Enigma

Enigma


Zoe

Página 72 de 101

Zoe

Me ha gustado esta primera reunión. ¡Conspiradores! Gravedad en nuestros rostros, como si planificáramos un gran atentado. Además, nuestro proyecto podría resultar más desestabilizador de lo que parece a primera vista. Cuando se retiró nuestro audaz impresor, Ricardo se me acercó. Me rodeó la cintura, lo cual irritó a Joaquim, pero ¡puso a Naoki loca de rabia! Pensé que iba a arrojarse sobre él. Evité hábilmente su beso, me levanté y me senté junto a Naoki. Joaquim fue a buscar una botella de coñac, que nadie quiso probar. Se sirvió una generosa copa. Estaba relajado, feliz de que un proyecto tan loco pudiese ver la luz. Felicitó a Naoki:

—Es impresionante lo que has hecho en tan poco tiempo, tienes auténticas dotes para las causas desesperadas.

—Las grandes causas —rectificó Naoki, con una pasión que le venía más de su tormento amoroso que de la conversación.

Joaquim lo advirtió: tenía una capacidad, bastante infrecuente, para captar de inmediato las menores perturbaciones anímicas de sus amigos.

—Chicas, marchaos, tenemos que hablar entre hombres.

No nos llamamos a engaño. Se pintaba tal desesperación en la cara de Ricardo que Joaquim parecía divertido.

Caminábamos hacia Santa María del Mar.

—Ricardo se pasa, no se da cuenta de hasta qué punto se la está jugando.

—Lástima que no estuviera en el Ónix la noche en que contaste tu historia. Le entrarían escalofríos.

—¡Ya tengo que compartirte con Joaquim!

—Me gusta tu violencia.

—Sigue presente. Cuando has matado una vez sin sentir el menor remordimiento, puedes hacerlo dos veces.

—¿De verdad no has sentido nunca remordimientos?

—Alguna vez, pero la visión del cuerpo de Mishawa yaciendo como una muñeca desarticulada en la nieve bastó para disipar ese sentimiento para siempre.

—Te entiendo.

—¿Quieres a Joaquim?

—Es distinto de lo que existe entre nosotras. Es una especie de fascinación generosa. La alegría de verlo por fin feliz. Creo que él lo sabe, toma cada minuto que le doy como si toda su vida se decidiese en ese instante, y eso es muy hermoso.

—Entonces, soy del todo feliz. ¿Y por Ricardo sientes alguna atracción?

—Es guapo pero me parece un poco arrogante. No me ha gustado nada cómo se me ha acercado esta noche. Es un joven macho que mide sus armas, y se le perdona porque es un magnífico poeta.

—Me da la impresión de que oculta algo inmenso. Una gran herida, o una fisura profunda. Lo veo en sus ojos. Tiene la pupila rasgada como la de un caimán.

—Es cierto que produce esa impresión. Un cazador, un predador. Lo noté la noche en que nos conocimos en el Pimiento.

—Ah, lo de si era cirujano...

—Sí, me pareció detectar eso en él, tenía un aire ausente como si acabara de matar a un paciente.

—A mí también me intrigó, lo vi dos o tres veces en terrazas de cafés, de noche.

—¿Crees que hay algo que descubrir?

—Estoy segura. Acabará quitándose la máscara.

Me gustaba tanto caminar de noche. Dimos un largo rodeo para ir a ver La Sagrada Familia. Las torres de Gaudí adquirían una grandeza nocturna, como si se estirasen todavía más arriba en el espacio.

—¡Ésa es mi torre de Babel!

Ir a la siguiente página

Report Page