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Rosslyn, ¿el último enigma templario?

Según narra una vieja tradición masónica francesa, en alguna fecha desconocida de la primera década del siglo XIV, nueve barcos llegaron a la isla de Mey, el fiordo de Forth, en Escocia. Eran parte de la flota templaría de La Rochelle —la otra mitad fue a Portugal—. Se decía que transportaban las riquezas materiales y documentales de la proscrita orden de Caballeros del Templo de Jerusalén: los templarios. Buscaban el apoyo del excomulgado monarca Roberto I Bruce y de algunas familias nobles que estaban vinculadas a la orden. El apoyo del rey lo obtuvieron en seguida y se dice que los caballeros templarios jugaron un papel destacado en la victoria sobre los ingleses en Bannockburn (1314), que iba a garantizar la independencia de Escocia. Entre los nobles escoceses que estuvieron al lado de su monarca había tres caballeros de una importante familia, los Saint Clair.

Uno de los nobles más poderosos de la Escocia de principios del siglo XV fue sir William Saint Clair, tercer príncipe de las Oreadas y líder de una familia de origen noruego, los More, que en el siglo X habían adoptado al establecerse en lo que hoy es Normandía el nombre de Sanctus Clarus —Luz Santa—, que en francés se convirtió en Saint Clair. Esta familia se labró una importante posición en los reinos del norte de Europa, especialmente en Escocia, donde llegaron a ser soberanos de las Oreadas. Este hombre poderoso decidió a mediados del siglo XV levantar la capilla de Rosslyn, a unos quince kilómetros de Edimburgo, y cuya aparición en la obra de Dan Brown El Código Da Vinci le ha dado fama mundial, si bien desde hace muchos años era un lugar enigmático.

Extrañas construcciones y símbolos no descifrados han convertido a los caballeros templarios en los protagonistas de multitud de novelas y ensayos.

En principio la idea de sir William era levantar una colegiata que reprodujese el templo de Salomón, en Jerusalén, pero su proyecto quedó reducido a una pequeña capilla, dada la complejidad de su decoración y la escasez de maestros artesanos de la calidad de los que se requerían para llevar a cabo el diseño original, y eso que hasta la remota Escocia llegaron de toda Europa carpinteros, canteros y especialistas en la talla de la piedra. Cuarenta años fueron necesarios para construir lo que aún hoy puede apreciarse, pues la obra continuó hasta la muerte de sir William, en 1484.

Escenas bíblicas como la expulsión del jardín del Edén, el ángel caído o la crucifixión aparecen mezcladas con esculturas paganas, relacionadas con tradiciones templarías y masónicas como el mítico pilar del Aprendiz, uno de los tres pilares que separan el coro del ala central de la capilla. Para unos, el pilar del Aprendiz simboliza el Ygdrasil, el árbol de los mitos nórdicos que sustentaba los cielos sobre la tierra. Para otros, es el árbol de la vida o el árbol de la ciencia del bien y del mal, situado en el jardín del Edén. Su simbología ha dado origen a todo tipo de conjeturas sobre lo que alberga en su interior. Casi todas ellas apuntan a la posibilidad de que sea el mítico Grial, la copa en la que bebió Jesucristo durante la Última Cena.

En 1992, Andrew Sinclair, un americano interesado por el pasado de su apellido, publicaba The Sword and the Grail —La Espada y el Grial—, como resultado de sus investigaciones en Escocia. A lo largo de las páginas de su libro, Sinclair intenta demostrar que sus antepasados tuvieron relación con la orden del Temple, el Santo Grial y una serie de viajes a América casi un siglo antes que Colón.

La pieza clave de su argumentación es una losa conservada en Rosslyn, donde aparecen talladas las figuras de una espada, un Grial y los escalones del templo de Salomón. La espada hablaría de un primer descubrimiento y desembarco en América del Norte, los escalones, tallados en la base del Grial, serían la prueba del legendario tesoro que hallaron los primeros templarios durante los años que permanecieron en las ruinas del templo. Para quien albergase dudas, Sinclair demostró que además en Rosslyn aparecen tallados en la piedra mazorcas de maíz y ágave, plantas que sólo se daban en el siglo XV en América. Sinclair incluso consiguió la autorización del actual conde de Rosslyn para realizar algunos estudios. Así, empleando las más modernas técnicas de radar, exploró toda la capilla, con la intención de detectar formas y objetos metálicos a través de la piedra, con resultados negativos. No obstante, Christopher Knight y Robert Lomas, autores de best sellers relacionados con los orígenes de la masonería y sus conexiones templarías, apuntaban la posibilidad de que en el pilar del Aprendiz no sólo se encontrase el Santo Grial, sino también determinados manuscritos, llegando incluso a afirmar que Rosslyn había sido construida como lugar sagrado para preservar los evangelios apócrifos. Estas teorías fueron el argumento de sus dos obras más conocidas, The Hiram Key (1996) y The Second Messiah (1998). Knight y Lomas creen que los manuscritos se encuentran bajo la capilla de Rosslyn y en los subterráneos de construcciones anteriores a la edificación de la capilla.

Los intentos para comprobar las afirmaciones de Sinclair han ido tropezando estos últimos años con crecientes dificultades. En abril de 1996, uno de los administradores de Rosslyn aceptó iniciar las excavaciones con la condición de que fuesen realizadas por expertos. En octubre, Knight y Lomas convencieron al doctor Jack Miller, un geólogo de gran reputación de la Universidad de Cambridge, y al doctor Fernando Neves, de la Escuela de Minas de Colorado. El proyecto era realizar una cata no invasiva cerca de la capilla, pero cuando los trabajos estaban a punto de iniciarse los administradores de Rosslyn denegaron el permiso, si no se firmaba un pacto de silencio, algo a lo que los investigadores se negaron. De nuevo lo intentaron a comienzos de 1998, esta vez con el profesor James Charlesworth, jefe del proyecto de los manuscritos del mar Muerto en la Universidad de Princeton. Tras dos reuniones con los administradores de Rosslyn, la propuesta de excavación arqueológica quedó, una vez más, en el olvido.

Más sorprendente, señala la investigadora española Mar Rey, buena conocedora de Rosslyn, es la teoría planteada por el antropólogo Keith Laidler, que afirma en The Head of God: the Lost Treasure of The Templars (1998) que bajo el pilar del Aprendiz se encuentra la cabeza momificada de Cristo, rescatada por los templarios durante su estancia en Jerusalén y trasladada a Escocia tras la supresión de la orden. La base de su teoría estaría en una inscripción de dicho pilar que dice: «Here heneath this pillar lies the head of God» («Tras este pilar se encuentra la cabeza de Dios»). Laidler cree que el culto a la cabeza es propio de Canaán y perduró durante siglos entre el pueblo judío. Así, tras la Pasión de Jesucristo, su cabeza habría sido separada del tronco y embalsamada. Esta cabeza embalsamada sería el famoso Baphomet, supuesto ídolo que los templarios adoraban, según las declaraciones que ellos mismos hicieron al ser torturados por la Inquisición, algo que Jacques de Molay, su ultimo maestre, negó poco antes de morir en la hoguera.

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