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Los nuevos marianistas españoles » 2. El mejillón cebra

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2. El mejillón cebra

El descomunal aburrimiento que le producía la contemplación de la vida política española condujo al profesor y sacerdote Latre Escobar a los mejillones, a la teoría hispánica de los mejillones.

Latre era catedrático de Teología en el seminario de Zaragoza.

El padre Latre tenía la intuición de que lo más interesante que iba a pasar en España era la llegada teológica de una señal, de la confirmación de que algo estaba ocurriendo.

Veía en el mejillón cebra la voluntad artística de Dios. Latre Escobar solo tenía corazón para el mejillón cebra.

Una criatura posindustrial amenaza a nuestros ríos, dijo el profesor Latre Escobar en el acto de clausura de las jornadas tituladas «Nuevas Apariciones del Mal».

Se trata del famoso mejillón cebra, bicho con el que nadie se prepararía una paella, o se comería media docena cocinados al vapor y acompañados de un buen albariño.

El mejillón cebra es incomestible, y es también una criatura surgida de los grandes albañales y de las grandes escombreras posindustriales, y procede, de dónde si no, del Mar Negro.

Pero del Mar Negro de la depredación humana. Si el animal industrial, el terrible animal industrial del siglo XX fue la rata, con toda su iconografía diabólica a cuestas, ahora la nueva bestia del averno y espejo de lo que somos es el mejillón cebra.

El mejillón cebra construye su hogar, su pisito, su living room, en las tuberías, en las aguas fecales, en las turbinas, en las feísimas construcciones hidráulicas, en los lugares más siniestros de las gigantescas plantas potabilizadoras de agua que lindan con las grandes ciudades españolas.

Allí donde nadie se daría un baño, en las peores aguas, el mejillón cebra vive, prospera, disfruta de la existencia y se reproduce.

Donde nosotros vemos pocilgas y albañales, el mejillón cebra ve palacios y mansiones.

El profesor Latre hizo un alto en su discurso y bebió un poco de agua mineral.

Y continuó: El mejillón cebra toma el sol en los canales de riego, en las acequias, en las presas, en los azudes, en las fuentes con agua eléctrica.

Le encanta la industria humana.

La porquería le sienta bien.

Cuando muere, cuando mueren por miles, por millones, sus cuerpos inmortales se depositan en los fondos de los ríos, construyendo una capa de podredumbre atroz de la que hasta las aguas fecales quieren huir.

Y eso que el mejillón cebra bebe aguas fecales como si fuese Moët & Chandon.

Quinientos mejillones cebra por metro cuadrado había en el río Ebro en 2001. Casi dos millones de euros lleva gastados Endesa intentando matarlo, y ojo, que el mejillón lo sabe.

Sabe que van a por él.

En los Grandes Lagos de Estados Unidos hay hasta cuatro mil quinientos por metro cuadrado.

Los expertos dicen que el futuro de los ríos de España es del mejillón cebra.

Alcanzará a todos los ríos, al Duero, al Guadalquivir, y a los ríos de Europa, al Sena, al Támesis.

El gobierno central y las administraciones regionales no quieren oír hablar de él, nadie se hace responsable. Prácticamente, yo soy el único miembro de la comunidad científica y universitaria que levanta la voz y avisa de este holocausto inminente.

Después de decir la palabra «inminente» se produjeron decenas de aplausos espontáneos que venían del público, que estaba vibrando con la conferencia del catedrático de Teología.

Latre sonrió al ver el entusiasmo de su público y volvió a beber agua. Una enorme sonrisa era su rostro. Le estaban entendiendo. Levantó una mano en señal de que tenían que terminar ya los aplausos.

Sin duda, se trata de una criatura apocalíptica, continuó diciendo.

Habría que entrar en su cerebro, si es que lo tiene. Sí, seguro que lo tiene: allí debe de estar la clave de sus intenciones finales.

La inmovilidad, la impasibilidad y la sencillez son sus atributos y las claves de su invulnerabilidad. Puede ser una criatura extraterrestre perfectamente, un alienígena cuyo poder radica en la procreación infinita.

Sabe que los humanos no tenemos capacidad filosófica para entender qué es eso de la procreación sin límite, ahí está nuestra debilidad.

Un mejillón cebra es lo más simple del mundo: una cáscara y un músculo, y a funcionar, eso es todo.

Y funciona.

La rata será desplazada y su simbolismo existencial desaparecerá de la memoria de los hombres, la rata será solo una nota a pie de página. El mejillón cebra es una nueva plaga bíblica, es la forma en que la naturaleza castiga la destrucción de la belleza del mundo; el mejillón cebra es un invento del Maligno. Pronto descubrirán mejillones cebra con cuernos que se encenderán en la oscuridad de los pantanos y de las presas; mejillones cebra con el número 666 tatuado en sus horrorosas vulvas; mejillones cebra hablando en latín en la noche de las conciencias finales.

Además, este mejillón, inmune a la maravillosa paella de marisco española, acabará mutando, y pronto le saldrán alas cebra, e invadirá los cielos, las nubes, el aire, las tormentas.

Esperemos que no le salgan pies y manos.

El auditorio estalló en potentes aplausos. El público estaba emocionado.

Una señal al fin se acercaba hasta nosotros.

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