Fake

Fake


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Al haber despertado recordé que era viernes y que había pasado la noche haciendo tarea, debí haberme quedado dormida poco tiempo después de haberle dicho a Lucke que debía irme.

Viernes.

Podía sentir ese típico cosquilleo que tienes en el estómago cuando sabes que te gusta alguien. Estaba segura de que se trataba de eso y sabía quién era el causante. Me reincorporé sobre la cama e inmediatamente recordé todo lo que había soñado, por extraño que pareciera esta vez pude recordar cada detalle.

Me alisté para ir a la escuela, era el final de una semana más en el colegio. Carly pasó por mí, en su auto, como de costumbre, subí y nos pusimos en marcha.

—¿Cómo estuvo tu noche? —preguntó al verme tan despampanante.

—Bien. Supongo —dije al rememorar lo ocurrido, una completa alucinación. Los efectos del amor estaban llegando a mis sueños e incluso estaban traspasando la realidad.

Carly me miró extrañada, intentando hacer que fuera más explícita.

—Tuve un sueño raro, pero nada en especial —respondí. Aunque en verdad sabía que era tan importante para mí como para contárselo, simplemente era una parte perdida de mí.

—De acuerdo.

El típico camino de siempre, la misma rutina. Apuesto que si los chicos del grupo de Facebook estuvieran en esta escuela yo sería inmensamente feliz, las cosas cambiarían mucho.

Y si Lucke estuviera aquí…

Entré al aula en espera de la profesora. Álgebra había sido la razón por la que había estado trabajando hasta muy tarde. Me despedí de Carly y quedamos de vernos durante el primer receso en la cafetería. Tomé mi asiento, Carlos elevó la mano derecha y yo le devolví el saludo con una sonrisa. Reposé mis cosas sobre el pupitre jurando matarme si la señorita Rice no revisaba la tarea.

Pasé el resto de la clase pensando en otras cosas. Saqué buena nota en el trabajo, de hecho, fui de las más altas. Valió la pena haberme desvelado.

Al finalizar la clase, caminé con rapidez esquivando a un par de estudiantes por los pasillos hasta la cafetería. Busqué a las chicas y las encontré un par de segundos después. Me dirigí hacia ellas. Todas nos saludamos.

Estábamos emocionadas porque el ciclo escolar estaba por finalizar. Cuestión de un mes para dejar de preocuparnos por las infinitas tareas y por el tormento de esta cárcel para jóvenes.

—¿A dónde quieren ir de vacaciones? —preguntó Hailey.

—No pienso contestar la pregunta al menos que nos lleves —respondió Carly tratando de sacar provecho a la situación.

—Creo que podría llevarlas —dijo Hailey juguetona. Cuando empleaba ese tono significaba que tenía buenas noticias.

—¿No me digas que…? —Ni siquiera había terminado de formular la pregunta cuando ya estaba afirmando con la cabeza. Como si pudiera ser capaz de leer la mente.

—¡Sí, las llevaré conmigo! Mis padres están de acuerdo. —Le respondió a Astrid.

—¡Oh por Dios! —chilló Astrid.

—¿A dónde irás? —pregunté.

—Iremos —corrigió—. Gi —mencionó con cautela manteniéndonos intrigadas—, ¡iremos a Monterrey!

¡Maldición! Juro que casi me caía de la silla. ¡DIOS! ¿Podía ser verdad?

—No estás jugando, ¿cierto? —cuestioné intrigada ocultando mi tremendo entusiasmo. Un nudo en el estómago se me formó cuando escuché la palabra «Monterrey.»

—¿Me vez cara de broma, acaso? —preguntó.

Definitivamente no la tenía, solo quería asegurarme de que había escuchado bien.

—¡Oh por Dios, Hailey! ¡Te amo amiga! —salté de alegría sin siquiera darme cuenta de que esta vez no había sido capaz de ocultarlo. Estaba emocionadísima.

—¿A qué se debe tanta emoción? —inquirió Carly mirándome entusiasmada, flipando de alegría, con las emociones desbordadas.

Sí, estaba enamorada.

—¿No es excelente que todas vayamos con Hailey? —dije. Aunque en realidad sabía que no estaba totalmente feliz por eso, había algo más en aquella noticia, pero por ahora solo me pertenecía a mí y a nadie más.

Fue la mejor noticia que pude haber recibido. Monterrey, era el lugar perfecto.

A veces el destino es tan parte de ti como el aire que respiras que en un abrir y cerrar de ojos, tus sueños pueden hacerse realidad.

Por un momento llegué a sentirme desilusionada al saber que la historia que viví con Lucke dentro de mi sueño no había sido completamente cierta. Y también llegué a avergonzarme por haber soñado con él y todo lo que implicó. Estaba recostada sobre mi cama pensando en aquel incidente. Después de haber salido del colegio Carly me llevó a casa y pude tener tiempo para pensar en lo que había estado rondando por mi cabeza.

Me alegró saber que no le había contado nada de esto a Carly, por ahora quería mantenerlo en secreto.

Si de algo me alegraba, fue de haberme dado cuenta de que nunca perdí la memoria, me hubiera vuelto loca, tal vez más de lo que soñé al no recordar nada de mis amigos y mis contraseñas. También sé que Lucke nunca me hizo sufrir y no me gustaría que lo hiciera porque no quería llorar sobre los hombros de Carly.

Tengo un fake.

Mi sueño fue fake.

En realidad, no conozco a Lucke en persona, ni siquiera va a mi colegio, lo conocí en un grupo de Facebook. El mejor grupo de todos «JBMM». La familia nuclear.

Lucke no es Lucke, pero su nombre es único y tan especial para mí. Todo formó parte de un sueño. Soñé despierta. Fueron las circunstancias bajo las que creí que habría sido genial poder conocerlo, a veces nuestros sueños son representaciones de la realidad. El sueño es nuestro intento para tratar de asimilar cosas aún no digeridas. Cosas que podrían cumplirse.

Lucke no sabe lo que en realidad pienso, creo y siento por él. Vivimos a kilómetros de distancia, mismo país diferente estado. Es por eso por lo que ir a Monterrey me emociona tanto. Tengo una pequeña posibilidad de poder encontrarlo. Y aun ahora, imaginando ese momento puedo sentir mi estómago revolverse. A las mariposas y las descargas eléctricas —cada vez que recuerdo su nombre, las conversaciones que tenemos y sus fotos de perfil— resurgir de mi cuerpo y colarse hasta el alma.

Tal vez algún día esta historia llegue a sus manos y descubra que lo amo, que mi amor por él surgió de una cuenta falsa, de un modo sumamente raro, vergonzoso y maravilloso en el que entablamos conversación.

Esta historia tiene algo de cierto, pero también algo fake… cada uno decide con qué quedarse.

Entré a WhatsApp y le envié un mensaje a Lucke…

Suspiré como solía hacerlo cada vez que veía su número en la pantalla del móvil.

Tenía casi un mes o más que no conversábamos, pero el sentimiento seguía ahí, latente, a punto de explotar apenas escribiera las primeras palabras.

“Te extrañé.”

“También te extrañé. ¿Cómo estás? ¿En dónde habías estado todo este tiempo?”

 

 

 

 

—Si parece imposible, es posible.

 

10:13 p.m.

10 de agosto de 2015

 

 

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