Escudo para la vejez y la discapacidad
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2022-03-25 06:06:56 / Haciendo Radio
Foto: Otmaro Rodríguez
Durante décadas la sociedad cubana ha mostrado su preocupación por las condiciones en que viven las personas adultas mayores y con cualquier tipo de discapacidad, con disímiles iniciativas para incluirles y mejorar su desempeño.
No obstante las políticas públicas gubernamentales al respecto y la labor de las organizaciones de la sociedad civil que atienden esos temas, todavía son notables las dificultades que enfrentan las familias con personas ancianas o discapacitadas.
La tendencia además al envejecimiento poblacional y la elevada esperanza de vida para todas las personas en Cuba, incluyendo la de quienes padecen alguna enfermedad congénita u otra limitante física adquirida, plantea retos económicos y sociales que ya no son a largo plazo, sino casi inmediatos, comenta para Haciendo Radio, el periodista Francisco Rodríguez Cruz.
Por eso resulta tan enaltecedor la propuesta que hace el proyecto del Código de las familias actualmente sometido a consulta popular, en función de elevar las protecciones jurídicas a estos segmentos poblacionales, justo en el ámbito de sus hogares.
Porque a los problemas que implican las limitaciones económicas del país, ya de por sí bastante graves y con gran impacto en esos grupos vulnerables, se suman los de una cultura no siempre respetuosa de la ancianidad y de otras condiciones humanas que a veces no se comprenden bien o no reciben un trato adecuado en su propio seno familiar.
Foto: Miozotis Fabelo
El futuro Código de las familias rompe lanza a favor de las personas adultas mayores y con discapacidades. Establece no solo el apoyo que deben recibir de sus parientes, sino también les empodera como sujetos de derecho, con capacidad para decidir en múltiples situaciones cotidianas, de acuerdo con sus reales posibilidades de hacerlo.
También va mucho más allá en esa sombrilla protectora que otorga la Ley, al legislar alrededor de asuntos tan prácticos como el de las personas cuidadoras y las que reciben esos cuidados, para introducir posibles formas de solucionar conflictos muy presentes hoy en Cuba, que a veces son difíciles de resolver por la existencia de vacíos legales.
No deja fuera tampoco la condición de las abuelas y los abuelos, en relación con sus derechos hacia nietos y nietas, otra arista que implica en gran medida a la adultez mayor de nuestro país.
Por supuesto, el hecho de que tales asuntos se plasmen en la ley no conllevará a su solución inmediata, ni erradicará hacia el futuro todos los problemas que afectan al adulto mayor y la persona con discapacidad.
Pero su primer gran aporte es ya poner tales realidades en el debate y la mira ciudadana, a partir del propio proceso de consulta del Código, y comprometer a toda la institucionalidad y a la propia población con conceptos y normas más avanzadas y amigables en el tratamiento que reciben las personas ancianas y con discapacidad.
Entenderlo y respaldarlo, como parte de todas las revolucionarias transformaciones que propone el nuevo Código de las Familias y que constituyen una unidad que se vincula e interconecta entre sí, es entonces la manera más sensata y humana de dotarnos de este nuevo escudo para protegernos en la vejez o en la discapacidad.
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