogar familiar durante la convención del Partido Republicano en parte para prepararse para su partida a la universidad y en parte para estar con sus caballos. Esta decisión la llevó a la muerte y salvó la vida de sus hermanas. No pudo rescatar a sus abuelos ni a los trabajadores del rancho, pero sí a sus hermanas, así que, al fin y al cabo, ¿qué más se le podía pedir?

Comuniqué a sus padres que había fallecido. Eso, si nada más, me da derecho a afirmar lo siguiente:

Rebecca, se te va a echar mucho de menos.

—Extraído de

Las imágenes pueden herir tu sensibilidad,

blog de Georgia Mason, 17 de marzo de 2040

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