Encuentro en Ío

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Ejecución » 29 de abril de 2047, ILSE

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29 de abril de 2047, ILSE

—10, 9, 8…

Marchenko insistió en comenzar la cuenta atrás personalmente. Se había hecho cargo de la función de pilotaje en sustitución de Francesca, y ahora volaba cuidadosamente la sonda hacia el ILSE. La maniobra era complicada, ya que la combinación de sonda y CELSS tenía que ser situada con precisión en la estructura existente; algo así como insertar una pareja de complicadas piezas de Lego en un proyecto ya montado. No se podía permitir que nada se ladeara o se atascara, o el compartimento estanco no sería hermético.

—3, 2, 1, conexión.

Con un sonido metálico, los enganches se engranaron y anclaron la nave. Jiaying sintió una pequeña sacudida. ILSE, con su gran masa, absorbió el resto de la energía cinética de la sonda de aterrizaje y la compensó con los propulsores.

Eso significaba una cosa: habían vuelto a estar juntos. La gente, sus amigos, a quienes ella había sentenciado a una muerte lenta en Ío, habían regresado sanos y salvos. Jiaying se corrigió: ella no había querido enviarles a sus muertes, sino que se había visto obligada a ejecutar la sentencia. Sencillamente no podía matar a sus padres, a dos individuos inocentes por completo. Sabía que en realidad no tenía excusa, y así iba a intentar evitar a Martin. Estaba claro que él nunca podría perdonarle su traición.

—Ven al laboratorio —dijo Amy, portando a Dimitri Sol entre unas telas que le sujetaban delante de su torso—. Tenemos que recibirles.

Jiaying quiso quedarse en el módulo de mando, pero Amy tiró de ella sin miramientos. En gravedad cero no podía resistirse. Ambas bajaron volando hacia el laboratorio. Cruzaron la escotilla que llevaba hacia el módulo jardín recién reincorporado. Pronto se abriría.

Hubo un chirrido. Al otro lado alguien debía estar girando la rueda para abrir la escotilla. Entonces la puerta de acero se abrió de golpe y Hayato fue el primero en aparecer. Sonrió con felicidad cuando vio a Amy y al bebé. Jiaying le envidió un poco. La siguiente fue Francesca, llevando el pequeño auricular que usaba para comunicarse con Marchenko.

El último de los tres fue Martin, quien no sonreía. Parecía asustado. Jiaying pensó que parecía más aprensivo de lo que se sentía ella misma. Flotó torpemente hacia ella. Alargó su mano, pero ella no se atrevió a tomarla. Su rostro expresaba la misma lucha interna que ella sentía. Luego algo la empujó con brusquedad desde atrás. Perdió pie y flotó por el laboratorio, directamente hacia Martin. Él no pudo esquivarla, y tal vez no quisiera hacerlo. Terminaron dándose un abrazo que hizo que Jiaying se sintiera tan bien que no quería que la soltara nunca.

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