Europa

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Primera Parte: Edad de Formación » 2. El Imperio romano y su cultura

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El siglo IV, desde 303, se había abierto con una persecución general contra los cristianos, pero solo diez años después Constantino legalizaba su religión. Dado que esta rechazaba el politeísmo y el culto al emperador, el dilema debía resolverse a favor de un culto u otro, y después de un dinámico crecimiento, el cristianismo se convirtió en la única religión oficial el año 380, bajo Teodosio, un emperador de origen hispano. Desde entonces el cristianismo creció con mayor rapidez, pero seguramente la mayoría de la población continuó durante largo tiempo afecta a sus dioses y ritos ancestrales.

También Teodosio, ante las dificultades crecientes para administrar unos territorios tan vastos, dividió definitivamente el imperio en dos, independientes entre sí: el de Occidente, con capital en Milán, más tarde en Rávena, y el de Oriente, con capital en Constantinopla. Con ello se formaron dos estados, con elementos culturales unitarios, en particular el derecho, pero de carácter y evolución muy diferentes: el del oeste, de cultura y lengua latina y el del este, de cultura y lengua predominantemente griega. El imperio seguía siendo una construcción no propiamente europea, sino mediterránea, pero estaban en marcha, desde el exterior y el interior de él, otros procesos que cambiarían radicalmente el panorama de la civilización. Teodosio subió al poder después de la batalla de Adrianópolis, en 378, una derrota aplastante de las tropas imperiales a manos de los visigodos o tervingios. Desastre premonitorio para un estado que, en sus diversas formas, duraba ya más de un milenio y al que quedaba solo un siglo en creciente descomposición e impotencia.

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